Como sucedería en cualquier régimen autoritario, el presidente giró una instrucción y los diputados simplemente obedecieron. En días pasados, una vez más los diputados de Morena y aliados, se olvidaron del diálogo y sin hacer objeción, ni realizar un análisis de fondo, aprobaron la propuesta realizada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que, con el aval del presidente busca eliminar y disponer sin ningún tipo de regulación de los recursos de 109 fideicomisos cuya bolsa asciende a poco más de 68 mil millones de pesos.
Esta decisión, como ya es costumbre en esta administración, se encuentra justificada bajo el ya muy desgastado discurso para combatir la corrupción, pues tal y como ocurrió con el Aeropuerto de Texcoco, las estancias infantiles, la policía federal y el INADEM, sin mostrar una sola prueba más que los dichos del presidente, fueron cortados con machete en lugar de hacer una auditoría para identificar lo que no funcionaba y a su vez corregir las supuestas irregularidades con bisturí.
Lamentablemente, hasta el momento ninguna de las acusaciones de corrupción ha sido probadas y por si fuera poco, no hay una sola persona en la cárcel que se haga responsable por los actos de supuesta corrupción que existían; mientras que a su vez, este gobierno se destaca precisamente por su opacidad y falta de transparencia al momento de asignar los recursos y encubrir a los suyos cuando se les señala por las mismas prácticas.
Muestra de ello, es la comparativa de este gobierno que en los hechos, ya supera a cualquiera de los neoliberales, en el otorgamiento de proyectos por adjudicación directa, por lo que podemos deducir que, al utilizar peores prácticas para ejercer los recursos públicos contrario a los principios de transparencia, los convierte en más corruptos, solo que ahora cínicamente se justifica en nombre del combate a la corrupción, pero que en realidad esconde un desfalco sin precedentes destinando esos fondos para financiar clientelas y proyectos de infraestructura inviable.
Con la eliminación de los fideicomisos, el gobierno de la cuarta transformación dispondrá de los recursos de manera discrecional y opaca, y con ello desamparará a cineastas, académicos, deportistas, víctimas de violencia y afectados por los desastres naturales, pues si bien, existe la promesa de que no se les abandonará y que ahora será el gobierno federal quien entregará de forma directa dichos recursos, no es necesario ser muy listo para entender que los apoyos ahora funcionarán como una manera de condicionar y politizar el apoyo y entregárselo a aquellos que simpaticen con el proyecto de la cuarta transformación y por si fuera poco, ahora su ejercicio dependerán directamente de lo que se asigne en el presupuesto de egresos.
¿Cómo justificarán que en año olímpico se dispongan de los fondos para apoyar a los ya de por si abandonados deportistas?; ¿Cómo justifican que, sin aún haber una cura para el Covid, eliminar los fondos de investigación científica y académica?; ¿Cómo justifican en plena época de huracanes y ciclones eliminar el apoyo para los miles que perderán sus hogares y patrimonio?; ¿Cómo justifican en el año más violento de la historia del país y con más periodistas asesinados eliminar el apoyo para los perseguidos y las víctimas de violencia?
Tristemente, con esta decisión una vez más nos damos cuenta de la poca capacidad que existe para construir de este gobierno, quien con discursos simplistas pero pegajosos, está destruyendo lo que con años se había logrado, un gobierno donde las decisiones se toman sin importar si lo que existe funciona o no.
Como mexicanos aún podemos tener esperanza de que en el Senado con mayoría también Morenista, recapaciten y den marcha atrás al grave error cometido por los diputados quienes a pesar de haber prometido ser diferentes terminaron replicando las mismas malas prácticas que antes criticaban.
