Desde el 10 de marzo que se dio a conocer el primer caso de coronavirus en Puebla, tanto el gobierno como el municipio han emitido una serie de normas para intentar garantizar, primero la Sana Distancia y, ahora el confinamiento. El problema es que no hay quién las haga respetar.
Son más de una decena de normas que los poblanos deberíamos estar cumpliendo, muchas de ellas, les aseguro, ni siquiera las recuerdan, como: que en todos los establecimientos que permanecen abiertos las personas que cobran deben usar guantes, una norma que se ha incumplido desde la tienda de la esquina hasta la cadena más grande.
Otra es que los autobuses deben ir a menos del 50% de su capacidad, dejar una fila de asientos entre los usuarios, y deben ser sanitizados cada hora. Tampoco. Las filas con Sana Distancia, ni se diga, uno de los ejemplos fue este 10 de mayo afuera de las pastelerías.
Tampoco les importa la norma para usar cubrebocas siempre, apenas si están logrando su uso obligatorio en el sistema de transporte RUTA.
Los tianguis siguen operando, los ambulantes continúan instalados en diferentes puntos del estado, los negocios no esenciales están abiertos, y hasta los taxis piratas con más de cinco pasajeros en el Periférico siguen trabajando.
Los poblanos siguen atiborrando las bancas del Zócalo, del Paseo Bravo, en los mercados y en los pasillos de los tianguis como si de un paseo se tratara.
No, no es gente que si no sale a trabajar no come, son personas que ven la salida al tianguis y al centro como un paseo dominical.
¿Por qué lo siguen haciendo?
En las encuestas que hemos realizado en Central, Página Negra y Rayas, podemos ver que son muchas las personas que dudan de que exista la enfermedad, otra es que no todos se enteran de las medidas y muchos solo deciden ignorarlas porque ven que otros siguen abriendo sus locales, transitan sin cubre bocas y piensan que es justo que ellos hagan lo mismo.
Pero también es verdad que no se ha visto una presencia notoria de las autoridades para garantizar su cumplimiento. La desobediencia se ha notado mucho más al interior del estado, con alcaldes incapaces de regular la salida de sus pobladores, ni porque entre más lejos estén de la capital más difícil será acceder a los sistemas de salud.
Ahora Puebla parece mostrar un patrón de crecimiento de 50 casos por día, y un promedio de siete muertos diarios, de seguir así, según advirtió el gobernador Miguel Barbosa, en dos semanas el sistema de salud estará saturado.
Entonces sí, vendrán los reclamos de los alcaldes por la falta de camas en los hospitales para su gente, cuando antes no tuvieron la capacidad ni la disposición de reducir la movilidad.
Ni se quejen.
