Vida y Estilo

Crónica: Puebla se vació: la gente se quedó en su casa por el Coronavirus

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El miedo a la enfermedad, a perder el trabajo y el miedo a perder la vida, se vuelven uno solo, se combinan en un solo nombre COVID-19 

Por Guadalupe Bravo / GuadalupeVBravo /
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En el ambiente se sentía la incertidumbre. Donde hace unos días había familias, parejas, amigos y turistas, hoy solo quedan unas cuantas personas que caminan por las calles más conocidas y turísticas de Puebla. Van deambulando, desorientados, como si no supieran a donde ir o por qué están solos en esta inmensa ciudad.

En el Zócalo capitalino todos los fines de semana cientos de familias abarrotaban la plancha de la plaza principal, se tomaban fotos en la fuente de San Miguel, se maravillaban con la inmensa Catedral y le compraban globos a los más pequeños de la casa. Pero este fin de semana todo cambió: no corrían niños, no había burbujas en el aire ¡No estaban! Nadie estaba.

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Fotos: Guadalupe Bravo

Los únicos que estaban presentes eran los globeros, boleadores y los meseros que se encontraban a las afueras de los restaurantes, esperando a que el tiempo pasara. Sin embargo, cuando todo se paraliza, el andar de este señor, se vuelve más lento.

La sociedad no se puede paralizar", dijo el gobernador Miguel Barbosa al preguntarle si la entidad entraría en cuarentena, pero la realidad es otra. Algunos establecimientos no abrieron y al paso de las horas, los comercios que sí lo hicieron bajaron sus cortinas, los autobuses recorrían las venas de la ciudad con menos de 15 pasajeros y la urbe se fue apagando con el atardecer del fin de semana.

Algunos ambulantes salieron, colocaron sus puestos en la calle del Carolino y el Callejón de los Sapos y esperaron a que la clientela llegara; esperaron y esperaron, pero el miedo a que unas microparticulas entraran por sus ojos, boca o nariz, frenó a los poblanos de salir de su casa.

Su familia fue más importante, la conciencia social pesó, a pesar de que las autoridades no han emitido un estado de emergencia a nivel nacional o estatal, los poblanos sabían que su compromiso con los sectores más vulnerables, los ancianos y los que padecen alguna enfermedad crónica, era mayor que un paseo innecesario. Por eso, a las cinco de la tarde, los vendedores informales entendieron que nadie los visitaría y decidieron empacar sus cosas.

En el Barrio del Artista las cosas no fueron diferentes, los talleres de pintura estaban abiertos, pero con los caballetes arrumbados, los comedores de antojitos típicos estaban cerrados y solos dos de los tres bares se encontraban abiertos, casi nadie estaba disfrutando de la trova o la cerveza. Hoy el alcohol se unta en las manos, con miedo y precaución ante la contingencia.

Pero no faltó quien se armó de valor, resignación o indiferencia y salió, fuera por trabajo o porque creen en la exageración y los amuletos. Pero los que se previnieron ante su inminente salida, portaron cubrebocas, imagen que se tornó en un sinónimo de ser señalado y tildado como bufón o leproso.

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Fotos: Guadalupe Bravo

 La desinformación persiste a pesar del esfuerzo del gobierno, medios de comunicación, escuelas, empresas, museos y todos aquellos que se unieron para llevar el mensaje a cada dispositivo y a cada hogar.

VER: Negocios en Puebla acatan medidas contra Covid-19: cierran cines, Estrella Roja reduce corridas y empacadores son enviados a sus casas

El miedo se esparció hasta La Estrella de Puebla, pues estaba más sola que de costumbre, solo una familia ocupaba una de sus 54 góndolas, una pareja que portaba mascarilla miró cómo se iluminó la gran estructura y dos niños corrían sin algún tipo de protección ante los ojos de sus padres, ajenos a las medidas preventivas ante la enfermedad. El Centro Comercial Angelópolis albergaba solo a los trabajadores que no tuvieron la oportunidad de quedarse en casa, porque los dueños o directivos no les perdonaron la pérdida económica que representa para ellos el pago de la nómina.

El estacionamiento que generalmente se encuentra repleto, y al que se le tiene que dar dos o tres vueltas para encontrar lugar, estaba vacío; igual que las tiendas y salas de cine. Hoy las personas saben que las compras de ropa y artículos son banales.

La angustia en la zona más exclusiva de Puebla es justificable, el foco de infección vino desde La Vista, el fraccionamiento más exclusivo de Puebla, donde una familia llegó infectada, luego de un viaje de placer para esquiar en Vail en Estados Unidos.

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Fotos: Guadalupe Bravo

 

Fiel a su estilo, la convivencia no quedó en las paredes de su casa, se trasladó a fiestas, antros y salones de uñas que tuvieron que ser cerrados, desinfectados y el personal puesto en aislamiento social. Sin embargo, el daño ya estaba hecho, el rumor y el contagio se esparció como la peste negra y no, esta enfermedad no es diferente. A México llegó desde Europa y no distingue razas, estrato social, edad ni cartera.

VER: La propagación del Covid-19 en Puebla: Familia de La Vista enlistó casi 100 posibles contagios y visitó tres establecimientos en Lomas

Los cientos de poblanos y turistas que cada año acuden a la ceremonia de primavera en la Pirámide de Cholula para recibir buenas energías, no se presentaron este 2020. La Secretaría de Salud recomendó evitar aglomeraciones. Solo algunos que se aventuraron a asistir fueron limpiados por los chamanes en el Parque Soria, ya que las puertas de la Iglesia de los Remedios y de la Pirámide se encuentran cerradas como medida de contingencia para evitar contagios.

VER: Por primera vez pirámide de cholula recibe sola la primavera; poblanos se quedan en casa por coronavirus

En la Zona de Los Fuertes, los museos, el Teleférico y el Planetario se encontraban abiertos a la espera de visitantes, quienes decidieron que este fin de semana no sacarían a correr a sus perros ni harían picnic con su familia.

Por la noche, la situación fue la misma, aquella Puebla que vive a altas horas del día acompañada de la luna, se quedó en casa. Antros, bares y restaurantes estaban cerrados, y los pocos que seguían abiertos eran fantasmas, no había en su interior más que las almas de quienes ahí trabajan.

Esta contingencia nos ha demostrado que la gente hace vibrar a la ciudad, que ante una amenaza latente prefirió quedarse en casa y convivir con sus familiares, con los que vive pero casi nunca convive por la prisa que implican las obligaciones y necesidades diarias.

Hoy una pandemia llamada COVID-19 redujo todas las actividades y pensamientos en un espacio: el hogar.

Hoy los mexicanos tienen la oportunidad de demostrar nuevamente la solidaridad que los caracteriza ante las tragedias.

Hoy pueden  reflexionar sobre los cambios que deben realizar para sobrevivir unidos a una pandemia mundial.

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