Sonideros de la capital poblana pidieron al Ayuntamiento de Puebla que les destine un lugar público para poder realizar bailes cada ocho días. Aunque no han tenido un diálogo y acercamiento con las autoridades, los dueños de los sonidos tienen contemplado que este lugar sea el kiosko del Paseo Bravo ubicado sobre la 11 Sur.
Rodolfo Madril, propietario del sonido Ramsses e integrante de la Federación de Sonideros de Puebla, defendió estos bailes pues explicó que generan empleos: desde las personas que pintan las paredes, hasta los que les hacen las lonas, cargan las bocinas y los choferes que manejan las unidades donde trasladan su equipo de sonido.
Además, dijo que, si bien, en estos bailes hay gente alcoholizada y bajo el influjo de algunas drogas, esto se ve en todas las clases sociales pero ellos son más “visibles” porque sus bailes los realizan en la calle y con personas de bajos recursos.
“Las drogas, el alcohol y todos los desmanes que se hacen, existen en todos los niveles sociales, nada más que en nosotros es más visible porque trabajamos en la calle y llevamos el sonido al barrio, con la gente más humilde y que no tiene dinero para pagar un boleto o una botella en un antro”, declaró.
Los sonideros realizaron una manifestación la tarde de este domingo para exigir al ayuntamiento que les otorgue permisos para poder realizar sus bailes en vías públicas. Denunciaron que antes les otorgaban permisos para poder cerrar calles con ciertas restricciones que consistían, principalmente, en dejar el lugar limpio; sin embargo, durante la administración de Claudia Rivera estos permisos ya no se han otorgado.
La manifestación salió al mediodía en la zona conocida como “El Gallito” y avanzó todo Reforma hasta llegar al Zócalo, donde se realizó un baile con la participación de diversos sonidos. Cabe mencionar que los manifestantes denunciaron que una grúa y un auto de la Secretaría de Gobernación les obstruyó el paso para evitar que llegaran al primer cuadro de la ciudad.
A esta manifestación se sumaron payasitos y sexoservidoras, como apoyo con sus compañeros sonideros, debido a que pertenecen a la misma asociación llamada Ciudadanos Incluyentes.