Monday, 06 de May de 2024

La panza del gato

Domingo, 29 Marzo 2015 22:29
José Rolando Ochoa Cáceres

Un disco de cuarenta y tres pistas musicales

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Hace poco platicaba con mi amigo Jerónimo sobre la postura crítica y reflexiva del arte en el contexto actual. Intentaré ser simple: hay una preocupación pero las propuestas parece que se desvanecen.

Más allá de la literatura, del cine y la pintura, conversamos sobre el lugar que ocupa la música, principalmente el rock nacional, principalmente, como Jerónimo me dijo: el mensaje hacia las masas.

Después de los acontecimientos que conocemos con relación a los normalistas desaparecidos y yendo un tanto más atrás, la guerra contra el narcotráfico, parece que los rockeros nacionales (con contadas excepciones como los tacubos, como León Larregui y otros pocos, muy pocos) no han tenido una preocupación o una gran propuesta que sea capaz de trascender, que sea capaz de salir del escenario, de salir del disco.

Aun cuando los rockeros nacionales pertenecen a disqueras ligadas totalmente al sistema neoliberal, eso no parece pretexto suficiente para no fundamentar una preocupación que acontezca en la juventud (y hablo en este punto de los grupos reconocidos, los que cuentan con una base excesiva de fanáticos y seguidores). Recordemos que este género musical siempre se ha consolidado en términos de rebeldía, no en sentido peyorativo, sí en términos de cambio, a partir de la música, hacia el escucha. Sin embargo, parece que en la actualidad el rock nacional está estancado, enfrascado en vender… las propuestas diseñadas a la venta dejan de presentar un preocupación hacia la liberación, o mejor dicho, hacia la libertad.

Pensemos en los básicos, en los Beatles, en Floyd, en Janis Joplin, en Deep Purple, en Caifanes, en Café Tacuba, en Molotov, en La Maldita Vecindad, en las Víctimas del Doctor Cerebro, en Revolución de Emiliano Zapata. Todos ellos, de alguna manera, portaban (otros lo continúan) un mensaje, una propuesta capaz de repensar la música, de repensar el contexto, de fracturar, no de eliminar… de transformar algo.

Parece que hay una resaca, quizá la suficiente para olvidar.

Con el contexto nacional actual, quizá el rock nacional debe exigirse proponer discos- silencio (ninguna grabación, algo simbólico), un disco colaborativo (varios grupos en una producción) de 43 pistas donde la distribución sea por internet, gratis, libre; quizá presentaciones free donde se reflexione el contexto a partir de la música o tal vez, de manera más radical, abandonar los sellos y fundar un colectivo, hacer videos musicales que presenten una temática nada ajena en cada mexicano… no sé.

Para Jerónimo, también la propuesta de reflexión debe surgir en el indie, donde hay una mayor amplitud creativa, donde los músicos lideran proyectos alejados de arreglos empresariales… donde la libertad artística no está en juicio…tampoco él sabe.

El tema es complejo. Recordamos la música de lucha en los 70´s donde los mensajes exponían el desencanto, una posible rebeldía.

Los rockeros nacionales actuales tampoco pueden fungir como actores subversivos, no se gana mucho atacando porque tampoco es el sentido. De ahí, surge otra perspectiva: ¿qué tan reflexivos son los músicos inscritos en el género? ¿qué tan críticos? Si bien el arte frecuenta, como exigencia ensayística, la reflexión y la crítica, parece ser que en este punto, no se carece pero sí se evita, se elude.

Si bien la postura no debe estandarizarse y ni siquiera involucrarse en la violencia, por lo menos debe existir una propuesta porque ya parece añejo continuar componiendo canciones de amor, de desamor, de olvido, de aventuras sexuales, de aventuras drogadictas o mero positivismo a lo Coelho.

Es que, como dijera mi profesor William Thornway con relación a la literatura -ya no se puede escribir igual que antes. Ya no-. Yo agrego con relación a la música: ya no se puede componer estando tan alejados de las temáticas actuales. Ya no se puede ser tan desinteresado.

Jerónimo bromea- para el amor está el pop, para el rock debe estar la crítica-.

La resaca sigue, como también el olvido.

El micrófono implica una enorme responsabilidad y más aun, en los instrumentos que rodean y fortalecen un mensaje: coro, todos canten, todos pensemos, la fuerza de la voz bosquejando la fuerza del espíritu, una guitarra que destaca, un redoble generando destiempos, fracturas, un bajo manifestándose… ensordecer, restablecer un posible camino.

Quizá debe serse tan radical como Thom Yorke…

Quizá debamos atacar el silencio a partir de la reflexión.

Quizá, también el rock nacional está desalentado…

Bien por los grupos que en el Vive Latino reflexionaron sobre el contexto. Bien por ellos. Por los de siempre.