El viaje de la libélula

El ser y el hacer en tiempos de cuarentena: apuntes sobre la productividad

- Foto: Revista Rayas

 

Por Aurora Reyes / @Kalidoscopia /
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El periodo de cuarentena al que actualmente nos enfrentamos en el país, nos ha forzado muy probablemente a todos, a asumir estilos de vida distintos de los que estábamos acostumbrados, implicando un inminente proceso de cambio que afecta nuestras actividades, así como los significados que éstas pudieran guardar con nuestro ser persona.

 

De algún modo, existe una relación significativa entre lo que hacemos y lo que somos, sin que esto sea estrictamente determinante. Sin embargo, las acciones que llevamos a cabo día a día juegan un papel fundamental en la construcción de nuestro autoconcepto, pues en comparación a nuestros pensamientos y emociones, el “hacer” es mucho más tangible que lo otro –aunque no por ello, más importante–.

En relación con lo anterior, me doy cuenta de que, en el esfuerzo de reconstruir el equilibrio en sus vidas, muchos se han permitido compartir con otros las estrategias que mejor les han servido para encontrar calma y sentido en medio de la incertidumbre.

Por un lado, me parece que algunas de estas propuestas surgen de una intención bondadosa y auténticamente solidaria, por lo que vale la pena considerarlas justamente como lo que son: sugerencias.

Por otro lado, las hay otras que nos parecen como una “imposición forzada” más que como una recomendación empática. Con éstas hay que tener extremo cuidado, ya que este bombardeo de ofertas ocupacionales puede ser muy agresivo y dificultar nuestro proceso más que ayudarnos a resolverlo, pues detona en nosotros un estado de malestar psicológico.

Si hay días en que te sientes abrumado por creer que no estás haciendo suficiente, que te comparas con el ritmo que otros llevan, que te sientes culpable por no cumplir con todas las actividades que supones deberías de hacer, e inclusive, si te obligas a mantenerte ocupado/a todo el tiempo, pero al final del día te quedas con una sensación de vacío y desgaste, te invito a leer y reflexionar los siguientes apuntes sobre lo que implica “ser” y “hacer” en este tiempo de cuarentena:

1. La importancia del contexto previo a la cuarentena

Pensemos que la mayoría formamos parte de un sistema normado por modelos socioeconómicos que, además de sustentar una cultura que gira alrededor de la productividad como algo deseable, puede también fomentar prácticas de sobreproductividad como si entre líneas nos quisieran vender la idea de que más es mejor.

De no observar esta idea con cuidado y conciencia, puede llegar a transformarse en creencias profundas que nos lleven a asociar el valor de una persona con un deber tener en la vida o un deber hacer con su vida y consigo mismo.

Pienso que parte del peligro está en que muchas actividades que surgen del “más es mejor” son socialmente aceptadas y aplaudidas, además de que se vuelven un mecanismo de poder con el que algunos pueden sentirse con el derecho de juzgar la experiencia de otros o de determinar el estatus y valía de estos. Por ejemplo, el leer un libro puede ser una actividad altamente significativa, de aprendizaje, recreación y crecimiento, pero cuando consideramos que leer libros compulsivamente, por la simple intención de acumularlos a modo de trofeos, es como creer que entre más libros hayas leído, eres más importante que otras personas que no lo hayan hecho.

Este tipo de creencias ha comenzado a revelarse durante el tiempo de distanciamiento y confinamiento que actualmente atravesamos. Se presentan bajo el discurso de que, si alguien no completa alguna actividad “productiva” para el final de la cuarentena, es reflejo de que “no le faltó tiempo” sino que “le faltó disciplina”. ¡Sólo eso nos faltaba!

Si de por sí el estado de contingencia que se ha suscitado, está siendo -por sí mismo- bastante complicado para muchos, el tener que filtrar estas posturas inflexibles lo vuelve todavía más desgastante en términos emocionales.

De entrada, cabe aclarar que este ideal proviene de un lugar sumamente inflexible, con una autoridad autoimpuesta, adjudicándose el derecho a determinar que a todos les funciona o les es útil realizar ciertas actividades que parecieran suscribirse a una lógica productiva y que, claramente, no alcanza a distinguir las particularidades del proceso que cada persona atraviesa durante esta experiencia tan compleja.

Por último, quiero aclarar que, por supuesto existe un beneficio para nuestra salud en general cuando procuramos mantenernos activos y en “movimiento”; por ejemplo, la activación física por sí misma conlleva muchas bondades que favorecen nuestro bienestar. Sin embargo, este tiempo de cuarentena parece provocar en algunos la urgencia de mantenerse ocupados y de “hacer” en exceso, así como de hacerles sentir con el derecho de exigirle a otros que hagan lo mismo y juzgarlos por su desempeño.

2. El exceso como sustituto de nuestras necesidades

Gran parte del riesgo que surge de saturarnos de actividades con el mero sentido de mantenernos ocupados, sin mayor propósito que éste, es que podemos desconectarnos de nuestra propia persona, desatender nuestros pensamientos y descuidar nuestras necesidades emocionales básicas. Dicho de otro modo, nos volvemos unos extraños para nosotros mismos, pues poco reconocemos nuestros procesos psíquicos internos, importantes para nuestro desarrollo como seres humanos.

Dado que los sentidos que le atribuimos a nuestras acciones pueden vincularse con el modo en que nos definimos a nosotros mismos, la tarea de diferenciar con claridad que uno no es solamente lo que hace o lo que tiene puede volverse muy difícil si poco nos detenemos a reflexionar sobre lo que estamos experimentando o sintiendo día con día, sobre todo en tiempos como éste.

Es así como el comprar una cantidad exagerada de papel de baño puede ser, inconscientemente, el sustituto emocional de obtener una sensación de seguridad en tiempos de incertidumbre; parecido a cuando de niño/a creías que el monstruo bajo tu cama no podría hacerte daño si te cubrías con las sábanas, de pies a cabeza.

Así, además de la sobreproductividad, existen otras expresiones de conductas que tienden a lo excesivo y que pueden albergar significados ocultos importantes de descifrar:

Por un lado, tenemos las compras desmedidas, poco conscientes y excesivas que se dieron en un inicio con las compras de pánico y que, en el fondo, podrían sustentarse en un profundo temor a la carencia y asociarla, a su vez, con una amenazante sensación de inseguridad y desprotección.

Otro caso sería la ingesta de alimentos como un modo de evitar los posibles sentimientos de ansiedad, angustia o estrés que pueda provocar el tiempo dentro de casa. Además, es una forma de compensar la necesidad de sentirse en control frente a lo adverso e incierto.

Psicológicamente, la manifestación compulsiva de muchas de nuestras actividades se transforma en un síntoma reflejo de los procesos internos que aún no se les ha dado una mejor solución.

Por otro lado, el adoptar modelos conductuales tendientes a lo excesivo también puede originarse en una forma de compensar la sensación de frustración, sinsentido o vacío que deja el vivir un proceso de duelo frente a lo perdido: certezas que antes se tenían, otras actividades que ya no se pueden llevar acabo con normalidad, la disminución en los intercambios sociales, el trabajo, cumpleaños, fechas y eventos programados, entre otros.

Por último, una función más de refugiarse en la sobreproductividad puede ser la de evadir algunas situaciones personales que no deseamos enfrentar.

El posponer o huir de nuestros conflictos es, por supuesto, una forma de sentir que logramos sobrellevarlo. Ésta puede resultarnos útil por un tiempo, aunque también será altamente agotadora de sostener porque difícilmente hará que el problema se resuelva.

Es posible que no te sientas listo/a aún para hacerlo y es importante que cuides de ti y de ese sentimiento. No obstante, considera que, a veces, el darnos un espacio para hacer alguna pausa puede ser muy efectivo y sorprendentemente sanador.

3. La productividad como un proyecto personal

Me parece que, si cada quien le atribuye un sentido propio a la idea de “ser productivos”, mucho bien podría traer a nuestro esfuerzo por adaptarnos a estas nuevas condiciones de vida.

En primero lugar, te sugiero mantenerte alerta de aquellas personas, ofertas o espacios en donde la idea de la productividad sea una forma de medir o condicionar el valor humano.

Después de todo, asumir cualquier estilo de vida que dependa de los excesos como una forma de sostener nuestra existencia puede colocarnos en una posición de riesgo, dejarnos vulnerables y a expensas de la opinión de otros o de nuestros propios prejuicios y creencias inflexibles.

Podemos identificar este tipo de discursos en imágenes, audios, videos o conversaciones porque nos dejan sintiéndonos “obligados” a mantenernos ocupados, sin que la actividad que realicemos sea realmente de nuestro agrado. Además, puede que, de no conseguir ese movimiento, se detone en nosotros un sentimiento de culpa o vergüenza, de inseguridad, de insuficiencia, como si hubiésemos cometido un error.

Por ello, si te sientes abrumado frente a estos estereotipos de productividad, quizás te ayude buscar un espacio para entrar en contacto contigo, tus sensaciones, temores y necesidades, para explorar la complejidad de estos con calma y compasión.

Revisa con qué asocias el ser productivo, porque cada caso será particular: quizás aprendiste que para validar tu esfuerzo es forzoso el “ser visto” o recibir el reconocimiento por parte de otros y, en tu caso, el distanciamiento social te resulta mucho más complicado que para otros; tal vez asocies que para ser productivo es necesario hacer algo que impacte la vida de los demás o sentir que fuiste de ayuda para otros; quizás entiendes que ser productivo es tener metas tangibles y medibles; o tal vez el sentirte productivo tiene que ver con haber experimentado un momento de paz y calma durante el transcurso de tu día.

Por último, considero que valdría la pena que cada persona se diera un tiempo para cuestionarse lo siguiente: para mí, ¿qué significa ser productivo? Pues sea cual sea la respuesta que obtengas, si vino desde un lugar de mucha honestidad para contigo mismo, puedes confiar en que será suficiente y útil para hacer de este tiempo de cuarentena una experiencia constructiva y profundamente significativa para ti.

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