Puebla, 26 de abril del 2024

Las cenizas de un presidenciable

Por Edmundo Velázquez / /
Las cenizas de un presidenciable
Foto: Central

CUENTA HASTA DIEZ

Koblenz, el gato atigrado del ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas quizá es quien mejor destino tuvo de todos sus allegados. 

La melancolía que alcanza desde hace dos años, cada 24 de diciembre, a todos los morenovallistas se hace evidente este día con las imágenes, las esquelas, las fotografías de Martha Erika Alonso y el ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Los poblanos que le lloran a una era, le lloran más a la melancolía del poder que perdieron, de las canonjías que les fueron canceladas y por aquel futuro de gloria que veían venir con un proyecto transexenal.

Pocos son los leales tras la caída del helicóptero a las faldas del cerro del Chacuaco en Santa María Coronando.  Pocos. 

Mercedes Aguilar, quien fuera la leal secretaria particular de Moreno Valle, “la única que podía calmarlo”, como la definía Martha Erika Alonso, fue quien identificó los restos de su jefe.

“Se nos mató el jefe”, le dijo al teléfono a Eukid Castañón –hoy vapuleado legalmente y disminuido–. Después Mercedes salió corriendo al lugar del impacto.

La zona, ese 24 de diciembre fue primero alcanzada por pobladores de Coronango. Luego dos uniformados municipales, ya ancianos, llegaron al lugar y un cuerpo de Bomberos para apagar el incendio de la aeronave. 

José Tlachi, en ese entonces sub secretario de Seguridad Pública fue el primero en llegar y establecer un largo perímetro. También llegó Mercedes. A los pocos minutos bajó Eukid en un helicóptero. 

Tras el impacto hasta la fecha no hay, un solo miembro de ese grupo político, que se haya recompuesto. 

Ni uno solo. 

En 2019, en ese mismo sitio, Mercedes generó un sigiloso homenaje in situ. 

Una esquela monumental en el lugar del impacto.

Hoy lo repitieron, flores y coronas otra vez llenaron ese trozo de un ejido que hasta la fecha el propietario ofrece a la venta pero nadie ha planeado o ni siquiera ha sugerido la construcción de algún mausoleo para recordar a la pareja. 

El homenaje se repitió sin ningún personaje eminente presente, ninguno de sus colaboradores. 

Mercedes igual procura a Koblenz, el gato de Moreno Valle. 

El gato está enorme, gordo, hermoso. Pareciera que su dueño lo cuida desde ultratumba. Nadie sabe si alguien en específico se lo encargó. 

Pero Koblenz está bien y no está desaparecido.

Tampoco están desaparecidas las obras de arte que tenía la pareja. La menor de ellas un Botero. 

De este valiosísimo lote se hizo cargo, ¡muy sacrificado!, el Senador Roberto Moya Clemente. 

Hubo quien denunció el saqueo de la casa de Las Fuentes, donde vivía la pareja. Hasta la fecha no se ha aclarado cómo fueron entregados sus bienes. 

En contraste quedan los demás afectados con la tragedia. 

La familia de Héctor Baltazar Mendoza, el secretario particular de Rafael Moreno Valle, jamás ha recibido un peso o indemnización alguna. 

El senador Moya en algunas reuniones privadas informó que se haría cargo de ese tema, tampoco ocurrió. 

Parece que la misma suerte corrieron las familias del piloto Roberto Coppe y el copiloto Marco Antonio Tavera.

De los dos hijos adoptivos de Martha Erika Alonso hoy nadie se hace cargo, ni la familia Alonso, y mucho menos la familia de Moreno Valle.

De hecho para nadie fue un secreto que el ex mandatario nunca estuvo de acuerdo con que su esposa tomara en custodia a los dos muchachos y también reprobó cuando planeaba adoptar un tercero. 

La conmemoración este año no fue mayor. 

En 2019 varios senadores acudieron a una misa organizada en la parroquia de San Agustín en Polanco. 

Llegaron más de 30 de los compañeros de la Cámara Alta, en donde hasta su muerte, Moreno Valle fue un real contrapeso de la 4T y el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Este año no habrá misa, pero seguramente los padres de Rafael Moreno Valle acudirán a San Agustín, esa misma iglesia de Polanco. 

Ahí se encuentran en una urna las cenizas de su hijo. 

Las cenizas de un presidenciable.

Descansan con la imagen de una candidatura presidencial y muchos sueños de gloria que se quedan solamente en la melancolía del Morenovallismo.

Joaquín Sabina lo puede decir mejor en su tema “Con la frente marchita”:

No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”.