28 de Abril del 2024

Me es casi imposible cerrar ciclos ¿Y?

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Tanto en terapia como en los caminos de la meditación mucho se me ha dicho sobre la importancia de cerrar bien los ciclos, deseando el bien a los demás (aunque me hayan herido) y ser agradecido con el pasado.

De alguna forma es una buena manera de ver las cosas e incluso, suele adornarse con palabras como armonía, perdón y paz. Lo que sí sé es que yo no sé cerrar ciclos o por lo menos no de esta forma.

Cuando lo he intentado me ha surgido más frustración en vez de una emoción positiva. El pretender vivir deseando lo mejor a quienes hieren o el pretender vivir pensando o creyendo que todo estuvo bien a mi alrededor y sonreírle al día evitando mis emociones “negativas” más me ha perjudicado que beneficiado.

Efectivamente considero que vivir en el pasado es un gran error, por ejemplo, el tema de la película Trainspotting 2 me gusta demasiado: no hay peor vicio que la nostalgia pero ¿cómo olvidar el pasado, cómo darle vuelta a la página o, cómo continuar hacia adelante si atrás incluso, nos hemos abandonado a nosotros mismos? Aún no puedo dar respuesta a ello.

Vivir en el presente es una de las formas para darse cuenta de la importancia del aquí y el ahora pero aun con toda la atención plena que pueda ejercerse, de alguna manera, el pasado se entromete y suele colapsar nuestro “estar aquí”.

A mí manera de ver las cosas creo que el pasado es inevitable y que siempre va a aparecer para advertirnos algo o simplemente para fracturarnos.

En mi caso, como dije anteriormente, cerrar ciclos (de la forma en la que me lo han dicho) me es prácticamente imposible y puedo quizá decir que la mayoría de mis días tienen una buena dosis de pasado. Algunas veces, ya sea escribiendo, tocando la guitarra, cocinando o caminando puedo lograr no observar mi pasado pero de alguna forma los recuerdos aparecen.

Algo que he aprendido y aceptado es que me es inevitable recordar pero puedo continuar viviendo con ello. Cuando llegan aquellas memorias pienso en su significado y en su relevancia en mi presente y me pregunto si puedo hacer algo por mejorar ese momento y si no (las más de las veces) me pregunto si tiene trascendencia el hecho de continuarlas en mi memoria, en mi vida.

Yo creía, como sucede en las películas, que cerrar el ciclo significaba despertar un día cualquiera pero con una sonrisa gigantesca, como si nada hubiera pasado. Muchas veces me decía “hoy es el día”, “hoy soy una persona nueva” o “por fin sé que cerré el ciclo” y sin embargo, estas frasecitas no solamente me enervaban, también me confundían internamente.

A veces siento que intentar cerrar ciclos es como intentar dejar de fumar y sin embargo, como ex fumador, me ha resultado más difícil cerrar ciclos. La última vez que le di importancia a eso noté que ni siquiera se trataba demasiado de las personas que me habían herido sino más bien, se trataba más de mi enojo interno que había generado el hecho de creer en los demás, el hecho de apostarle a “ser buena persona” o al hecho de abandonarme por las personas. Al notar eso vi que la imposibilidad de cerrar ciclos no provenía del hecho de romper relaciones o de algunos fracasos profesionales o académicos o el fallecimiento de un ser querido. Más bien provenía de aquello que nunca quise decir y que nunca quise hacer por haber sido traidor conmigo mismo, por haberme convertido en un cobarde más.

Así, al ver todo ese conglomerado de emociones que me causaban estrago no únicamente comencé a ser más paciente conmigo mismo sino, sobre todas las cosas, aprendí que debo serme leal y sincero y que en esta vida tengo todo el derecho de expresarme, tengo el derecho a sentirme bien o mal y también tengo el derecho a desearle nada a las personas y que esto no significa ser mal cristiano, mal budista o mal jedi, simplemente es más sincero desear nada a forzarse a procurar al otro aun cuando ese otro se encargó de joder una parte de nuestra vida. Lo chistoso del asunto es que está alrededor esta creencia de que se debe pensar siempre el bien a quienes nos han herido. En mi momento de meditación descubrí que, antes de desearles todo el bien prefiero deseármelo a mí, sanarme con ello y dejar de ser tan absurdo como para pensar que el perdón o el desear el bien hipócrita serían las claves para cerrar mis ciclos.

Creo que más allá de insistir en cerrarlos, hay que entender por qué siguen abiertos, qué es lo que nos generan y a dónde nos llevan. A través de mi enojo tenía una de dos, o tirarme al vacío de los vicios y justificar mi vida desde los actos de los demás o hacer algo creativo con ese enojo y justificar mi vida únicamente desde mis actos. Lo segundo, como lo he dicho antes, no únicamente me regresó a la escritura, también me devolvió la pasión por leer libros, la pasión por intentar tocar piezas musicales que me eran inconcebibles interpretar, el gusto por viajar y descubrir otros horizontes y sobretodo el saberme vivo con mi infinidad de emociones y sensaciones pero, lo más importante, he regresado a ser leal a mí mismo aceptando toda la vida y aceptando también mis ciclos sin cerrar, los nuevos ciclos y los ciclos evaporados.

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