La séptima edición del Carnaval de Bahidorá se entregó por completo a sus asistentes, quienes disfrutaron como cada año de la belleza de un sitio natural que combinado con música de alto nivel, organización de primera calidad y un ambiente de libertad y vida, dieron como resultado un exitoso encuentro al calor de Morelos.
Bahidorá se caracteriza por hacer vibrar al ritmo de la música, que en sintonía con un clima perfecto, resulta en una experiencia completa donde cada rincón de Las Estacas está perfectamente planeado para ser aprovechado.
Este año la naturaleza sorprendió más que cualquier otro, pues cuando el carnaval se disponía a comenzar, un sismo de magnitud 7.1 vino a tambalear el centro del país, siendo una experiencia llena de adrenalina que dejó al público boquiabierto.
#AlMomento Se registra sismo en el centro del país.
— Periódico Central (@CentralPuebla) 16 de febrero de 2018
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Las eventualidades del clima no fueron causa para que los ánimos decayeran, pues con una fiesta que amenizó la noche del viernes 16 de febrero, cientos de asistentes comenzaron a arribar para instalarse en el que fue su hogar durante tres días.
Juegos pirotécnicos, cerveza y house dieron comienzo al ritual natural que buscó ligar al público con las maravillas naturales del sitio, lo ameno del staff y la siempre incluyente y divertida dinámica que se desarrolló en cada segundo.
Fauna, flora, artistas y asistentes fluyeron en un mismo espacio, mismo que fue testigo de los beats más refinados de la música underground clásica y contemporánea. Sabine Blaizin, Nickodemus y Kenny Dope por mencionar algunos.
La impecable organización de Distrito Global y Ache Producciones dieron cabida a que los miles de asistentes pudieran disfrutar de un ambiente cien por ciento seguro, en el que lo único importante fue que cada momento invertido en Bahidorá, valiera el esfuerzo de viajar hasta el lugar de la eterna primavera mexicana, Morelos.
Temazcal, reciclaje, arte consciente, pláticas sobre drogas e incluso yoga fueron parte de las amenidades con las que pudimos encontrarnos a lo largo del carnaval. Actividades guiadas por expertos en la materia y de las cuales todo asistente fue bienvenido.
El arte dio de qué hablar, pues la magia y conciencia de expresiones como el Centro Morelense de las Artes, Máscaras de Alambre y Flaminguettes, llenaron de color y experiencia interactiva los rincones del parque natural Las Estacas. Arte gráfico, visuales, artesanía y diseño fueron piezas instaladas exclusivamente para este evento.
La curaduría en el lineup de Bahidorá fue hecha de manera meticulosa, pues los géneros de los que disfrutamos fueron tan diversos como la gente misma. Los ritmos africanos se apoderaron de una buena parte del carnaval, entre los que destacaron: Hety and Zambo y su reggae, Awesome Tapes From Africa con una amplia propuesta de sonidos, y para latinoamerica, la gloriosa Dame Blanche, talentosa compositora y música quien explora y combina desde su raíz los ritmos latinos.
Como no podía faltar, la amplia propuesta techno y house elevó el nombre de épicos DJs que arribaron a México para deleitarnos al ritmo de su consola, que se fusionó con efectos visuales y luces que difícilmente podían pasar desapercibidos.
Los experimentados amos del beat Lee Burridge, Fred P, DJ Scratch y Axel Boman, hicieron gala de su reconocida trayectoria y ofrecieron un espectáculo único en su tipo, haciendo que las pistas de baile no dejaran de vibrar un instante.
Por la parte del continente latinoamericano pudimos disfrutar de la visita de artistas con diversos géneros: Nathy Peluso, Dubatonik y Eptos Uno con el dubstep, hip hop y rap.
Chancha Vía Circuito y Los Aguas Aguas hicieron que nuestros pasos se combinaran al ritmo de la electrocumbia y el reggae.
Carnaval Bahidorá demostró una vez más que la calidad y entrega con la que se ofrece a sus seguidores, es muestra de un festival masivo único en su clase, responsable con el medio ambiente, consciente de la diversidad y fiel amante de la música más exquisita que se pasea entre diferentes ritmos.
Con una amplia área de camping, espectáculos de pirotecnia, arte e instalaciones por demás interesantes, pudimos soñar despiertos y hacer de la naturaleza el escenario en que alma, cuerpo y mente se fusionaron para hacer de los días, una experiencia paradisiaca completa.
Bahidorá no promete, actúa. No pretende, existe. No sueña, se realiza. Y es que 2019 ya se ansía, después de haber experimentado la mágica edición de este 2018.
