Thursday, 18 de April de 2024

¡El karma de Juan Carlos Valerio!

Por E. Sarah Goza / /

queperra ident

Perdonen que me reporte hasta ahorita, pero entre la peda y el temblor, tuve mareos viernes y sábado.

Reaccioné hasta este domingo para ir a la carrera de la Cruz Roja.

Esperaba encontrarme a mi amiga Sandra Ortiz para darle una buena lamida…

No piensen mal, es de cachete porque la quiero un chingo a la condenada y siempre que va a visitarnos, o sea a mi mamá humana y a mí, me da tanto gusto que le hago fiestas, la lamo por todas partes, ladro y doy de vueltas.

Luego me lleva salchichas, croquetas de las buenas y uno que otro semental para que me entretenga mientras ella platica con mi ama.

Bueno, este domingo pensamos que la encontraríamos en la carrera porque nunca falta a las competencias, pero nos equivocamos. Seguramente sigue celebrando su éxito.

Todos los que conocen a Juan Carlos Valerio saben que es un viejo cochino, prepotente, déspota, inhumano y borracho.

Corrió a #LadyReportera porque unas señoras la cargaron para que no se mojara sus zapatos, pero nunca dijo nada ni presentó su renuncia a TV Azteca Puebla cuando difundieron un video en el que está borracho y charoleando porque lo detuvieron los policías al haber chocado.

Sí, este señor tan ruin siempre se había salido con la suya, siempre hasta la madrugada de ese martes en que Sandra Ortiz y Armando Álvarez le dieron una lección, una cucharada de su propia sopa y de cierta forma, vengaron a todas las personas que tuvieron la infortuna de toparse con este gato.

De lo que se entera una en sus caminatas matutinas por la Avenida Juárez. Por cierto, espero que pongan botes de basura especiales para la popo de perro.

El caso es que mi súper sexy amiga y Armando Álvarez ya sabían que Ricardo Salinas Pliego le quitaría la señal a As Media y Raymundo Alonso.

Entonces, ella audazmente se reportó enferma por varios días y Armando le comunicó al gordito de Valerio que Azteca nacional lo había convocado para hacer un trabajo especial, pero Valerio le prohibió rotundamente tener comunicación con los directivos de El Ajusco y menos hacer trabajos para ellos.

A Armando poco le importó la orden de Juan Carlos Valerio, al fin y al cabo ya no era nadie, ya no tendría nada y ya no nos apantallaría a todos con los precios de la papaya maradol o los miércoles de frutas y verduras de Chedraui.

Juan Carlos Valerio estaba por ser defenestrado y aplicó aquella bonita frase que reza: “Muerto el rey, viva el rey”… lo que quiera que signifique.

Y llegó el día “D”. Como de costumbre y rutina de todos los días, el noti de Azteca Puebla tenía que entrar a las 7 de la mañana y como Armando no estaría, Valerio tuvo que llegar para conducir junto con Sandra Ortiz.

Se preparó para salir como siempre a dar los precios de la fruta y la verdura.

Polvo aquí, polvo allá, maquíllate.

Rin, riiiiiin, riiiiiiiin y nada que le contestaba la Sandra.

Un espejo de cristal… mírate, mírate.

Riiiiin, riiiiiiin, riiiiiiiiiin y Sandrita no le respondía.

Continuó preparándose para el noti, lo armó, seleccionó las notas, buscó los precios de la recaudería y todo lo que siempre hacía para salir al aire.

“Sandra no contesta. Ni modo tendré que salir yo solo”, dijo a los trabajadores de Azteca Puebla.

Le imprimieron el resumen, se sentó frente a las cámaras, respiró onda y profundamente y se quedó congelado.

Una vez más, preparó el resumen, se sentó, respiró y se quedó congelado.

“Es de que jefe, no sale la señal, no hay la señal”, le dijo uno de los técnicos.

“¿Cómo que no hay señal?”, cuestionó lleno de cólera Valerio.

Cuando de pronto, en todas las pantallas de Azteca Puebla aparecieron Sandra Ortiz y Armando Álvarez dando las noticias como cada mañana.

Sí, el plan ya estaba armado. Ellos ya no se presentarían a trabajar, TV Azteca México jalaría la señal, ya no dejarían transmitir nada a Valerio y así acabarían con su imperio televisivo de 20 años.

Al verlos en una nueva señal, en nuevo set, con “su señal”, enfureció, se puso verde como Regan en El Exorcista, vomitó bilis, caminó en 4 y hacia atrás, se le volteó el cogote, se puso como perra boca arriba y gritó.

Sí, se lo habían chamaqueado, le habían visto la cara y lo habían dejado sin nada.

Pobre Valerio ni la vio venir.

 

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