26 de Abril del 2024

Vestir con felicidad

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Efectivamente, ser miserable o feliz requiere la misma cantidad de esfuerzo, como menciona Regina Brett en su libro Dios Nunca Parpadea, y a veces se suele optar por la vía más fácil, aquella donde resulta mejor criticar a otros que autocriticarse o autoevaluarse.

La forma en la que vemos al mundo es la forma en que nos reflejamos en él y por lo tanto, entre más amarga nos parezca la vida, más amargos nos presentaremos día a día. Vivir quejándonos constantemente no sólo nos genera una niebla interior insoportable, también nos aparta y nos aleja de lo más importante. Sólo uno mismo es el creador y director de la felicidad propia.

Durante mucho tiempo viví en el enojo total, con demasiado rencor y con un odio inacabable y por ende, la vida se me presentaba de la misma manera. No hay nada peor que creerse todo poderoso, alzarse en el pedestal del paraíso del ego y darse cuenta con el tiempo que no hay pedestal sino un abismo sumamente sufrible. Recuerdo criticarlo todo, recuerdo haber sido grosero con gente que me apreciaba o con aquellos que pasaron en mi vida brevemente, recuerdo mis opiniones llenas de dolo, mis señalamientos con altos niveles de descalificación, recuerdo haberme mencionado tantas veces que el mundo debería aprender de mí, recuerdo haber entrado en disputas sin sentido por el simple hecho de hacer enfadar a otros, recuerdo haber despertado apretando la mandíbula y despreciando los amaneceres. Así pasé años, viviendo en la total mediocridad.

Conforme fui descubriendo la meditación y comencé a ver un poco más hacia mi interior me di cuenta de mi vacío espiritual y por ende, del vacío insoportable en el que me encontraba. Conforme fui meditando y dejando ciertos vicios una pregunta retumbó en mi mente y cada vez que se cruza la amargura me la repito constantemente: ¿por qué me esmero tanto en ser infeliz, en pensarme infeliz? No tiene sentido alguno.

Dicen que como tratas a otros es cómo te sientes y nada más alejado, con mi familia solía ser injusto y con la gente que me conocía a veces despiadado, muchas más rencoroso. De ahí que obtenía de la vida todo menos tranquilidad, todo menos cierta paz, todo menos relaciones positivas, todo menos voluntades positivas.

En mi caso, mucho tiempo no quise darme cuenta que la mayor parte de mi energía la plasmaba en situaciones que irremediablemente culminarían con respuestas de infelicidad. De ahí también los vicios y los descalabros emocionales, profesionales y sobretodo, espirituales. Y lo peor de todo es que siempre busqué culpables de aquella suerte que me forjaba día a día con mis malas intenciones hacia mí y hacia los demás.

Nos puede parecer risible, inútil, muy ingenuo aquello que dice que con la mente se atraen situaciones, emociones, personas, etcétera. Es la mente como también la emoción que se la imprima a ese pensamiento lo que probablemente resulte en realidad. Si constantemente te dices que tu empleo es absurdo, seguramente vivirás un empleo absurdo. Si constantemente te nombras como fracasado, seguramente vivirás como fracasado. Si constantemente dices que nadie te quiere, seguramente nadie te hará sentirte amado. Si constantemente piensas que nada vas a lograr, seguramente vivirás sin intentos. Ni se diga de lo que dicen los demás de uno. Si prestamos atención y significamos en nuestras vidas los comentarios hirientes, dolosos y groseros de la gente que desea dañarnos, créanme que les estaremos entregando el poder de nuestra felicidad y me parece que no es ni justo ni digno.

Poco tiempo hace que al despertar y antes de dormir lo que hago es ponerme la mano derecha en el pecho y agradecer a Dios lo que soy y la oportunidad que me da en esta vida. Agradezco por las bendiciones y concluyo diciéndome que me amo aunque parezca risible o absurdo. Y sin embargo, amándome implica amar la vida y ser respetuoso con la misma. Me he dado cuenta que hay cosas que son inevitables, cosas que no están ni en mi poder ni en mi control pero que puedo pedir y orar siempre para que cada día al mundo le vaya mejor. Solemos desestimar a Dios o a veces solemos adjudicarle todo pero me parece más lindo pensar y creer que está con nosotros, procurándonos siempre, sin juicios ni condenas.

Creo que si reflexionamos en donde en realidad depositamos nuestra energía podemos dar con el meollo del asunto de nuestro sentir en general y de nuestras emociones. Sé que siempre valdrá más la pena entregarnos a lo que nos hace felices y también transformarnos desde el polo positivo y aunque parezca ingenuo, es momento de vestir con felicidad y por qué no, ponerla de moda.

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