Por si algo faltaba, ahora terrorismo en Puebla (segunda parte)

Por Facundo Rosas / /

Resultado de imagen para periódico central + el águila y el jaguar

Luego de más de una semana de espera, finalmente la Fiscalía General de la República (FGR) confirmó lo que adelanté en este espacio el pasado 29 de abril, en el sentido de que en Puebla había sido asegurado material explosivo, en esta ocasión explosivo plástico conocido como C4 y que la entidad poblana podría ser escenario para que grupos delictivos procedentes de la región del Bajío realicen actos de corte terrorista.

El más reciente evento en el que fue utilizado un explosivo similar fue en el vecino estado de Tlaxcala, el 10 de septiembre del 2007, específicamente en Cuapiaxtla, donde el autodenominado Ejército Popular Revolucionario (EPR) hizo estallar una válvula de seccionamiento del ducto Zempoala- Santa Ana, procedente del estado de Veracruz, por razones político-ideológicas.

Investigaciones posteriores dieron cuenta que se trató de un explosivo plástico parecido al Semtex, éste último de origen checo y similar al C4, cuya característica es que se puede manipular e incluso llevar en el bolsillo del pantalón y sin riesgo de que explote si no se utiliza un detonador.

En esa ocasión el citado grupo armado llevó a cabo acciones previas en la región del Bajío en contra de ductos de PEMEX que transportaban gas natural hacia el occidente del país, sin que exista algún tipo de relación entre los responsables de aquel evento y los del aseguramiento de hace algunos días.

De hecho, esta es la primera vez que en Puebla se habla de aseguramiento de explosivo plástico C4 y de drones para facilitar la colocación de algún artefacto de fabricación casera, técnica posiblemente retomada del ataque frustrado en contra del presidente de Venezuela Nicolás Maduro, en agosto de 2018, y cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo en cuestión de minutos.

Lo anterior no implica que en automático vayan a registrarse acciones de corte terrorista en la entidad poblana, pero advierte que la capital podría ser utilizada como santuario o plataforma de alguno de los grupos delictivos que provienen de otras entidades para lanzar ataques en contra de sus grupos rivales, en busca de la hegemonía sobre los mercados ilícitos emergentes; entre ellos, los productos robados durante su transportación, tales como abarrotes, medicamentos, insumos médicos, autopartes, gasolinas, gas LP y productos del campo no elaborados, así como los delitos de extorsión y cobro de piso a nivel regional.

Además, es un indicador de las nuevas alianzas establecidas entre grupos locales y organizaciones de alcance regional como las del Bajío, en particular del estado de Guanajuato, por lo que la violencia podría recrudecerse en los próximos meses.

Un primer síntoma de estas nuevas formas de operación podría ser el incremento el número de víctimas de homicidio doloso en el estado de Puebla, que pasó de 78 en enero del 2020 a 104 en abril del mismo año, de acuerdo con el reporte diario que difunde el Gabinete de seguridad del gobierno federal.

Otra forma de expresión podría ser el aumento en el robo a transportista que pasó de 62 en enero a 99 en marzo, de acuerdo al Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP). Este tipo de robo empieza a afectar la cadena de suministro de abarrotes y otras mercancías en otras entidades como Tabasco, Morelos, Veracruz, Guerrero y Estado de México.

Versión no contada.

En 2015 en los cielos de Tepexi de Rodríguez, muy cerca del Centro de Reinserción Social de mediana seguridad fue avistado un dron que se aproximaba a la zona de exclusión de dicho penitenciario; sin embargo, antes de que ingresara a la zona perimetral fue desactivado. Al revisarlo solo llevaba una pequeña cámara de baja resolución y tecnología atrasada.

Desde ese entonces no se había tenido conocimiento de que otro dispositivo de este tipo haya intentado obtener imágenes de instalaciones estratégicas del estado de Puebla, en todo caso se ha sabido de algunos drones que por fallas técnicas o en la forma de manipularlos han caído en los canales de aguas negras de la capital y jamás han vuelto a volar.

Los únicos que en realidad cumplen con su función son los conocidos como “predator”, esos que vuelan por más de 16 horas continuas pero que ni las autoridades estatales y tampoco el gobierno federal han podido adquirir dados sus altos costos.

Ojalá que los drones que se utilizan hoy en el estado de Puebla y que han sido ampliamente difundidos como lo último en materia de seguridad no corran la misma suerte.