19 de Abril del 2024

Ejercicio sí, gimnasios no

Por Betzabé Vancini / /

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Esta semana la polémica ha estado intensa por las “protestas” para que abran nuevamente los gimnasios cuando, en muchos estados de la República, ni siquiera hemos llegado al pico de contagios, y Puebla es un gran ejemplo de eso. Ya sé que los gym lovers me van a odiar, pero lamento mucho decirles esto: los gimnasios no son un giro esencial.

Mucho de lo que he leído en estos días en redes sociales es que la gente que está a favor de abrir los gimnasios lo antes posible, alega los efectos positivos del ejercicio en la salud mental. Pero, permíteme ser muy clara: el ejercicio no se limita al espacio del gimnasio. Si bien el gimnasio es el lugar destinado para actividades de ejercicio y rutina individual o relativamente individual —porque hay clases grupales—, no es el único lugar en el que pueden practicarse actividades que ayuden a fortalecer el cuerpo y mejorar la salud de manera integral. Y, si esto parece tan evidente, ¿por qué tantas protestas para que los abran? Te explico:

El ejercicio cotidiano produce una serie de neurotransmisores que nos ayudan a bajar la ansiedad, aminorar o prevenir la depresión, evitar episodios maníacos en personas con bipolaridad, mejorar en general el estado de ánimo y la relación con nuestro cuerpo. Estos neurotransmisores se llaman endorfinas y son los encargados de darte esa sensación de bienestar después de entrenar, aunque tu cuerpo esté agotado. Las endorfinas, como muchos otros neurotransmisores, activan nuestro centro de recompensa —circuito dopaminérgico-— y entonces esa sensación de bienestar se vuelve una clase de adicción. Para todos los que hacíamos ejercicio en el gimnasio de manera cotidiana o asistíamos a algún lugar de entrenamiento que fue cerrado por la contingencia como salones de box, crossfit, estudios de ciclismo, etc., el cierre le pegó duro al sistema de recompensa y durante las primeras semanas nos sentimos un poco “perdidos” en cuanto a nuestra rutina, y progreso deportivo. No obstante, más o menos una semana después del cierre de todos estos lugares, hubo quienes recuperaron su ritmo rápidamente haciendo entrenamientos muy similares a los que hacían, pero en casa, en parques o por medio de aplicaciones, tan sólo fue cuestión de ponernos creativos y echarle un poco de cabeza a pensar qué grupos musculares trabajábamos qué días y a buscar ejercicios similares. De verdad, no es física cuántica.

Entonces, ¿por qué tanto problema? Porque, tristemente, la mayoría de las personas que asistían a estos lugares dependían de una motivación externa. Es decir, dependían de la competencia con otros usuarios, del “estatus” que implica ir a un gimnasio o de las instrucciones del entrenador. Miles de personas que llevan años “entrenando” en un gimnasio y que tienen la misma rutina que repiten una y otra vez, logrando mínimos resultados o logrando más a partir de contratar a alguien externo para decirles qué hacer. Estas personas que colocan su motivación afuera son incapaces de motivarse por razones internas que son mucho más válidas que las externas: necesidad de salud, mejorar su condición física, mejorar su apariencia, ayudar a bajar su ansiedad y estrés, etc.

Otra situación bastante palpable es la ley del mínimo esfuerzo y la falta de creatividad. La gente se conforma con ir a hacer 300 repeticiones en la prensa, más las 300 en el abductor, otras 300 en el extensor, o subirse a una elíptica por 50 minutos que no te lleva a ningún lado y así no tienes que preocuparte por qué rumbo tomará tu cuerpo o cómo harás ejercicio hoy. Ya está, hay una rutina, hay que repetirla, no hay mayor preocupación, no es necesario pensar. Pero ¿es esto lo que tu cuerpo necesita? Hablaré de esto un poco más adelante.

Me gustaría explicarte por qué los gimnasios son una amenaza para la salud pública en los tiempos de pandemia: ambiente cerrado, espacio reducido entre aparatos, aires acondicionados que reciclan el aire -—y las bacterias—, toallas llenas de sudor sobre los aparatos, exhalaciones profusas que llegan a más de 1.5 metros alrededor, aparatos compartidos, baños compartidos, despachadores de agua comunitarios, perillas y manijas de puertas que son tocadas por cientos de manos al día. ¡Ugh! ¿Expliqué suficiente? Imagínate que una persona que llega a tu gimnasio es positiva a COVID-19, entra por la puerta jalando la manija, sirve agua en su termo del despachador que tú también vas a utilizar, suda y tose en su toalla que pondrá sobre el mismo aparato sobre el que tu pondrás tus brazos, piernas o cara. Evidentemente, no usará un cubrebocas, porque está contraindicado para el ejercicio, ni va a sanitizar sus manos antes y después de tocar cada aparato, su cara o sus objetos personales. ¿Ya? ¿Ves mi punto?

Ahora bien, ok, no habrá gimnasios hasta septiembre, octubre, enero o quién sabe cuándo. ¿Qué vamos a hacer con nuestra adicción al circuito dopaminérgico y a la sensación de bienestar? Tendremos que ser inteligentes y creativos. Si lo que necesitas es que el ejercicio te haga paro con tu salud mental, no dejes de hacerlo. Aprovecha cada oportunidad que tengas: sal a correr, sube un cerro, sube una escalinata, saca a pasear a tu perro, ve por tus compras a pie, etc., también establece una rutina de entrenamiento amigable para tus horarios y cúmplela. No hay absolutamente ningún grupo muscular que no puedas trabajar fuera del gimnasio. Ninguno. Si tu creatividad no anda muy bien, puedes bajar aplicaciones —como Nike Training o Asana Rebel— que te darán rutinas variadas y enfocadas en la parte del cuerpo que deseas trabajar. Si disfrutas bailar o hacer yoga, puedes encontrar infinidad de tutoriales o clases en línea.  Si pones a correr un poco más al hámster en tu cabeza, podrás idearte cualquier cantidad de entrenamientos y rutinas con ayuda de algunos elementos que es muy fácil conseguir de venta en línea: cuerdas, balones medicinales, mancuernas, pesas rusas, tapetes, ligas, bandas, TRX, etc., o incluso objetos de uso cotidiano que son bastante prácticos: botellas de pet con arena, garrafones, envases de detergente, llantas, sillas, etc.

Deja de creer que lo único que puedes hacer para mejorar tu cuerpo y tu salud mental es ir a encerrarte a un gimnasio, empieza a expandir tu cuerpo y tu mente con ejercicios que no sólo ayuden a tu condición cardio pulmonar o a tu masa muscular, sino a tu MASA CEREBRAL. Ejercitar el cuerpo también implica ejercitar la mente al retarte a hacer algo distinto cada día. No todo en la vida son pesas y suplementos, hay un mundo allá afuera y tu cuerpo es capaz de hacer cosas increíbles si se lo permites. Los límites los pones tú.

Como siempre, estaré atenta a todos tus comentarios y preguntas vía Twitter. Me encuentras como @betzalcoatl

Puebla GOb

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