Sunday, 19 de May de 2024
Miércoles, 23 Julio 2014 03:00

Los funerales de José Luis Tehuatlie, el mártir del Morenovallismo

Es un entierro y son muchos entierros a la vez:Chalchihuapan sepulta a su mártir; los manifestantes a su héroe; los oradores invitados a su estandarte de lucha; los jóvenes de Secundaria a su amigo y a diferencia de todos, doña Elia entierra a su hijo, a su esperanza, al protector de su hogar, doña Elia Tamayo sepulta a su hijo asesinado.

Por : Edmundo Velázquez / @mundovelazquez

Los funerales de José Luis Tehuatlie serán contados de generación a generación en Chalchihuapan.En los brazos de sus vecinos, el niño de 13 años muerto por un disparo de los Policías Estatales recorre por última vez las soleadas y polvosas calles en las que a duras penas alcanzó la adolescencia. La escena nunca será olvidada en esa pequeña comunidad. Es un entierro y son muchos entierros a la vez: Chalchihuapan sepulta a su mártir; los manifestantes a su héroe; los oradores invitados a su estandarte de lucha; los jóvenes de Secundaria a su amigo y a diferencia de todos, doña Elia entierra a su hijo, a su esperanza, al protector de su hogar, doña Elia Tamayo sepulta a su hijo asesinado.

En la Plaza de Armas, el nombre de José Luis se repite una y cien veces, con distintos tonos, en distintos contextos, en distintas voces. Pero doña Elia no reacciona. De la misma forma en que escucha la misa con su promesa del paraíso eterno y la garantía de volver a abrazar a su hijo, escucha el clamor de justicia y las maldiciones contra su asesino. Doña Elia está rodeada de unas mil personas, pero se ve tan sola, tan lejos. Parece que es la única que sabe que nunca volverá a ver a su hijo.

Doña Elia está sumergida en el contingente. Se cubre el rostro ante cada sollozo que se escapa de su frágil garganta. No pide abrazos, ni dice nada. Está perdida entre la multitud apaciguando su dolor sólo Dios sabe cómo. Doña Elia tiene la mirada fija en el centro de la explanada de Chalchihuapan: el cadáver de su hijo.  

La diputada perredista Roxana Luna rescata a Doña Elia y la pasa a la primera fila.La misa ya ha terminado. El micrófono que expandía la palabra de Dios minutos atrás, ahora expande el dolor del pueblo. Los funerales de José Luis se convirtieron en un acto de repudio contra Rafael Moreno Valle.

Habla uno, y otro, y otro. Diputados federales, presidentes auxiliares, líderes campesinos, maestros, vecinos, amigos, compañeros. Todos se dirigen a doña Elia, todos le dicen algo, le dan el pésame, le prometen justicia y sueltan sus más dolidos y encarnados sentimientos contra el gobierno morenovallista. Doña Elia está ahí, a kilómetros de dolor de ahí.

A la primera víctima de la #LeyBala le cuelgan todas las medallas. Le ponen la investidura de “estandarte de la lucha”, de “héroe de Chalchihuapan”, de “razón para nunca olvidar”, de tener una “calle con su nombre en la comunidad”. Pero en realidad José Luises un mártir, no debería estar muerto. Su destino no era ser un héroe ni ser enterrado como tal, su destino era ser quién él quisiera ser.

Sin embargo, la #LeyBala, un desalojo violento, unos proyectiles de gas con punta de goma, unos policías torpes, reescribieron su destino. Hoy es la promesa de un pueblo que nunca va a olvidar.

**

La administración de Moreno Valle le arrebató a Elia Tamayo a su hijo José Luis. El niño que apenas acababa el segundo año de Secundaria, que era aplicado, que le ayudaba a sus compañeras con la tarea y a su mamá con el trabajo para sostener a sus hermanas. El que extrañaba a su padre pero que sabía que lo veían poco y que por tanto tenía que ayudarle al doble a su mamá. Él que se decía “El Conan” porque se presumía como el más fuerte entre sus primos y cargaba a sus hermanitas con un solo brazo. Ese niño, ese niño que ya no está. Y que se lo arrebataron a Elia.

 ¿Y ahora quién las va a cuidar?”

Las hermanitas de José Luis y Doña Elia se quedan solas, dicen sus vecinos. Amigos de la escuela secundaria Ricardo Flores Magón se ven entre ellos cuando se pregunta por el niño. “Era aplicado”, decían. “A su mamá siempre la ayudó… a veces no podía sola. Si faltaba a la escuela era por ayudarla pero era inteligente, era nuestro amigo”, dicen las niñas que acompañan a José Luis a su tumba al panteón de Chalchihuapan.

Con una plática entre cortada explican que su prima Imelda está muy mal. La señalan en una esquina de la tumba que se está llenando a paladas de tierra. Las hermanas de José Luis Tehuatlie lloran mientras las retiran justo cuando comienza a caer sobre el féretro la tierra.  Apenas y pueden despedirse de su hermano. Un día salió de su casa y no lo volvieron a ver, hasta que regresó en ese féretro color blanco.

 “¿Y ahora quién las va a cuidar?”, dice una vecina.José Luis era el varón de la casa. Cuidaba de su madre y sus hermanas. Las niñas apenas y entienden qué hace tanta gente en la explanada y en el panteón, su cara se surca de lágrimas, su tez morena reluce con su llanto. Las aparta una prima mayor.

Ya en la tumba se queda Imelda, enfundada en el uniforme oficial de la Escuela Secundaria Técnica Ricardo Flores Magón, ella como el resto de sus compañeros participó cantando el himno nacional, con una rosa blanca en la mano. A la tumba de José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo se le colocó la bandera de México. Se va como héroe, con aplausos, con flores, con  confeti sobre su féretro. Se va con un cortejo de casi tres mil personas. Se va recordado como un mártir, como quien unió a todos las víctimas de la soberbia encarnada en el gobierno.

**

Araceli Bautista grita, llora, conmueve. Tiene miedo, tiene miedo de Rafael Moreno Valle. “Está bien… lo voy a decir. Tengo miedo por lo que le pase a mi familia.. Por favor,  no nos arrebaten a nuestros hijos”. La madre del alcalde de San Bernardino Chalchihuapan toma en sus brazos a Elia Tamayo.

El dolor de madres une a Elia y a Araceli. A una ya el gobierno del estado le arrebató a su hijo, la segunda teme que su hijo, el alcalde perseguido y con orden de aprehensión, se lo lleve también el gobierno de Rafael Moreno Valle.

Araceli Bautista tiene miedo de contar su versión de los hechos del 9 de julio. En la Plaza de Armas de Chalchihuapan tiene a todos a la expectativa. Lo que quiere contar es precisamente la versión que una y otra y otra vez ha negado el gobierno de Moreno Valle: “Nos dieron 5 minutos para irnos de la autopista. ¡Cinco minutos! Y al poco tiempo ya nos estaban empujando… ¡¿Acaso eso es diálogo?”.

 “Aprendí de esta mujer a ser valiente”,
dice Araceli y abraza a Elia. Suelta el llanto, aprieta el micrófono con la mano. “Elia no se separó de su hijo hasta que comenzaron las amenazas. Estuvo día y noche con él, hasta que las gentes del gobierno comenzaron a presionarla, una y otra vez. A la abuela de José Luis también la querían hacer firmar (...) Esta mujer fue muy valiente para no separarse de su hijo. Aun así, Moreno Valle nos arrebató a José Luis. ¡Con sus balas de goma!”, grita Araceli.

La madre del edil auxiliar teme que lo mismo le pase. Que a ella también le arrebaten a sus hijos. “No nos arrebaten a nuestros hijos señor gobernador. ¿O qué? ¿No le duelen sus hijos?”, pregunta Araceli, desconoce queMoreno Valle no tiene hijos.

En su sepelio tuvieron su catarsis la mayoría de presionados por el gobierno morenovallista. La Puebla incómoda al gobernador se vomitó en su nombre, pidió su cabeza, pidió hasta su muerte. Al gobernador seguro le zumbaron las orejas toda la mañana de este martes. Hasta una niña le deseó la muerte a Moreno Valle.

Estaban todos los que algo querían reclamarle: Madres dolidas por la amenaza a sus hijos; hijos y hermanos dolidos por el encarcelamiento de sus madres; autoridades auxiliares a los que los quieren volver títeres; pertenecientes a la Asamblea del Agua, al movimiento contra el RUTA, contra la Ley Bala, contra las modificaciones a la Ley Orgánica Municipal…

“Cuando veo a Elia ya no tengo miedo. Aprendí de ella la valentía. La valentía de no separarse de su hijo, no dejarse intimidar. Aunque la arrebataron a su hijo, no se dejó intimidar. José Luis nos ha salvado. Ha salvado a su pueblo. Es un héroe. Está salvando también a una nación”, acaba Araceli Bautista.

Fotos: EsImagen