En los pasillos de la Secretaría de Salud andan tres chicos de cuidado. Los trabajadores lo saben, viven aterrados, en cualquier momento se les pueden ir a la yugular solo porque se les atravesaron, por una vieja rencilla o por ganas de fastidiarle el futuro a alguien.
Este trío de chicos de cuidado está integrado por Jorge Emilio Pérez Martínez, director de Riesgos Sanitarios; Hilda Vázquez, de Recursos Humanos y un tal César quien ni cargo tiene pero se hace pasar por el asesor estrella de Jorge Emilio.
Estos tres funcionarios se dedican a aterrorizar a los trabajadores del área de Riesgos Sanitarios. Uno que porque es compadre del gobernador y tiene la misión de correr a todos los que hayan trabajado en administraciones anteriores, pero se le olvida que él igual viene de la de Gali y Moreno Valle.
El segundo, su súper asesor estrella, porque tiene sed de venganza y odio, luego de que la ex directora de Riesgos Sanitarios, Denisse Santiago le quitó una de sus dos plazas en Salud. Verán, y el tal Césr es sindicalizado y a la vez tenía una plaza de confianza.
¡Qué agradandalle!
Y ahora quiere venganza contra todo lo que huela a Denisse, contra quienes hayan denunciado su agandalle o simplemente porque les cae mal. Y la tercera, bueno, dicen que ella de por sí es así. Llegó de la iniciativa privada, tiene una clínica particular y tuvo la fortuna de estar en el lugar correcto.
Ellos tres se han dedicado a hacerle imposible la vida a los trabajadores de Salud, muchos de ellos con años de servicio en la dependencia, por lo que correrlos implicaría liquidaciones cuantiosas.
Por eso, implementaron una estrategia de terrorismo laboral. Simplemente les bloquean las checadas biométricas de esta forma ya no pueden registrar su hora de entrada y salida. Posteriormente, les levantan una falta administrativa y terminan despidiéndolos sin derecho a liquidación.
Ya son muchos los casos de despidos injustificados y no hay quién los pare. Y es que quincena con quincena presentan a los trabajadores que según son enemigos de ellos, sus renuncias voluntarias, por supuesto, se niegan a firmarlas y es cuando inicia la pesadilla.
Y por supuesto, los trabajadores están cansados de esta situación. Ojalá que alguien los pueda ayudar, porque de verdad los abusos que viven todos los días no son de un gobierno de la Cuarta Transformación.
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A quienes también debería de regañar el gobernador Miguel Barbosa son a las autoridades de San José Chiapa, pues a pesar de que el gobierno del estado les pidió cancelar su fiesta, a estos señores les valió dos hectáreas de espinacas la recomendación y por sus pantalones, siguieron adelante con la feria.
