El coronavirus y la incidencia delictiva

Por Facundo Rosas / /
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Si la ausencia de mujeres en los centros de trabajo, escuelas y otros espacios durante el 9 de marzo trajo consigo un descenso en la incidencia de homicidio doloso en el país del 7%, el “distanciamiento social” emprendido por amplios sectores de la sociedad para evitar el contagio por coronavirus, podría significar un descenso temporal en este delito y en el robo a casa habitación y a transeúnte, además del secuestro.

La mala noticia es que una vez concluida esta fase, la violencia vinculada a estos delitos podría regresar a los mismos niveles que la antecedieron e incluso superarlos a menos que, aprovechando este lapso, se hagan los ajustes a la estrategia a nivel nacional y en el estado de Puebla.

Lo anterior debido a que al disminuir sensiblemente la movilidad de la población, las potenciales víctimas serán menos visibles y los “mercados ilícitos” perderán la dinámica que les da vida y los hace redituables.

Las personas no dejarán solas sus casas, utilizarán en menor medida el transporte público y se desplazarán con menor frecuencia por las calles y espacios públicos.

Además la actividad nocturna en los “giros negros” disminuirá sensiblemente y junto con ella las conductas delictivas asociadas a estos espacios durante los últimos años.

Esta relativa ventaja coincide con la transición en que se encuentra inmerso el gobierno estatal en materia de seguridad y abre la posibilidad de revertir la incidencia delictiva y percepción de inseguridad hasta los niveles de 2014 que para bien o para mal, han sido las mejores de los últimos 24 años.

Volviendo al problema de salud global generado por el coronavirus, una verdad de Perogrullo es que las crisis representan oportunidades para los gobiernos que están preparados y deciden enfrentarlas.

Solo que para que eso suceda los titulares del ejecutivo federal y estatal tendrían que salirse del “pensamiento mágico”, ese que sugiere que vamos bien y que “los infortunios y las pandemias no nos harán nada” a los mexicanos.

El mismo que hasta hace algunos meses indicaba que para resolver los problemas de seguridad se debería apostar por los abrazos y no por los balazos.

Para el caso de Puebla, no es momento de saber quién da las órdenes para iniciar la fase de “distanciamiento social” y quienes tendrían que acatarlas, sino de quien asume el liderazgo y el riesgo para demostrar que los poblanos no se equivocaron al momento de elegir a sus gobernantes.

Gobernar no es fácil, es tomar decisiones y resolver problemas todos los días en favor de todos, primero los de los demás y hasta el último los propios.

Habrá que recordar que mandatario no es el que manda sino el pueblo que lo eligió para gobernar y administrar los recursos públicos; el que manda es el mandante y en las democracias el único que manda es el pueblo.

La única figura que recupera el término de mandante es la de “comandante”, utilizada en el argot policial para referirse informalmente a la persona que lleva el mando, pero como tal ya no existe. Los grados policiales utilizados a nivel nacional e internacional ahora son de Oficial, Inspector y Comisario.

De hecho, la recientemente creada Guardia Nacional se rige por esta escala de grados, aunque esté integrada mayoritariamente por militares.

Versión no contada

Corrían los primeros meses de 2011 y el invierno aún se dejaba sentir en Ciudad Juárez, Chihuahua. En aquellos tiempos la incidencia de homicidio doloso aún era alta aunque no comparable con los primeros 10 meses del 2010.

Antes de que el primer mes de primavera llegara, una intensa onda gélida se estacionó en dicha ciudad fronteriza por espacio de 8 días y quienes estábamos por cumplir un año tratando de resolver el problema de la violencia, pensamos que con tanto frío (17 grados centígrados bajo cero) y nieve en las calles la gente se resguardaría en sus casas y los asesinatos disminuirían drásticamente hasta llegar a cero.

La sorpresa que nos llevamos fue que pese a lo adverso de las condiciones climáticas los grupos delictivos seguían causando bajas en las filas de sus enemigos. Los homicidios dolosos disminuyeron temporalmente con el “distanciamiento social” de las potenciales víctimas pero no desaparecieron, ya que cuando alguien decide cambiar su vida por la tuya, no hay nada que lo detenga, se podrá posponer algunos días por diversas causas, entre ellas el frío o el coronavirus, pero tarde o temprano lo conseguirá.

Algo así podría suceder en Puebla con las medidas adoptadas en la actual coyuntura, la incidencia de homicidio doloso, robo en sus diversas modalidades e incluso el secuestro disminuirán mientras las potenciales víctimas no salgan de sus casas, pero tarde o temprano saldrán nuevamente a las calles y las cosas se podrían complicar.

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