La escena del crimen era aterradora, afuera de su casa, el cadáver de Teresa T. yacía boca abajo. Dentro del domicilio, Roberto T. y Guadalupe N. se encontraban sin vida y con signos de tortura. Las luces del hogar estaban encendidas, los teléfonos desconectados, y, en el patio, un perro pastor alemán caminaba de un lugar a otro.

Era las ocho de la mañana del 29 de agosto de 1980. Los vecinos de la calle Esmeralda se amontonaban, en la casa marcada con el número 2713 de la colonia Valle del Ángel, con la finalidad de observar el cuerpo sin vida de Teresa N., y para compartir sus impresiones sobre el homicidio, pues pensaban que los culpables eran personas conocidas por el dueño de la vivienda, porque nunca escucharon a la mascota ladrar.

De acuerdo a la información que publicó el periódico El Sol de Puebla, el 30 de agosto de 1980, Teresa N. murió desangrada por las heridas de un arma punzo cortante en el cuello y en el pecho. Al realizar el levantamiento del cadáver, los peritos explicaron que la joven salió de su casa arrastrándose, y, por ese motivo, tenía las uñas de las manos desgarradas y las articulaciones de los brazos y piernas raspadas.

Triple homicidio

Como cada mañana, Alfredo Escobar Montiel, se presentó en la casa de su jefe para realizar los encargos que le solicitaba, pero cuando estuvo a unos metros de llegar a la vivienda, le pareció extraño ver a mucha gente enfrente del zaguán.

Al abrirse paso entre la multitud, se asustó al observar el motivo que tenía a las personas amontonadas y de inmediato entró a la vivienda, pero cuando ingresó al despacho, se llevó otra gran sorpresa, porque encontró los cuerpos sin vida de su jefe y de la empleada doméstica.

Agentes del Ministerio Público informaron que el cadáver de Roberto T. tenía 11 heridas por un arma blanca, dos de ellas en el cuello y, las restantes, en el abdomen y en el tórax. Asimismo, explicaron que el cuerpo sin vida de Guadalupe N. lo encontraron atado por cables que le rodeaban el cuello y la mantenían con las piernas flexionadas. Al igual que su jefe, tenía en la garganta una lesión profunda.

Simples especulaciones

Meses atrás, la casa de Roberto T. fue baleada por familiares de su exesposa como venganza de la ocasión en que los amenazó con un arma de fuego, por aquella balacera solo hubo daños materiales.

Ante los agentes del Ministerio Público, la madre de Roberto T. declaró que su hijo vendía máquinas de escribir y también prestaba dinero a crédito, y recordó que tenía problemas con los familiares de su exesposa y con una persona que se llamaba Alejandro López Terrones, sujeto le debía la cantidad de un millón 400 mil pesos.

Asimismo, Leonor Aguilar, con el dolor de la muerte de Teresa T, informó a las autoridades que no mantenía contacto con Roberto T., pues desde hace 11 años estaban separados y, por este motivo, solo sus tres hijos lo frecuentaban. Además, agregó que el nombre de su exmarido apareció, semanas atrás, en una nota periodística que lo acusaba de cometer un fraude.

Los culpables de los homicidios también se robaron de la casa de Roberto T. un coche Ford LTD, modelo 78, placas TPY-125, un portafolio con documentos personales y una pequeña caja fuerte que en su interior guardaba centenarios.