El 1 de julio Melissa Clarke publicó en el diario New York Times una receta en la que sugiere cambiar la rutina del guacamole mezclándolo con 'arverjas', conocidas en México como chícharos, argumentando que le agregan "una intensa dulzura y textura especial a la salsa, haciéndola más 'sustancial' en el bocado. Esto también intensifica el color verde y ayuda a que el guacamole se quede con ese color”.
La divulgación, con la que se suponía los mexicanos serían uno de los pocos públicos en manifestarse en contra -ya que este delicioso platillo es derivado de los aztecas, que lo consideraban como erótico y que por supuesto, extendieron a territorio mesoamericano, ha generado revuelo en redes sociales, pues cientos de personas de otros lugares del mundo han levantado la voz para defender la gloriosa salsa.
Hasta el momento, en la polémica han participado muchos usuarios en Twitter, famosos, y hasta algunos políticos, como el candidato republicano Jeb Bush y el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
Estados Unidos consume casi el 80 por ciento del aguacate que exporta México (cerca de 700 mil toneladas anuales), según cifras del gobierno norteamericano. Así que tanto los estadounidenses como los mexicanos sabemos que el guacamole lleva aguacate, cebolla, tomates, chiles verdes, un poco de limón, sal y cilantro y que jamás se le añaden guisantes.
Así, Justin Green, un editor del IJR Review, preguntó al mandatario qué opinaba sobre esto, a lo que él respondió: "Respeto al NYT, pero no estoy de acuerdo con lo de los chícharos en el guacamole. Cebollas, ajo, pimientos picantes. Clásico".
Por su parte, el exgobernador de Florida y precandidato presidencial republicano Jeb Bush, comentó: "No se agregan guisantes al guacamole". Él lo sabe perfectamente porque está casado desde hace más de cuarenta años con la mexicana Columba.