Cuando Claudia Rivera terminó su discurso, que tardó más de una hora en pronunciar para asegurarse de responder, sin decir nombres, cada uno de los polémicos temas a los que se ha enfrentado, recibió un ramo de rosas blancas que después repartió entre los regidores de oposición. Los del PAN la recibieron amables y los del G5 se levantaron de sus lugares y se retiraron antes de correr el riesgo de espinarse.
Al gobernador Miguel Barbosa, su rosa le llegó antes. En su discurso, Rivera dijo que lo respeta y que está en completa disposición de trabajar con él, pero insistió en la tan usada frase de la “autonomía municipal”, como si se le hubiera intentado vulnerar.
Así fue el Segundo Informe de labores de Claudia Rivera, entre los gritos de “¡No reelección!” y los vítores de “¡No estás sola”! por parte de los empleados del Ayuntamiento que llenaron los pasillos con “sana distancia”, y la voz de Roberto Zataraín, quien desde la tercera fila y con unos lentes oscuros y cubre bocas negro fue quien gritó más fuerte.
¿Reelección? La alcaldesa dio un mensaje claro pero no directo al cierre de su discurso. Hasta ahora no se ha atrevido a ser clara con sus aspiraciones políticas que, lo sabemos, son buscar la reelección como presidente municipal de Puebla en 2021.
Seguiré gobernando para todas y para todos. Seguiré con un estilo propio, porque no me gusta copiar y menos repetir patrones. Seguiré cuidando cada peso, aunque digan que gastamos lento, pero con responsabilidad. Y sobre todo, seguiré poniendo mi empeño en cada suspiro y en cada latido de mi corazón”.
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El PAN, en voz de Enrique Guevara, reclamó los proyectos que presumió en su Primer Informe y que nunca llevó a cabo: la remodelación de Analco, la CAPU y el Mercado Unión.
El PRI, con Silvia Tanús, reclamó en general una mala administración. La regidora de Morena, Patricia Montaño intentó defender su gestión, pero su tropezado discurso y los errores en su lectura desviaron la atención de los pocos asistentes al patio del Palacio Municipal.
Mientras, los regidores del G5 levantaron unas hojas con letras diminutas como manifestación en contra de la gestión riverista. Parece que alguien les advirtió que no se distinguía su protesta porque al cabo de unos minutos usaron el reverso para pintar con plumón la frase: “¡No reelección!”, ahora sí en grande.
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Su gobierno no está bien calificado, y lo sabe. En la última parte de su discurso, Claudia Rivera lo acepta cuatro veces, todas acompañadas de una disculpa:
Primero, dice que la tarea no se ha concluido: “La tarea NO está culminada, ni las metas alcanzadas –sería irresponsable decirlo- pero los datos objetivos aquí presentados y sin temor al escrutinio”.
Después, lo que ya ha dicho antes, sobre que son ineficientes pero éticos: “En mi gobierno pueden existir fallas técnicas, pero NO éticas”.
Acepta que no está satisfecha y asegura que aún le queda tiempo para cumplir más de sus compromisos: “Me siento segura de lo que hemos hecho, no satisfecha, porque aún hay más metas que vamos a alcanzar”.
Y, para terminar, que tiene errores y defectos pero que seguirá trabajando con “decencia y honestidad”.
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Bertha Lujan fue el único cuadro fuerte de Morena que asistió al informe de la alcaldesa municipal. Ni el líder del Congreso, Gabriel Biestro, su antiguo compañero de brigada; ni el gobernador, Miguel Barbosa. Del resto de diputados locales solo se le vio a Emilio Maurer y, por parte del Senado, Nancy de la Sierra, quien salió corriendo antes de que la llamaran para la foto.
Junto a Claudia Rivera solo estuvo su equipo cercano, sus funcionarios: el secretario de Gobernación, René Sánchez, quien ha sido calificado como su principal consejero y la secretaria General, Liza Aceves.
¡Claudia no estás sola” Vitorearon.
