27 de Abril del 2024

El triunfo de la intolerancia

Por Rolando Ochoa Cáceres / /
El triunfo de la intolerancia
Foto: Especial

panza identifi

Veo en redes sociales que, ante este reto político, muchas personas le están apostando más a la intolerancia que a la reflexión.

Más allá de las burlas, de los memes, de la inconsistencia por parte de los políticos de este país, de las frases desgarradoramente absurdas, de los chismes y escándalos que promueven, me preocupa más que en México se continúe perpetuando la intolerancia y la minimización de ideas.

Muchas discusiones se han alzado como legiones de descrédito y he observado que lo único que jamás triunfa en esa especie de diálogos de encono es la razón, sin mencionar la verdad.

Que la sociedad no coincida con las ideas políticas es una cosa pero de ahí a que una sociedad le apueste a la división desde la humillación, a la división desde referentes poco fiables y comprobables es, creo yo, caer en el vacío.

Estamos por entrar en uno de los procesos electorales más difíciles y críticos, quizá sea porque la mayoría de las personas ya no creen totalmente en el estado ni en sus instituciones y también puede ser porque nuestros representantes políticos han caído más en diálogos esperados donde destacan las ideas de aniquilar al oponente no sólo en el aspecto político sino también en el humano en vez de enfatizar las propuestas donde promulguen una claridad sobre los temas que nos preocupan.

Y aun así, ante esta crisis de humanismo, crisis de ideas, crisis de espíritu, crisis de reflexión y ni se diga crisis económica, veo a muchos que se desgarran o desquician por ideas contrarias a la institución o al candidato que apoyan. ¿Tiene esto algún sentido?

Queremos un país donde el respeto se promueva y aun antes de votar ya estamos desgraciando a los contrarios porque la intolerancia surge como una herramienta del diálogo que se somete, tristemente, a los embates de una razón poco trascendente.

El problema puede ser la política pero también somos los ciudadanos que, en ocasiones, nos mostramos incapaces de escuchar y de reflexionar otras ideas, otras propuestas. Me preocupa demasiado que la gente tienda a razonar sobre la violencia desde el discurso violento del “tener la razón sea como sea”. En este desagrado no sólo veo la incomodidad, también lo visceral del pensamiento en el que suponemos que podemos estar bien o peor gracias a la imagen o palabrería de un candidato a la presidencia.

No creo mucho que el futuro se sostenga en un par de manos que designen órdenes y programas económicos y sociales. Yo creo que, más allá del cambio, lo que necesita este país es orden, reflexión y sobre todo, paciencia y tolerancia.

Creo que más que decidir por la continuidad o el cambio, debemos decidir por el diálogo y la paz. Creo que más que compartir videos o notas poco contundentes por la fiabilidad de sus fuentes deberíamos pensar de dónde provienen y por qué se suceden esos mensajes.

Estoy convencido que este país puede tener el orden que merece pero que eso no depende ni de un partido ni de una persona, sería ridículo darles todo el poder por nada. Creo más en nosotros como ciudadanos, como participantes, como individuos inmersos en una colectividad positiva que en aquellos que gritan constantemente que nos representan. Creo más en la tolerancia y en el respeto que en el descrédito y la violencia.

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