De nueva cuenta los videojuegos se ven en el centro de los castigos impuestos por los padres ante la mala conducta de sus hijos. Resulta que un joven fue descubierto robando unos dulces, por lo que, al enterarse su padre, decidió castigarlo de una manera en la que jamás se le volviera a ocurrir hacer semejante cosa.
En un inicio, pensó en agarrar el cinturón y aplicarle un correctivo; pero después lo pensó y le dio a elegir a su vastago. Podía ser sometido a una ronda de cinturonazos, o bien, no poder usar su Xbox 360 por un tiempo indeterminado. Sorpresivamente, el menor eligió ser golpeado antes de dejar los videojuegos de lado, cosa que hizo enojar aún más a su papá, por lo que procedió a acabar con la consola del niño.
Un castigo ejemplar ante la mala actitud de su hijo, claro que para muchos resultará un tanto duro; pero necesario si se toma en cuenta la acción por la que se recurrió a esto.