Cada vez que el japonés Yuzuru Hanyu, que ganó el oro en patinaje artístico en los Juegos de PyeongChang, termina un ejercicio, una lluvia de muñecos de Winnie Pooh cae sobre la pista para ovacionar al que se convirtió en un ídolo absoluto en su país.
El patinador de 23 años, que consiguió revalidar su puesto de campeón olímpico mientras el español Javier Fernández logró el bronce, es seguido donde quiera que compita por una avalancha de fans, muchas de ellas mujeres japoneses maduras, que le arrojan peluches del famoso personaje de Disney.
Esta fiebre comenzó en 2010 cuando sus seguidores observaron que el patinador llevaba un paquete de pañuelos de papel de Winnie Pooh.