Tras perder en nueve de los 16 distritos federales en que, el pasado 7 de junio, estuvieron en juego otras tantas posiciones en San Lázaro, el ex priista-elbista Rafael Moreno Valle parece estar de vuelta con miras, en esta ocasión, a controlar la dirigencia estatal de Acción Nacional que, pese a sus múltiples y sin duda (¿políticamente?) costosos esfuerzos de cooptación de sus dos últimas dirigencias, al menos, no ha podido consumar.
En las últimas semanas, desde la confirmación de la sonada derrota de sus candidatos para ser más específicos, el impresentable gobernador y sus afines iniciaron una agresiva campaña mediática en contra de la dirigencia panista y de su líder en particular, su excolaborador Rafael Micalco Méndez, a quien acusa del fracaso electoral “por no haber aceptado avanzar en la realización de alianzas…” con otras fuerzas políticas, con el perredismo local de manera relevante que, dice el mandatario, hubieran evitado ser arrasados (como fueron) por el priismo emergente en la entidad.
A tal nivel ha llegado la confrontación entre gobernador y dirigente, que al tiempo que el primero elevó a la consideración de la Comisión Permanente del blanquiazul la solicitud formal de relevo del segundo, éste ha maniobrado para, en uso de sus facultades, evitar el “nuevo despropósito de Moreno y los suyos…” de adelantar la sucesión del Comité Estatal en funciones, con miras a imponer en la posición a uno de sus leales, que no sólo le permita concluir con éxito su gestión sexenal —en lo que la relación con “su” partido se refiere—, sino que le facilite definir de manera unipersonal la identidad de quien, durante un periodo corto de escasos dos años, le sucederá en Casa Puebla y que, en su momento, apoye de manera irrestricta su pública intención de hacerse de la candidatura presidencial de Acción Nacional para el 2018.
Todo, pues, en una sola jugada…
La pretensión del gobernante, explican quienes en verdad conocen sobre el particular, no sería otra que “empatar” la selección de una nueva dirigencia estatal con el proceso de selección interna que para definir a un nuevo presidente se lleva a cabo a nivel nacional, alegando la inconveniencia de volver a convocar a las urnas a la militancia poblana, cuatro meses apenas después del actual proceso, sugerencia que ha sido debidamente rechazada por Micalco alegando, no sin razón, el cumplimiento de los tiempos definidos desde el inicio de su gestión.
Muy atentos, entonces, habrá que estar a lo que ocurra en la histórica plaza donde, para decirlo pronto, el panismo parece estar jugando una de sus batallas fundamentales en el esfuerzo de los más para tratar de recuperar esencia e identidad, historia y valores perdidos en los últimos años, merced al arribo a los puestos de dirección nacional y/o local partidista de personajes no provenientes de otras fuerzas, del “odiado” PRI los más.
Las consecuencias están a la vista…
ASTERISCOS
*Antes aun que concluya el brevísimo tiempo de campaña definido por la comisión especial encargada de organizar y vigilar el proceso de elección deRicardo El Cerillo Anaya como sucesor de Gustavo E. Madero al frente de Acción Nacional, aseguran, el chihuahuense senador Javier Corral Jurado, aspirante a derrotar al oficialismo en este proceso, habrá dejado la brega… ante la acumulación de evidencias de que la contienda es cosa juzgada…
*No deberá pasar mucho tiempo, se afirma en la cúpula del gobierno capitalino, antes que su titular, el cuestionado Miguel Ángel Mancera, defina las primeras remociones en el equipo que él mismo constituyó y que, por lo que se ve ha dejado muchísimo que desear… como —y lo dijimos aquí antes— evidenciaron los pasados comicios en que, para decirlo pronto, el jefe de gobierno y sus impresentables aliados perredistas, Los Chuchos, no perdieron más porque no hubo más en juego…
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.