La estrategia del gobierno no sólo ha perdido seriedad sino que ha perdido rumbo totalmente. No podemos citar estar peor porque mundialmente los números hablan, hemos sido (y seguimos siendo) de los peores en el tratamiento de esta pandemia.
Miro en medios a un López Gatell simplemente desdibujado y con la credibilidad por los suelos, independientemente de lo bien o mal que lo haya hecho, un funcionario vive también de su imagen y la suya dejó de ser confiable y por ende carente de autoridad, la necesaria para conducir a la opinión pública y lograr con ello que la sociedad sea reflexiva con el tema de la pandemia y actúen retomando medidas preventivas en su vida cotidiana, tan sólo por esa incapacidad en su imagen por supuesto debería ser removido, es simplemente ya un cartucho quemado.
Con respecto a la modificación de la interpretación del semáforo epidemiológico, total falta de coordinación, la Secretaría de Salud hace un señalamiento y los gobiernos locales deciden según su criterio si sí o no tal como lo hemos visto en las zonas turísticas o la misma escena protagonizada por la jefa de gobierno de CDMX quien tras recibir el veredicto de un color rojo declaró ante los medios que era naranja.
Hoy López Gatell anuncia una inminente bajada en la tercera ola, hemos llegado al punto más alto y comenzará a disminuir menciona (recuerdo la última vez de esta declaración en la llamada curva sin fin de un pronóstico errado durante la primera y segunda ola), quizás pensando mientras declara que la tercera es la vencida pero como siempre, las coincidencias funcionan en este México Mágico, casualmente se anuncia una bajada en la ola previo al polémico regreso a clases, quizás como ocurrió en el fin de semana electoral donde el semáforo verde llegó a casi todo el país, deduzco que el semáforo disminuirá estratégicamente para impulsar el que más alumnos regresen a las aulas y quizás es buena estrategia si en realidad el gobierno tuviera credibilidad, la cifras tuvieran credibilidad, las estrategias tuvieran credibilidad, el semáforo tuviera credibilidad y no sólo fuera un recurso político a conveniencia, un semáforo a la carta.