25 de Abril del 2024

Somos todos

Por Viridiana Lozano / /

Guía para irreverentes

La señora Juana tiene 45 años. Este domingo salió con sus hijos pequeños al Centro a dar una vuelta porque, durante la semana, se la pasan entre las clases y el trabajo. Fue ahí porque no necesita mucho dinero, unos 50 pesos de pasajes y 20 para comprarles helados. Se sentó en una banca y los miró mientras corrían por las fuentes.

En su colonia no pueden salir porque es peligroso y dentro de casa no tienen espacio para jugar. Si hasta duermen amontonados todos en una recámara.

Por supuesto, a Juana no le alcanza el internet para enterarse que su rostro fue viral la noche del domingo, cuando los medios difundimos fotografías de los poblanos en el Centro Histórico, amontonados y sin cubrebocas, en medio de la amenaza por un repunte de contagios de coronavirus.

Los pocos datos que tiene los usa una vez a la semana para mandar las tareas de la escuela que ven sus hijos en televisión, y que ni ella entiende porque no sabe bien leer ni escribir.

Juana apareció compartiendo la banca con otros cuatro desconocidos. Amontonados como si fuera en el autobús, tenía el cubrebocas en la barbilla porque su hijo ya no se quiso terminar el helado, y ni modo de tirarlo.

Ella y muchos otros poblanos recorrieron el Centro de Puebla este fin de semana, todos con historias diferentes sobre por qué estaban ahí. No justifico, solo les digo que cada quien tenía una historia.

Sus fotos fueron difundidas por nosotros, los medios de comunicación, porque el jueves el gobernador alertó sobre un posible repunte de contagios. El viernes dio a conocer nuevas medidas para vigilar que los poblanos permanezcan, en la medida de lo posible en sus casas.

Yo misma, ayer por la noche, lancé un tuit con esas fotos indignada de que la gente salga a las calles sin tener real necesidad de hacerlo. Obtuve varios likes de personas que seguramente piensan igual que yo.

Luego pasé varios minutos más viendo mis redes sociales. Facebook e Instagram, en donde muchos conocidos míos hicieron lo mismo, pero en otros contextos.

Asistieron a fiestas de cumpleaños con más de diez personas. Postearon fotos divertidas probándose disfraces en Party City, porque viene el Halloween.

Regresaron de un viaje a Cancún para el que tuvieron que ir al aeropuerto y tomar dos vuelos llenos de gente, y sin circulación adecuada del aire.

Salieron en la noche a visitar algún bar que, con el pretexto de vender comida, ya han abierto sus puertas. Uno que engaña los operativos con un letrero afuera que dice “cupo lleno”, pero que solo ha separado un poco las mesas para guardar las apariencias.

Otros que escaparon a un estado vecino porque ya están cansados de que las salas de cine en Puebla sigan cerradas.

Ellos no salen en las fotos de los medios que hablan hoy sobre la irresponsabilidad de la gente en medio de la amenaza del repunte. Salen en historias en sus redes sociales a las que reaccionamos con corazones o “me importa”.

Pero ahí están.

No son los que están afuera tomándose un helado en una banca del Centro Histórico.

Somos todos.

 

 

Puebla GOb

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