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Tigre Rojo y El Perverso: dos luchadores poblanos que han sobrevivido a las nuevas generaciones

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Lamentan que las nuevas generaciones de luchadores no tengan respeto al deporte de los costalazos y lo denigren con su falta de conocimientos en el arte del llaveo y contrallaveo 

Por Eloy Rodríguez Linares/@linares_eloy /
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Tigre Rojo y El Perverso son dos leyendas de la lucha libre en Puebla. Ellos han sobrevivido al estilo de luchar de las nuevas generaciones, en el que se ha desplazado el arte del llaveo y contrallaveo, así como la pelea al ras de lona para privilegiar los vuelos, las acrobacias y en general el combate aéreo.

En la lucha no importan los años que tienen los luchadores encima, al contrario es algo que se respeta por su experiencia. Ambos luchadores integran semana a semana la cartelera de la Arena de San Ramón, la misma que ha llamado la atención de luchadores japoneses, gringos y puertorriqueños.

VER: La Arena de San Ramón en Puebla, la cantera de luchadores poblanos que buscan llegar al cmll

Ambos luchadores protagonizan una de las rivalidades más importantes de esta arena; en más de una ocasión han convertido este recinto en un manicomio. El año pasado, estos gladiadores fueron los protagonistas de una de los choques más electrizantes, pues los luchadores apostaron su máscara y su cabellera. En aquella noche, la suerte estuvo en la esquina científica.

Los nervios de Tigre Rojo

Tigre Rojo tiene 34 años de carrera luchística, pero a pasar de su experiencia, aún siente los mismos nervios de su época como luchador amateur; sensación que se desvanece cuando el presentador lo anuncia y sale de los vestidores rumbo al cuadrilátero.

El ritual para cada encuentro es el mismo: en una maleta guarda su máscara junto con todo el equipo que su personaje requiere para el combate, cuando pisa el encordado sus nervios se transforman en adrenalina, y se desconecta del mundo para concentrarse en la pelea.

Imagínate, venir con tu maleta, desde tu casa preparas tu equipo, tus botas, tu chamarra, tu máscara, tus vendas, tus rodilleras y tus mallas; vienes ya con la adrenalina, el nervio. Yo tengo treinta y tantos años luchando (…) y todavía me pongo nervioso (…), pero cuando paso por la puerta del vestidor, desaparece todo, me lleno de adrenalina, subo, veo a la gente, se me olvida todo, y me dedico al cien por ciento a la lucha. Es algo que no cualquier persona lo vive”, explicó con emoción el gladiador.

Su debut en la Arena Puebla fue en septiembre de 1986, en aquella noche no estaba preparado para el combate, porque tenía poco tiempo de haber iniciado sus entrenamientos en la catedral de la lucha libre, y a la función solo asistió como espectador.

Este gladiador técnico, desde que era niño, sentía una fuerte atracción por la lucha libre, pues durante su infancia, se pasaba horas observando un álbum de fotos familiar en donde aparecía un luchador. Años después, su mamá le explicó que aquel peleador era el Tigre Carcelero, su papá.

Al enterarse que su padre fue gladiador, entendió que su pasión por la lucha libre la traía en la sangre, pues siempre que vía un ring se emocionaba y le daban ganas de subirse. Su papá fue su primer entrenador y de él adquirió la disciplina, el respeto y la obediencia que se necesitan para enaltecer este deporte.

Él me decía, si le vas a entrar a la lucha libre: respétala, vívela, cuídala y amala porque hay muchos que dicen quererla, pero la denigran (…) si no la quieres, no la destruyas”, recordó Tigre Rojo.

Tigre Rojo ha expuesto su identidad en 30 ocasiones, ha ganado 12 máscaras y 17 caballeras, entre las capuchas que resguarda en una vitrina se encuentran las del El Médico, El Face y Star King.

Exceso de violencia   

El Perverso es un ídolo de la rudeza poblana, los luchadores técnicos le temen y el público que apoya al bando científico lo desprecia por su estilo violento de combatir. En más de una ocasión los referís lo han descalificado por la forma agresiva en que castiga a sus adversarios.

En el bando rudo hay que ser marrullero, se debe ser maloso, por eso nos llaman rudos, debemos hacer enojar a la gente: ¡Cállate! ¿Tú qué me estás diciendo? ¡Tú, también, te callas! ¡Y, ustedes también! (…) hay que tener actitud, chispa, saber cuál es el momento adecuado para que se enfade el público”, explicó El Perverso.

Uno de los combates épicos de este gladiador fue cuando compartió esquina con Blue Panther y Bad Boy para enfrentar al Hijo del Santo, Súper Kiss y Escudo Negro, aquella pelea fue una guerra sin cuartel en donde se dieron hasta con las cubetas.

En aquel duelo sangriento, el Perverso era el rival del Hijo del Santo, y recuerda con agrado que los descalificaron por exceso de rudeza, pues a pesar de que tenían a sus contrincantes sobre las cuerdas, no dejaban de castigarlos.

La carrera luchística de este gladiador inició cuando tenía 17 años, en aquella época vivía en la colonia Romero Vergas, y asistía a entrenar a un gimnasio en donde tenía como profesor al peleador Saeta Negra, su debut como luchador amateur fue en la Arena Hidalguito que se ubicaba en la calle 36 Poniente y 9 Norte. Al poco tiempo, lo invitaron a formar parte del elenco del coloso de la colonia Belisario Domínguez, plaza en donde se convirtió en una estrella.

Al  término de una función de la arena Belisario Domínguez, el luchador El Puma, le preguntó si tenía ganas de pelear en la Arena Deportivo México, plaza que durante un tiempo fue competencia de la Arena Puebla. En este local combatió al lado de El Solitario, Ray Mendoza, Ángel Blanco, Doctor Wagner, Perro Aguayo papá, Los Misioneros, Kato Kung Lee, Kung Fu, Black Man, Los Villanos y Los Brazos.

El ídolo de la rudeza poblana, perdió su máscara ante Escudo Negro, en la Arena Deportivo México, no recuerda el año en que se llevó a cabo el combate, pero se acuerda que los gladiadores Bengala I y II le recomendaron cambiarse el nombre de El Pony por el Perverso, porque siempre que iban a pelar a Atlixco les insistía que se fueran a un salón de baile, y sus compañeros le contestaban: “No, no, no como que siento que tus nos vas a pervertir”.

En la actualidad, El Perverso lamenta que la tradición de la lucha a ras de lona se esté perdiendo, y que a los nuevos gladiadores solo les interese alcanzar la fama mediante lances espectaculares.

La lucha libre tiene todo, circo maroma y teatro, ¿verdad?, porque brincamos acá dentro; es un circo, brincamos, hacemos maromas, que no cualquiera la hace, si alguien del público sube y lo intenta, se desnuca (…), aparentemente dicen circo maroma y teatro, pero no cualquiera hace teatro, como dicen, para todo hay que saber hacer”, enfatizó el Perverso.

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