Puebla, 26 de abril del 2024

Mario Marín, los pecados de un padre y el estigma a sus hijos

Por Edmundo Velázquez / /
Mario Marín, los pecados de un padre y el estigma a sus hijos
Foto: Especial

 

CUENTA HASTA DIEZ

 

“No somos santos”, le dijo Mario Marín a Kamel Nacif en la llamada que reveló el entramado contra Lydia Cacho.

El documento de audio que exhibió la periodista Blanche Petrich de La Jornada y que sacudió al país ese 14 de febrero del 2006, unos meses después de la detención y traslado de Lydia Cacho, sigue sacudiéndonos.

El 17 de diciembre del 2005, Jorge Zepeda Patterson, en ese entonces pareja de Lydia Cacho, la esperaba afuera del penal de Puebla. Al lugar llegó Alicia Elena Pérez Duarte, doctora en Derecho que en unos años después se volvería la primera fiscal de la FEVIM-PGR. La preocupación de ambos por Lydia era evidente. Alicia Elena le dio un chal porque Lydia venía congelándose en el camino y el frío de un enero en Puebla distaba mucho de ser soportado por la periodista que siempre sufrió de malestares respiratorios desde niña.

Las cosas cambiaron 14 años después.

El jueves 4 de febrero del 2021, los dos hijos menores de Marín estaban a las puertas del Juzgado Segundo de Distrito. Tenían la esperanza de ver a su padre y que se definiera ese mismo día una fianza quizá.

A diferencia de Lydia, el traslado de Marín fue muy cómodo. En avión desde Acapulco y en un convoy de camionetas blancas del aeropuerto de Cancún, Quintana Roo hasta el centro penitenciario de la misma ciudad. Dista mucho del vehículo en el que vino por tierra Lydia Cacho, donde se concretó la tortura por horas de no saber si en la próxima parada sería asesinada.

Marín fue trasladado también sin gran problema en 15 minutos del centro penitenciario al Segundo Juzgado de Distrito.

El gobernador tiene en total cuatro hijos con su esposa Margarita García.

A tres de ellos los nombró en un tono de homenaje a sus propios ídolos.

Emiliano, por Emiliano Zapata.

Carlos, por Carlos Salinas de Gortari.

José Luis, por Luis Donaldo Colosio.

Mario, el mayor de ellos heredó su nombre.

Ahora todos heredan el estigma de vivir bajo el apellido Marín después de que el ex gobernador encabezó una coalición de funcionarios públicos en contra de la periodista.

El próximo miércoles conoceremos la resolución del juez federal Gerardo Vázquez Morales, cuando se determine la situación legal del político priista en la causa penal 26/2018 por el delito de tortura.

La sentencia máxima para Marín podría por este delito sería de 12 años de prisión. La abogada de Lydia Cacho, Araceli Andrade adelantó que la sentencia mínima que han conseguido han sido de casi seis años en contra del ex comandante José Montaño Quiroz.

Pero a los hijos de Marín, a todos ellos les perdura un estigma que nadie desearía. Llevar ese apellido parece una sentencia peor para quienes ni la deben ni la temen.

Por cierto, el caso no está cerrado. Y aunque fue asegurado uno de los principales artífices quedan todavía libres y sueltos como gallinas Adolfo Karam Beltrán, el ex jefe de la Policía Judicial y el empresario Kamel Nacif.

Que no se nos olvide.

Por cierto, ¿alguien sabe qué tal duermen otros personajes involucrados como la todavía juez activa Rosa Celia Pérez González, la ahora catedrática de la Libre de Derecho en Puebla y en ese entonces procuradora de Puebla, Blanca Laura Villeda o el ex presidente del Tribunal Superior de Justicia –y ex gobernador interino– Guillermo Pacheco Pulido?