El viaje de la libélula

Normalicemos el cuidar de nuestra salud mental: la prevención es clave

- Foto: Revista Rayas

Por Aurora Reyes /
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Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, estipulado así desde el año 2003 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en conjunto con la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IAPS, por sus siglas en inglés); hoy es un día muy importante en el que hacemos consciencia profunda sobre el suicidio, el cual es un fenómeno sumamente real que afecta a todos los seres humanos y que, en muchas ocasiones, pasa desapercibido y silenciosamente, afectando la vida de muchas personas.

Actualmente, como humanidad, nos encontramos intentando descifrar las implicaciones que nos trae esta “nueva realidad” a nivel mundial en tiempos de pandemia. Pareciera que el inicio de todos estos cambios fue hace ya mucho tiempo y, sin embargo, los ritmos de adaptación de cada persona están siendo muy distintos, por lo que no sabemos con certeza cómo afrontará cada individuo las dificultades de su propio contexto. En ese sentido, la prevención se vuelve fundamental para fortalecer nuestras estrategias de afrontamiento para las dificultades que pudiésemos atravesar en la vida.

Me es muy importante hacer este paréntesis mientras abordo el suicidio, puesto que éste suele ser acompañado de factores de riesgo psicosociales que, hoy en día, pueden jugar un papel muy importante en favor o en contra de la preservación de nuestra salud mental y emocional.

Así, pensemos en las personas que han visto recortes en sus ingresos económicos, en quienes han tenido pérdidas familiares dolorosísimas (no hay pérdida que sea poco dolorosa), en familias que sufren de interacciones violentas y que por el confinamiento no pueden distanciarse entre sí o acudir a sus redes de apoyo externas, en niños y adolescentes con necesidades sociales y emocionales no cubiertas y en lo expuestos que todos podemos llegar a estar cuando en nuestras pantallas (recurso en el que muchos se refugian hoy en día) nos aparecen videos, imágenes, frases con contenidos no edificantes, con mensajes de odio, que incitan la comparación, que promueven estándares de belleza rígidos o estilos de vida comerciales que afectan el autoestima de algunos más que otros.

Todos esos escenarios constituyen, por sí mismos, potenciales factores de riesgo para el suicidio y para otros estados mentales que deterioran la salud emocional de las personas. Es por ello que, si en condiciones previas a la crisis mundial de salud por COVID-19 el suicidio ya era un tema que nos preocupara, ahora no tendría por qué ser distinto.

Existen signos y síntomas que pueden identificarse tempranamente para lograr prevenir el suicidio (puedes conocer algunos de estos accediendo a la última publicación en mis redes que te dejo al final de este texto); pueden ser muy diversos y abordan aspectos físicos, psicosociales, cognitivos y comportamentales, pues quien sufre con ideas suicidas se verá afectado en las diferentes áreas de su desarrollo personal. Así mismo, hay que aclarar que las ideas suicidas son sólo uno de los síntomas que revelan la presencia de alguna enfermedad mental más compleja y que merece ser atendida por expertos de la salud mental.

En honor a la intención preventiva de la presente fecha, quisiera compartir algunas sugerencias en favor de la causa, pensando por igual en todos los que pudieran no sólo identificarse con el padecimiento sino con quienes puedan hacer consciencia de que pudiese ser alguien a tu alrededor quien esté pasando por esto y que tú, con pequeñas acciones, puedes hacer un cambio en la vida de quienes están sobreviviendo en condiciones que pueden ser mejores si reciben ayuda.

1.- Para crear consciencia sobre la importancia de la salud mental:

Normalicemos preguntar a nuestros familiares acerca del historial médico de enfermedades en nuestra línea familiar y llevemos registro de ella como un ejercicio de autoconocimiento. Conocer qué tipo de enfermedades se han presentado nos es muy útil para identificar nuestros antecedentes y planificar estilos de vida más conscientes. No hay nada de vergonzoso en compartir esta información con los tuyos, al contrario, es un acto de mucha responsabilidad y de amor para con tus seres queridos.

2.- Para favorecer un entorno seguro para todos y promover redes de apoyo:

Escucha activamente y sé empático cuando alguien te confíe sus problemas. Valida las experiencias de sufrimiento, tristeza o dolor evitando hacer comentarios y/o comparaciones del tipo: “no te quejes”, “eso no es nada”, “ya, tranquilo, no es grave”, “hay otros que lo llevan mucho peor”, “a mí también me sucedió”, etc. Ésta última es importante porque cuando comparamos nuestra experiencia de dolor con la del otro lo que logramos es desviar la atención por completo de lo que nos estaban contando o damos la impresión de que sus problemas no son tan importantes y sólo lo son los nuestros.

3.- Para fortalecer una cultura de la prevención en favor de quienes te rodean:

Observa con atención a tus seres queridos y mantente en contacto frecuente con ellos. En muchas ocasiones, los signos y síntomas se pasaron por alto, fueron minimizados o ignorados por falta de comunicación, empatía y escucha.

4.- Para apoyar el proceso de alguien que conozcas que está en tratamiento, luchando con su depresión, contra la ansiedad o las ideas suicidas que le atormentan:

Sé paciente y no le apresures en su proceso. Frases como “échale ganas” o “mejórate pronto” tienden a dar la impresión equivocada a quien la recibe porque, aunque pareciera que el deseo es de ayuda y que viene de una intención buena, el mensaje que se comunica es una sensación de urgencia porque mejoren ya, muy pronto o instantáneamente, pudiendo darles la impresión de que son una carga o molestia para los demás, que sus problemas nos estorban e incomodan y quizás, con ello, terminen por agravarse los pensamientos intrusivos y negativos que ya son, de por sí, sumamente abrumadores y difíciles de sobrellevar para ellos.

5.- Para la prevención muy temprana y la construcción de estilos de afrontamiento más saludables:

Integra en tu rutina diaria actividades que ayuden a sublimar experiencias de vida difíciles o dolorosas de procesar. La sublimación es un mecanismo de defensa muy útil y socialmente adecuado que comúnmente recurre al uso del arte para externalizar y representar simbólicamente emociones o pensamientos con contenido emocional intenso y con el que no siempre se sabe qué hacer. Ejemplos de actividades pueden ser el hacer ejercicio (el box, por ejemplo, puede ser muy liberador en algunos casos), el tomar fotografías o editar videos (para elaborar constructivamente algunos pensamientos que, de otro modo, pudiesen causarle mucho sufrimiento a la persona que los padece), el pintar, dibujar, también ejercicios de escritura o lectura pudiesen ser de utilidad. Así mismo, incluir actividades en grupo o familiares de este tipo pueden transformarse en espacios de conversación y recursos psico-socio-emocionales de sostén para futuras situaciones o problemas.

Si estás pasando por un momento difícil y no ves salida de esta situación: no esperes mucho tiempo, no estás solo; acude con alguien de confianza y si lo necesitas, contáctame (abajo te dejo mis redes sociales).

Por último, si crees que estas situaciones están lejos de ti, que en tu familia o entre conocidos no identificas a alguien que pudiese estar padeciendo estas dificultades: no esperes a que sea ése el escenario.

¿Qué puedes hacer para sumarte activamente a la lucha por la Prevención del Suicidio? Intenta informarte sobre el tema y propiciar espacios seguros y de confianza entre tus seres queridos y tu comunidad, para invitar a otros a sentirse cómodos de expresar sus dificultades cuando más lo necesiten.

Encuéntrame en @rumbo.adentro (Instagram) para ver más contenido como éste, así como hacerme llegar tus sugerencias y/o comentarios; utiliza el hashtag #ElViajedelaLibélula al compartir en tus redes sociales éste u otro de los textos en El Viaje de la Libélula.

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