Es probable que las constantes campañas publicitarias que te invitan a lavarte las manos cada cinco minutos ya te desesperaron, y para evitar que pierdas el control échale un ojo a la obra de Jhon Waters, director de cine que convirtió en atractivo lo grotesco.
Si sueles pasar horas leyendo la sección policiaca de los periódicos, la película “Pink Flamingos” te brindará una tarde agradable en compañía de tus padres y hermanos. La cinta narra el estilo de vida escatológico de una familia de Baltimore que habita en una casa rodante.
Un día, un diario local condecora a uno de los integrantes de este linaje como la persona más desagradable del mundo, título que a Babs Johnson (Divine) llena de orgullo, pero a sus enemigos Connie Marble (Mink Stole) y Ryamond Marble (David Lochary) les produce una profunda envidia, y para arrebatarle su cetro secuestran a mujeres en el sótano de su casa, subastar bebés a parejas de lesbianas y venden heroína afuera de las escuelas.
La familia de Divine se compone por Edie (Edith Massey), madre de Babs, personaje que tiene como mamía comer huevos cocidos; su hijo Crackers (Danny Mills) y su pareja Cotton (Mary Vivian Pearce), ambos delincuentes y vouyeristas.
En entrevista para la revista Replicante, John Waters explicó que hace películas sobre crímenes porque la mayoría de la gente que conoce le gustaría cometer delitos, y al rodar una cinta puede perpetrar cualquier tipo de asesinato sin el temor de pisar la prisión.
La cinta se estrenó en 1972, para algunos críticos de cine es una película que incomoda a las buenas costumbres. Sin embargo, ver “Pink Flamingos” no te convierte en automático en una persona extravagante.