26 de Abril del 2024

No eres tú, soy… ¿feo?

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

Minutos antes de ir a comprar ingredientes para preparar una cena italiana, mi novia me dijo que le parecía guapo. Al ver mi gesto extrañado y al escuchar mi exhalación con cierto desencanto agregó “bueno, para mí lo eres”.

Casualmente, antes de subirnos al auto, revisando Instagram, James Rhodes subió la foto de un poema escrito por Abdullah Shoaib (no conozco nada de él, sólo esos pequeños versos) titulado “Pretty Ugly”. El inicio es realmente emocional: I am very ugly/ So don´t try to convince me that/ I am a very beautiful person/ Because at the end of the day/ I hate myself in every single way (algo así como: Soy demasiado feo/ así que no intenten convencerme / de que soy una persona hermosa/ porque al final del día/ me odio a mí mismo en todas las formas posibles).

Si le preguntaran a mi novia cuántas veces he hecho el mismo gesto de desencanto cuando me dice que le parezco atractivo probablemente no pueda dar un número exacto.

Cuando era niño, recuerdo bien, los niños de mi escuela solían generar ciertas burlas sobre mi aspecto (aun cuando iba mucho más limpio que ellos). Las burlas iniciaban desde mi forma de peinar hasta mi nariz chueca aparte de que no dejaban de decirme que era maricón y me golpeaban en el estómago en los recreos. Después tomé cierta seguridad gracias al apoyo de mi familia y a mis vecinos (ahora mis mejores amigos) quienes me mostraron ciertas fortalezas que tenía. Y sin embargo, tampoco cesaban del todo las burlas a mi aspecto.

Mientras fui creciendo fui refugiándome en mis habilidades para destacar y probarme que no estaba del todo mal. Era futbolista, tocaba la guitarra, el piano y la batería y los libros me ayudaban a tener ciertas venganzas imaginarias.

En una ocasión, cuando iba caminando hacia mis clases de inglés, recuerdo haberme sentido no únicamente bien, también sentía que lucía bien. Antes de llegar al instituto un par de chicas comenzaron a reír al verme avanzar y una de ellas dijo “sí está guapo” y la otra respondió “qué buena broma” y ambas rieron muy fuerte. Retorné a mis inseguridades y desde ahí suelo evitar los espejos o lugares donde pueda reflejarme. Por eso que me cuesta demasiado trabajo salir en fotografías y ni se diga en las selfies.

Después del ocaso con mis ex parejas donde ellas decidieron encaminar sus vidas con otras personas o recordarlas o añorarlas cuando aún estaban conmigo, entendí que había un problema enorme conmigo mismo.

Muchas personas y muchos libros insisten en eso de que hay que sentirse bien, hay que saberse especial, único y que somos lo más hermoso del mundo. Prácticamente manifiestan que, el sentirse de manera contraria es darle la espalda a la vida y al milagro de la existencia. Viví queriendo creer en eso pero, por obvias razones, me sentía mucho peor.

Desde que comencé a meditar y desde mis terapias me di cuenta de algo: no tengo la obligación de saberme maravillosamente guapo, o sentirme hermoso, único y especial; más bien, debo reconocerme como soy y aceptarme así, sin desear ser alguien más, sin desear parecerme a nadie, sin copiar modelos alarmantes.

Desde hace unos meses decidí dejarme crecer el cabello con la finalidad de donarlo en su momento y sin embargo, las críticas se sucedieron alrededor mío ya no de niños como en la primaria, sino de adultos que me repetían todos los días lo mal que me veía con mis múltiples peinados. Para ellos no solamente fui Benito Juárez, también una carretera, un “por fin te peinaste” o un “no te queda”. Casualmente se avivaron aquellos traumitas que tenía por mi apariencia y no solamente andaba enfurecido, también herido. Me di cuenta que no había superado del todo aquellos episodios que pensé que la madurez me iba a ayudar a olvidarlos y me pregunté lo mismo que aparece en el poema: “And I am in no position to believe that/ Beauty does exist within me/ Because whenever I look in the mirror I always think/ Am I as ugly as people say (Y no estoy en la posición de creer que/ la belleza existe dentro de mí/ porque cuando me veo en el espejo siempre me pregunto/ ¿soy tan feo como las personas dicen?)

Siempre he admirado a las personas que tienen un autoestima genial y tienen un gran aprecio hacia sí mismos. Yo carecí o carezco mucho de ambas y aun así intento aceptar lo que soy y cómo soy. Aunque no se crea, las palabras hieren y demasiado y a veces parece ser que la gente no se da cuenta realmente de las heridas que generan o que avivan.

Hace poco vi un video de Pink quien, al recibir un premio, contó la anécdota que estaba viviendo con su hija. Su pequeña estaba atormentada porque sentía que se parecía a un niño y ella sugiere en el discurso que eso probablemente alguien se lo dijo. Le contó sobre artistas andróginos que han cambiado la vida de las personas, llámense Freddie Mercury, David Bowie, Prince, entre otros, y de la importancia de ser uno mismo, de iluminar.

Así que cuando mi novia me dijo que le parecía guapo o por lo menos para ella, detecté mi mecanismo de defensa (mi gesto y mi desgano) y en el auto, mientras íbamos por los ingredientes, supe que tenía una invaluable oportunidad en ese momento: apreciarme poco atractivo no implica sentirme como tal y tampoco es un error o un pecado sentirse así y sin embargo, aun cuando muchas personas se encargan de criticar y herir a su gusto, siempre hay alguien que, aunque no se crea, hará todo lo posible para avivar esa llama interna que muchos intentan apagar y eso, probablemente, impulse a sentirse mejor, a apreciarse mucho más.

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