No están a la vuelta de la esquina
Su sol es mucho más frío que el nuestro. Trappist-1 es una estrella roja diez veces más pequeña y 2,5 veces menos cálida, por lo que la enana se parecería más a Júpiter que al Sol de nuestro sistema.
Los planetas están muy cerca de su sol
¿Cómo es posible entonces que haya esperanzas de encontrar agua líquida si su sol es más tenue? Bueno, porque los planetas están muy cerca de Trappist-1. Todo el sistema cabe dentro de la distancia que separa a Mercurio del Sol. O en otras palabras: están tan pegados que un año del planeta más interior dura aproximadamente un día nuestro. Y eso no son buenas noticias.
Las llamaradas solares podrían socavar las atmósferas —todavía se necesita averiguar si poseen— y la radiación solar podría hacer imposible cualquier tipo de vida.
¿Ni días ni noches?
La cercanía temeraria también podría hacer que los planetas estuvieran 'bloqueados'. Es decir, que una cara de su mundo apuntara siempre al sol y a la otra a una oscuridad perpetua. Sin giro, los días y las noches no existirían. Solo habría un lado iluminado mientras que otro jamás sabe lo que es la luz del sol.
Una 'vida' en un mundo diferente
Aun si uno de esos planetas fuera habitable, la vida allí sería muy diferente. Si no hubiera plantas, no es que solo nos dejáramos de perder las vistas a las praderas, sino que no habría fotosíntesis. Por no mencionar lo que sería un mundo si hongos, que reciclan los desechos, o sin los animales. Un hogar distinto.
A pesar de los inconvenientes, el descubrimiento posee un valor incalculable. Son siete mundos que nos mantendrán en vilo durante la próxima década, cuando la siguiente generación de telescopios que se desarrolle nos permita ahondar nuestro conocimiento sobre ellos.