Una red de tratantes de personas opera de manera coordinada en los estados de Baja California Norte y Tlaxcala para captar, trasladar y explotar sexualmente a poblanas en la ciudad fronteriza de Tijuana; según la declaración de la última poblana rescatada hecha ante la Unidad para la Atención del Delito de Trata de Personas de la Procuraduría General de Justicia (PGJ) en la misma casa de citas donde se mantenía cautiva pudo observar al menos cuatro casos de mujeres que son víctimas de explotación sexual y que fueron llevadas de Puebla hasta esa ciudad con engaños y bajo el mismo modus operandi.

CENTRAL tuvo acceso a la declaración de la mujer de 25 años, que fue convencida por Maythé Diego Juárez, Alberto Diego Juárez y Jesús Potrero Atlatenco, originarios de San Pablo del Monte, Tlaxcala, detenidos el pasado 17 de septiembre por los delitos de explotación sexual.

En su declaración especificó que a Tijuana los tratantes de personas de San Pablo del Monte envían a sus víctimas y que familias enteras operan en el trabajo de convencimiento que realizan sobre jovencitas que usualmente se ven en la necesidad de buscar un trabajo.

El caso de la chica de 25 años rescatada la semana pasada fue idéntico a otro ocurrido el 27 de agosto pasado, el cual fue reportado por medios de Tijuana, Baja California, cuando agentes ministeriales adscritos a la Unidad de Aprehensiones y Mandamientos Judiciales y la Policía Estatal Preventiva de dicho estado detuvieron Alejandro Carvajal Cortéz y Blanca Pérez Cervantes, una pareja de 23 años que había trasladado a una poblana menor de 18 años para su explotación sexual.

La historia de Julia

Por motivos del sigilo de la investigación llamaremos “Julia” a la mujer cuyo caso se dio a conocer el 18 de septiembre de 2014 gracias a su liberación. Según la información a la que tuvo acceso CENTRAL, Julia y su hija se encontraban en problemas económicos cuando fue captada por la red de tratantes.

Julia seguía dependiendo económicamente de su familia y sufría de la violencia de su padre, quien constantemente la reprendía por considerarla una carga económica a ella y a su hija. En una de tantas peleas, su padre le propinó una golpiza y ella huyó de su casa, con su hija y una maleta. Sin dinero y con apenas la ropa que pudo cargar Julia deambuló por horas el 30 de agosto.

Cuando se encontraba vagando en las inmediaciones estadio Cuauhtémoc conoció a Jesús Potrero Atlatenco, de 21 años, y ahí la convenció de que podía ayudarla, de que tenía amigos en Tlaxcala que le podían dar trabajo y techo.

La desesperación de la chica provocó que en la salida rápida viera todos sus problemas solucionados. Esa misma noche llegó a San Pablo del Monte a la casa de los amigos de Jesús Potrero, los hermanos Maythé y Alberto Diego Juárez.

En menos de una semana, los hermanos Diego  y Jesús Potrero trabajaron para convencer a Julia. Le dijeron que probara suerte con “un hermano que tenían en Tijuana”. Allá le daría techo y comida mientras la colocaban como empleada de servicio doméstico. La chica no tardó en aceptar y a los pocos días se encontraba viajando a Tijuana por avión. Los hermanos Diego dijeron que la apoyaban con el costo del boleto y que después se lo pagarían poco a poco. Además, dijeron que cuidarían de su hija a cambio de que ella depositara una cantidad económica para su manutención.

Al llegar a Tijuana, Julia fue recibida por el hombre que laboraba como conexión de los hermanos Diego.  La llevó a una casa de citas en Tijuana, cuya zona desconocía totalmente y ahí le reveló que no laboraría como empleada doméstica sino que sería sexoservidora, cobraría 200 pesos por casa servicio sexual y que, si no quería problemas o que algo le pasara a su hija, debía de entregar el total de sus ganancias. 

Aunque a la información a la que tuvo acceso CENTRAL no especifica la zona en la que fue prostituida, es reconocida en esa ciudad la calle Coahuila ubicada en la demarcación norte que tiene más de 30 años funcionando y donde las autoridades han tolerado la trata de personas. 

El escape

Julia soportó apenas 15 días de trabajo sexual. Para las fechas de las fiestas patrias entabló amistad con uno de los hombres que contrataban sus servicios, a él le confesó que había sido llevada con engaños y la explotaban sexualmente.

El cliente se conmovió con su historia, le dio dinero suficiente para pagar por un boleto de avión y la ayudó a escapar de la casa de citas. A primera hora del 17 de septiembre tomó un avión y llegó al aeropuerto de la Ciudad de México a donde pidió ayuda a agentes de la Policía Federal Preventiva.

La mujer de 25 años en su declaración aseguró que había más chicas, a las que conoció en la casa de citas donde todas eran explotadas sexualmente, quienes habían sido trasladadas con mentiras similares; dijo que al menos 4 de ellas provenían de Puebla y habían sido captadas por la misma familia de San Pablo del Monte, Tlaxcala.

Un caso similar en agosto pasado

Según informaron medios de comunicación en Tijuana, las autoridades de Baja California presentaron a Alejandro Carvajal Cortés y Blanca Pérez Cervantes por el delito de corrupción de menores y extorsión, por los cuales fueron consignados ante el Juzgado Primero de lo Penal.

En febrero del 2014 ocurrió una discusión entre sexoservidoras de la zona Norte de Tijuana, tras los hechos una joven de 17 años denunció que era obligada a prostituirse por una pareja que le exigía el total del dinero que ganaba en la calle.

La chica de 17 años relató ser originaria del estado de Puebla, pero aseguró que su pareja la llevó con engaños a Tijuana. La menor de edad y su pareja ya tenían una hija, misma que le fue arrebatada.

Él la obligó a quedarse en Tijuana y prostituirse exigiéndole que todo el dinero que ganara se lo depositara en una cuenta de banco, de lo contrario le haría daño a la niña, a quien tenía escondida en una casa en Puebla.

Semanas después la chica de 17 años conoció a Blanca Pérez Cervantes, también sexoservidora, quien, junto con Alejandro Carvajal le dio alojo en su casa, hasta que, a los 3 días comenzaron  a exigirle los 200 pesos que ganaba con cada cliente para pagar el techo y los alimentos.

Blanca Pérez Cervantes llevaba el control de los clientes que la jovencita tenía todos los días y los reportaba con Alejandro para que pudieran exigirle el monto económico día con día, hasta que, en febrero, la riña entre sexoservidoras provocó su detención.