Friday, 19 de April de 2024

Por la boca muere el pez

Por Yonadab Cabrera / /

yonachinguen ident

Esta columna tiene un contenido altamente indiscreto y mitotero

Los hechos aquí descritos fueron retomados de los relatos del protagonista para reconstruir la historia y para salvaguardar la integridad de los antagonistas, se les cambiaron los nombres.

Nota: favor de leer todos los diálogos con tono de 911 o Misterios sin Resolver.

Nota 2: Algunos hechos fueron exagerados para su mejor comprensión.

Era una bonita mañana, lo recuerdo muy bien.

Era la mañana del 28 de mayo de 2017. El sol brillaba en tonos amarillos intensos, me deslumbraban, casi me dejan ciego.

Los niños jugaban en las calles, las mujeres salían de Angelópolis, los automovilistas conducían con precaución y sin infringir el Reglamento de Tránsito, nadie se pasaba los semáforos en rojo.

Los perritos corrían de un lado a otro, los adolescentes ayudaban a cruzar las calles a los ancianos y las personas con alguna discapacidad.

Los rateros pedían amablemente las pertenencias a sus víctimas y sin lujo de violencia.

En fin, era una mañana normal y tranquila en la ciudad de Puebla.

Y la mañana transcurría normal en el gym Nelson Vergas, cuando a lo lejos la vi.

La mujer más mala, más cruel, y villana que alguien en la faz de la tierra pueda conocer, más mala que la carne de puerco con cisticercos.

Y me dije a mi mismo: “Mi mismo ahí está TERESA. Sí, es ella T E R E S A” e hice gestos de intriga y sospecha.

Busqué la forma de evitarla, quería esquivarla, para lo cual pensé en mil posibilidades, desde volverme chango, tomar una pastilla de chiquitolina, hacerme invisible, convertirme en sapo, levitar, caminar en arco hacia atrás como El Exorcista, pero no hubo forma y el encuentro fue inevitable.

Me quedé en mi mente con el concepto de T E R E S A... ¡Esa hembra es mala!

—Hola Toña, ¿Cómo estás?— me preguntó Yalin (por seguridad omito su nombre real) con una cálida voz, muy amable y cariñosa; casi caigo en sus enredos y encantos, pero de inmediato mi mente recordó lo mala que es.

—Hola TERESA— respondí instintivamente, sin pensarlo, sin quererlo, fue una reacción a su amor desmedido y ella no sabe que le digo así, por lo que dejé al descubierto el apodo que le puse desde hace años.

—¿Cómo?— me preguntó con cara de confusión.

—Ay, perdóname Yalin, una disculpa es que venía pensando en una TERESA justo en el momento en que te vi, pero no me refería a ti, una disculpa, perdona.

Lo que yo no sabía es que ella sabe que es TERESA.

Salí corriendo muerto de la pena y desde entonces me ando escondiendo de ella.

Moraleja: No anden de distraídos porque en cualquier momento la pueden embarrar.

¡Claro! Chinguen al guapo