Andrés Manuel López Obrador presentó su segundo informe de gobierno, el cual, refleja una realidad que dista mucho de la que enfrentamos los mexicanos día con día, un informe que no muestra ningún signo de preocupación por la peor crisis económica en la historia de nuestro país, una pandemia que no cesa y que, en conjunto con la crisis de violencia, ya suma 120,000 muertos. El informe del presidente, está lleno de cifras inventadas y sin sustento, cifras que tienen la única intención de hacer creer a los ciudadanos menos informados que el rumbo es el correcto.
El presidente en su discurso como ya es costumbre, pretendió crear una realidad alternativa y mediante su ya conocido discurso revanchista, lleno de acusaciones y falsas afirmaciones, refrendó una vez más su compromiso en combatir la corrupción y terminar con la pobreza que al menos en sus dos primeros años de gobierno, no ha ocurrido.
En los hechos, la actual administración ha dejado en claro que cuando se trate de los suyos, la corrupción será tolerada, incluso justificada como “aportaciones en favor de su movimiento”; mientras que en la reducción de la pobreza sus resultados son todavía peores, 10 millones de nuevos pobres, originados en gran medida por la falta de una política fiscal anticíclica que permitiera a las empresas aguantar el embate de la pandemia y proteger así el ingreso de millones de familias que hoy se encuentran sin empleo.
“No es por presumir, pero en el peor momento contamos con el mejor gobierno” señaló el presidente. Aunque parece chiste es anécdota, ya que no hay un solo indicador que sustente dicha afirmación donde, a pesar del optimismo mostrado, nuestro país se encuentra en un escenario aterrador en el ámbito económico y social, un escenario que implica que los mexicanos una vez más tendremos que asumir una nueva década perdida, cuya causa reside en la soberbia de un individuo que no está dispuesto a rectificar y cuyo único interés es concentrar poder a cualquier costo, en lugar de ejercerlo responsablemente.
Frente a esta ausencia de resultados y la inexistente gobernanza, los ciudadanos debemos de generar un nuevo trato y evitar ser arrastrados como siempre a un desastre más. Los ciudadanos debemos de mirar hacia el futuro y reconfigurar la forma en cómo se toman las decisiones en nuestro país. Para ello es necesario romper paradigmas sobre la forma en la que se hace política y ser los ciudadanos quienes comencemos a formar parte activa de la construcción del país que queremos.
Hoy es más que claro que el presidente y su séquito de aduladores serán incapaces de rectificar el rumbo. El informe de gobierno da muestra que harán caso omiso de todas las señales que nos llevan hacía un tifón en mar abierto, sin importar que eso implique perderlo todo con tal de mantener una reputación que solo existe en su mente.
Por ello, la necesidad de ignorar a Andrés Manuel y crear este nuevo trato, conformado por todos aquellos que no estamos dispuestos a ser cómplices de la catástrofe, un trato que permita la incorporación de todos los sectores que no estén dispuestos a vivir en un país donde se tenga que obedecer sin cuestionar, un trato que abra la puerta para la construcción de un país diferente, una refundación política que permita la “evolución mexicana” y que, con esta evolución, sean desterradas las viejas prácticas que a pesar de existir en las promesa de cambio, hoy están más arraigadas que nunca.
México sí tiene alternativa, y esa alternativa somos sus ciudadanos
