La pandemia de covid-19 le ha dado una nueva y triste imagen a la Avenida Juárez, una calle conocida por ser uno de los puntos comerciales y de entretenimiento más importantes de la ciudad de Puebla. Hoy luce completamente diferente: está desierta, y después de 4 meses de inactividad, se confirma que muchos de los lugares que alguna vez conocimos, nunca volverán a ser vistos.
Parece que ha pasado mucho tiempo desde que se veían largas filas de autos esperando al ballet parking, la gente esperando su turno para entrar a su restaurante favorito y por las noches, la música de los bares y antros que inundaban toda la calle.
Hoy, esa vida en la Avenida Juárez se acabó. Desde la 13 Sur hasta el boulevard Atlixco, cerca de una veintena de negocios han cerrado sus puertas de manera definitiva y decenas más se encuentran cerrados temporalmente, cumpliendo los lineamientos del gobierno del estado para no ser sancionados, pero sufriendo por la falta de ingresos y el desempleo al que se enfrentan cientos de poblanos.
Los comercios más valientes ahora brindan servicios a domicilio exclusivamente, y hay algunos que están tratando de sobrevivir. Desafortunadamente, la suerte no llegó para los demás.
Muchos otros se encuentran en pausa y esperan a que el virus sea erradicado para continuar con su labor. La esperanza es lo último que muere, pero el coronavirus no da tregua, el semáforo epidemiológico sigue en rojo y no se sabe con exactitud cuándo bajará el alto índice de contagios en Puebla.
Los establecimientos —en su mayoría restaurantes y centros nocturnos— que alguna vez fueron el punto de reunión de adultos y jóvenes, hoy se encuentran desolados y descuidados. El mobiliario, las barras de bebidas e incluso las cocinas fueron retiradas en su totalidad; ya no se observan las grandes marquesinas en las fachadas y algunos edificios empiezan a resquebrajarse como si la falta de personas al interior los hubiera envejecido de repente.
Las multitudes y la música a todo volumen que invadía la calle han sido reemplazados por un ambiente de silencio total, que no encaja con la zona más cosmopolita del centro de la capital poblana.
En la esquina donde se encontraba Bull McCabe ya no suena música rock; en Beirut desapareció su mobiliario y anunció a los clientes el cierre de sus sucursales con la esperanza de volver a entregar noches inolvidables a las y los jóvenes poblanos que desahogaban sus problemas bailando.
El Tiradero dejó de tocar la música regional mexicana que a tantos apasiona; El Tigre rugió por última vez hace unos meses, y ahora parece caerse a pedazos.
Bambukos le dijo adiós a la avenida con un camión de mudanzas lleno; al letrero de La Terraza poco le falta para tocar el piso; La Dueña ya no seguirá siendo cantina y para fortuna del bar Sufrida, tendrá una segunda oportunidad en un nuevo local a tan solo unos metros de donde se estableció por primera vez.
Los desayunos, comidas y cenas en la Juárez ya no serán lo mismo sin el sabor de los pollos de Cokoc Grill, en cuya terraza las plantas se mueren poco a poco por la falta de agua; el Café Punta del Cielo, ubicado en la esquina de la 23 Sur, al igual que Los Manteles removieron sus letreros al frente del inmueble, no más café ni comida casera; ni siquiera la sucursal Chili’s que forma parte de una gran cadena de restaurantes a nivel mundial resistió la crisis.
Los edificios que albergaron oficinas, tiendas de vestidos de novia y hasta casas de cambio, ahora están reforzadas con candado y muestran grandes letreros con la leyenda “Se Renta” en las puertas, ventanas y enormes aparadores donde solían exhibir sus productos y servicios. La basura abunda al interior y las luces apagadas les dan un aspecto tétrico a estos espacios e incluso da la impresión de que llevan años cerrados. Uno ya no recuerda bien su apariencia antes de la pandemia.
Sí, así se ve la Juárez después de 4 meses de haber iniciado la contingencia sanitaria, no queremos saber cómo se verá en unos días, semanas o meses a futuro, cuando otros comercios sufran las mismas desgracias que sus colegas y deban tomar la difícil decisión de desaparecer. Extinguirse ahora o morir en el intento después.
