Primeros efectos del confinamiento en materia de seguridad

Por Facundo Rosas / /

Con los datos preliminares de marzo aún no es posible hacer un primer balance de los efectos del coronavirus en materia de seguridad, pero sí algunos apuntes de lo que podría ser el comportamiento de ciertos delitos a nivel estatal.

 

Un primer apunte tiene que ver con el incremento del 5.8% en la incidencia delictiva de marzo respecto del mes de febrero, algo que se conoce como “rebote” en términos estadísticos.

De hecho, marzo sería es el mes con más delitos del 2020, por encima de febrero y que enero del presente año y que septiembre, noviembre y diciembre de 2019.

Un segundo apunte se refiere a los delitos que más aumentaron, entre ellos el homicidio en general, que se incrementó en 18%, luego de haber tenido aumentos marginales e incluso descensos previos, así como las lesiones con 11% y el robo de vehículo que, después de varios meses de descenso, repuntó en 6%.

En apunte final tiene que ver con los delitos que disminuyeron, entre ellos el secuestro, al pasar de uno a cero; le siguieron el robo a negocio y a casa habitación en 4.3% y 1.2% respectivamente, lo cual concuerda en parte con lo puntualizado en este mismo espacio del 18 de marzo y que podría ser atribuible al confinamiento de las personas en sus casas y al cierre de negocios.

En términos generales, el comportamiento de los delitos durante el mes de marzo refleja en parte las dos semanas de encierro parcial de los habitantes de Puebla, en particular de quienes habitan en las zonas urbanas; sin embargo, habría que agregar una serie de desencuentros entre los gobiernos estatal y municipal de la capital poblana que fueron capitalizados por los grupos delictivos para ajustar cuentas con el saldo de hasta 10 “ejecutados” en un solo día. La mejor prospectiva en materia delictiva vendrá al cierre mayo, cuando haya culminado el confinamiento, que dicho sea de paso se extenderá por lo menos un mes más.

No obstante, destaca que el estado de Puebla fue de los primeros a nivel nacional en cerrar bares, cantinas, cines, centros comerciales, deportivos y culturales desde el 23 de marzo como medida para evitar mayores contagios, cuando los casos confirmados comenzaban a acelerarse en más del 70% en una sola semana y ya alcanzaban los 29 registros.

Por el momento sigo sosteniendo la tesis de que los delitos que disminuirán temporalmente son los robos en casa habitación y a negocio, así como el secuestro y eventualmente robo a transeúnte, pero a cambio se incrementarán los homicidios, robo de vehículo y autopartes, así como las lesiones, violación y acoso sexual, la violencia familiar y eventualmente el feminicidio.

Además, el “aislamiento social” que en Puebla fue impulsado tempranamente por amplios sectores de la capital y su zona conurbada tendrá mejores recompensas en términos de menos contagios que en menos delitos, como ya lo dibujan las cifras preliminares de marzo.

Bien por la sociedad poblana por ser ejemplo a nivel nacional al haberse adelantado al igual que los colegios privados, cuando el número de casos confirmados de Covid-19 a nivel nacional aún era de 367 y el de fallecidos de 4.

Menos mal por los gobiernos estatal y municipal de Puebla que, pese a la crisis por el coronavirus, siguen enfrentados en tiempos en los que debe prevalecer la unidad.

Mal por el gobierno federal que decidió decretar la emergencia sanitaria una semana después de países como Estados Unidos, cuando en México ya iban contabilizados más de mil casos y 28 defunciones. Lo anterior antes de multiplicarlos por el factor de 8.2 de acuerdo al modelo “Centinela”, que daría como resultado por lo menos 8 mil 200 casos de contagio.

A esto habría que agregarle una gira por Guelatao, Oaxaca, donde pidió a los asistentes guardar la calma y esperar, no apanicarse ni caer en la trampa de la especulación, de los rumores, de los que siembran miedo, de los que se dedican al amarillismo.

Y otra más por Mexicali, Baja California y Badiraguato, Sinaloa, ésta última para “supervisar” la construcción de un camino rural y de paso saludar a la mamá de Joaquín Guzmán Loera (a) “El Chapo”, en lugar de visitar los hospitales de Tijuana para verificar que existieran los insumos básicos para los médicos, enfermeras y demás personal que labora en el sector salud y evitarse la pena de que el gobernador de Baja California dijera que los médicos de su estado están “cayendo como moscas”.

Ojalá no hayamos llegado tarde a la cita con el destino y aún exista un margen de maniobra que permita evitar más contagios y sobre todo que menos personas pierdan la vida, incluso en tiempos de “guerra”, independientemente de la economía, que todo parece indicar caerá en recesión inevitablemente.

Versión no contada

Que se roben 800 vehículos automotores en el estado de Puebla, como sucedió en febrero pasado, es de celebrarse porque representa una de las cifras más bajas de los últimos dos años, pero estaríamos mejor si en vez de 800 fueran 164 los vehículos robados, como sucedió en febrero de 2014.

No sé si en los meses y años recientes haya existido un día, sólo uno, en que no se hayan robado un solo vehículo en toda la entidad poblana, como sucedió a mediados de febrero de 2014, pero esa debería ser la aspiración de los actuales responsables de la seguridad, con mayor razón cuando la crisis del coronavirus ha provocado que la circulación de vehículos haya disminuido hasta en un 80%.

Ahí se los dejo de tarea.

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