Inseguridad en Puebla ¿Realidad o percepción?

Por Facundo Rosas / /

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Durante los últimos años, dos frases han cobrado relevancia en el ámbito de la política y la seguridad pública, la primera dice textualmente “la forma es fondo”, mientras que la segunda refiere que “percepción es realidad”.

El análisis en esta ocasión se centrará en torno a la segunda de ellas y en palabras sencillas trataré de interpretarla a la luz de los más recientes acontecimientos en materia de seguridad.

En diversos corrillos y reuniones familiares es cada día más común que los participantes refieran haber sido víctimas de un delito o que hayan sucedido muy cerca de ellos, algo así como la advertencia escrita en el espejo retrovisor derecho de un vehículo automotor que a la letra dice “los objetos están más cerca de lo que aparentan”.

Sin duda que el fraseo de que “percepción es realidad” tiene una fuerte carga emocional, pero cuando lo que está en riesgo es la integridad física y el patrimonio de las personas, lo más importante es lo que sienten y no los argumentos técnicos para defender que las cosas van bien. Si hubiera que buscar una nueva categoría de análisis para este tipo de coyunturas, se llamaría “razonamiento de la emoción”, tal vez contradictoria pero más vigente que nunca.

Luego entonces impactar positivamente en la percepción no es cosa fácil, pero un primer paso podría ser articular una serie de mensajes en cuya elaboración y difusión participen las autoridades responsables y representantes de todos los sectores de la sociedad, para asegurarse que llegará a su destinatario de forma más precisa.

Para aproximarse a la realidad por la que atraviesa Puebla y dilucidar porqué está cada vez más cercana a la percepción, habría que revisar las cifras sobre incidencia delictiva y la cifra negra, para finalmente contrastarla con la percepción de inseguridad, tanto a nivel estatal como municipal.

De enero a mayo del 2019 en el estado de Puebla, la incidencia delictiva se incrementó en 33.7%, respecto de 2018. De manera individual aumentaron el homicidio doloso en 5.8%, el homicidio doloso cometido con arma de fuego 22.7%, los robos totales 14.3%, a casa habitación 14.9%, a transportista 35.6%, a transeúnte en vía pública 40.3%, a transeúnte en transporte público 137%, el secuestro 51% y las lesiones dolosas 168.3%.

En sentido inverso, disminuyeron el robo a negocio y de vehículo en 1.2% y 9.1%, respectivamente, además de la extorsión en 19.2%

A nivel municipal, la incidencia delictiva aumentó en 25.7% en el mismo periodo comparado con 2018. La mayoría de los delitos fueron cometidos con violencia.

Ahora pasaremos a la cifra negra, que junto con la incidencia delictiva reflejan lo que ha pasado en Puebla, es decir a los delitos denunciados ante el Ministerio Público hay que sumar aquellos que por diversas razones no se denuncian, pero sí impactan directamente en la percepción de inseguridad, hasta acercarse a la realidad.

Entre 2010 y 2017 la cifra negra en la entidad poblana se mantuvo entre el 92.3% y 94.9%, la mayoría de los años por arriba de la media nacional que fue de entre 91.62% y 93.8%.

Dicho de otra forma, solo entre 5 y 7 delitos por cada 100 que suceden en Puebla se denuncian ante el Ministerio Público. Habrá que precisar que existen delitos que no alcanzan a probarse ante el juez y los probables responsables quedan en libertad.

La suma de los delitos que no concluyen en sentencia condenatoria y la cifra negra (delitos no denunciados) dan como resultado lo que se conoce como impunidad y ésta es superior al 99% en Puebla, es decir por cada 100 delitos que se cometen, se castiga menos de 1.

El resultado de estas sumas y restas se traduce casi directamente en percepción de inseguridad, que no es más que la sensación de que independientemente de donde se encuentren las personas, está en riesgo su integridad y su patrimonio. En síntesis, es el porcentaje de personas que viven en una región geográfica y no se sienten seguras.

Entre 2012 y 2018, la percepción a nivel estatal se incrementó de 57.1 % (2012) a 81.4% (2018), manteniéndose siempre por debajo de la media nacional, excepto en 2018 (79.4%), cuando las cifras se invirtieron y la entidad empeoró.

A nivel municipal la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana, señala que la percepción de inseguridad en la capital disminuyó temporalmente entre octubre-diciembre 2018 y marzo-abril 2019 de 93.4% a 87.6% respectivamente. Sin embargo, al comparar los trimestres enero-marzo de 2019 con el mismo del año pasado, las cifras aumentaron de 80.9% en 2018 a 87.6% en 2019.

Una vez analizadas la incidencia delictiva (delitos denunciados) y la cifra negra (delitos no denunciados) como partes de la realidad en materia de seguridad, solo faltaría contrastarlos con la percepción de inseguridad para concluir que esta última guarda similitud con la cifra negra.

En cuanto a la incidencia delictiva, que sólo registra entre 5 y 7 delitos por cada 100 que se cometen, esta sólo complementa el rompecabezas y nos permite sostener la tesis de que “la percepción es realidad”, además nos aproxima a la que refiere que “la forma es fondo”.

Por si algo faltara, es muy probable que la percepción de inseguridad en el municipio de Puebla para el trimestre abril-junio del 2019 regrese a niveles de octubre-diciembre del 2018, cuando registró 93.4%

Versión no contada. En el 2012 la entidad poblana sufrió un incremento en su incidencia delictiva como nunca antes, la razón no fue cuestión de presupuesto sino la falta de una estrategia que privilegiara el combate a la logística criminal que hace posible que un delito se cometa, además de labores de prevención en coordinación con la sociedad civil y las autoridades municipales. Los resultados no se hicieron esperar y al cierre del 2013 la incidencia descendió 29.25%. En materia de seguridad no hay magia, se requiere de voluntad política, experiencia, conocimientos y conducción de las mujeres y hombres que forman parte de las policías, así como de la participación ciudadana. Carencias presupuestales siempre habrá, la clave es establecer prioridades y medir cada acción emprendida con el apoyo de indicadores.