Percepción de inseguridad, más allá del Mando único o coordinado

Por Facundo Rosas / /

 Resultado de imagen para periódico central + el águila y el jaguar

Tras el anuncio de que entre octubre y diciembre de 2019 la ciudad de Puebla se ubicó como la más insegura del país, con un 92.7% de acuerdo a quienes habitan en ella (Encuesta Nacional sobre Seguridad Urbana del INEGI), autoridades municipales y estatales buscaron responsabilizar a medios de comunicación y a otros factores externos de esta crisis.

A nivel municipal insistieron en que la incidencia delictiva indicaba lo contrario, ya que entre agosto y septiembre se había registrado un descenso significativo; en octubre presentó un “rebote” y, hacia el mes de diciembre, nuevamente un descenso de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).

Lo que no tomaron en cuenta ambas instancias de gobierno es que la cifra negra, como se conoce a los delitos que no se denuncian ante el Ministerio Público, y que para el estado de Puebla ha sido del 93% en promedio durante los últimos 6 años (Central 22 de enero del 2020). Es decir, que más de 9 de cada 10 delitos que suceden no son denunciados y por ende la autoridad no sabe de ellos, pero los ciudadanos sí.

De hecho, el INEGI denomina “percepción de ocurrencia” a la cantidad de delitos que los encuestados manifiestan haber sufrido, independientemente de que sean denunciados o no.  A esta cantidad de hechos delictivos se restan aquellos que se hacen del conocimiento del MP y del SNSP para obtener la denominada cifra negra.

Es oportuno mencionar que Puebla presenta uno de los más altos niveles de cifra negra en materia de extorsión telefónica, siendo ésta del 99.94% (Central 30 de octubre del 2019), en consecuencia, solo se denuncia un caso por cada 2 mil que se cometen.

Esta es una de las razones por las cuales las cifras del SNSP están muy lejos de reflejar la realidad de lo que acontece en el municipio o en el estado y es la brecha que habrá que reducir para mejorar la percepción de inseguridad.

Mas allá de la explicación, lo importante en este momento es como revertir esta situación que no se había presentado en la capital del estado de Puebla desde que el INEGI realiza esta medición.

Con este objetivo, la autoridad estatal convocó a la Presidenta Municipal de Puebla y posteriormente a los Alcaldes de los municipios conurbados a la capital para darles a conocer una propuesta de creación de una especie de “Mando coordinado” para mejorar la percepción de inseguridad, cuyo convenio fue firmado el 29 enero y consta de 19 puntos.

Entre ellos destaca el intercambio de información e inteligencia, líneas de acción e indicadores homologados, fortalecimiento de la tecnología en materia policial (drones), así como una nueva evaluación y depuración de los mandos de policía municipal con el apoyo del Ejército, la Guardia Nacional y la SSP del estado.

Además de ser calificado como histórico por el titular del ejecutivo estatal, dicho convenio abre la puerta a la participación de ciudadanos y empresarios, el rescate de espacios públicos, así como programas preventivos en escuelas y barrios.

En su oportunidad, las autoridades estatales dieron por descontado que se trate de un “Mando único” ya que en ningún punto del convenio se señala como tal o se hace alusión a lo efectuado en administraciones pasadas, consistentes en la emisión de decretos para intervenir y asumir coyunturalmente el mando de las policías municipales de San Martín Texmelucan, Ciudad Serdán y Tehuacán.

En el actual documento no se hace referencia al Artículo 115 constitucional y tampoco se especifica que las autoridades estatales ejercerán el mando de las policías municipales, sin embargo, todo parece indicar que así será.

Sobre el particular cabe recordar que, en gobiernos anteriores, tanto a nivel federal como estatal, se han registrado intentos por consolidar un modelo de “Mando único”, “Mando mixto” o “Mando coordinado”, pero ninguno ha funcionado, no solo por cuestiones operativas, sino también jurídicas y de autoridad moral.

Una de las dificultades para llevar a la práctica el “Mando único” fue que conceptualmente el mando es indivisible y tampoco se comparte, es decir o se manda a los subordinados conforme al organigrama o se coordina a homólogos que representan diferentes ámbitos de gobierno. Cada quien es responsable de sus respectivas atribuciones y funciones, aunque trabajen de manera coordinada y hasta conjunta.

En cuanto al “Mando mixto”, este modelo es aun más complejo porque en materia operativa no puedes ser responsable a medias, máxime cuando se trata de asumir roles como el de primer respondiente en el Nuevo Sistema de Justicia Penal, ya que cualquier titubeo ante el Ministerio Público o ante el Juez de Control puede cambiar la calidad de ser parte del proceso o probable responsable de un delito.

Para el caso de “Mando coordinado”, la realidad es que quien coordina no manda, solo es un facilitador, una especie de “quarterback” que distribuye tareas conforme a las atribuciones y capacidades de sus homólogos, respaldando y asumiendo retos aun dentro de lo informal de la función. La elección de quien asume la coordinación se realiza desde dentro del equipo y solo en raras ocasiones se impone desde las altas esferas.

En todo caso la coordinación y articulación de esfuerzos entre ámbitos de gobierno diferentes, como es el caso de las policías municipal, estatal y Guardia Nacional, se identifica más con la autoridad moral de una persona que con lo que diga el organigrama.

Esquemas como la coordinación y suma de esfuerzos ya ha sido utilizado en Puebla para resolver problemas de incidencia delictiva en la capital del estado y municipios conurbados, así como aquellos con mayor tasa de delitos por cada 100 mil habitantes.

El mejor ejemplo de ellos tuvo lugar en 2013, bajo la denominación de “Grupo de Coordinación Operativa estado-municipios para el combate a la Logística Criminal”, con una reducción anual en la incidencia delictiva del municipio de Puebla de 17% y San Andrés Cholula del 20%, Tehuacán del 22%, Tecamachalco del 32% y Teziutlán del 52%.

Un dato a destacar es que en el mismo lapso Tehuacán redujo el homicidio doloso en 500%, pasando de una tasa de 38 por cada 100 mil habitantes a únicamente 7.4 casos (Municipios de Puebla 14 de abril del 2014).

Sobre el particular, es oportuno señalar que una buena coordinación funciona mejor con un buen Boss que con un Chief, el primero tiene que ver con la autoridad moral entre pares u homólogos, mientras que el segundo se relaciona con lo que dice un documento oficial sobre quien es el mando en turno.

Dicho en otras palabras, es mejor recurrir a alguien en su carácter de “Boss” o “Jefe informal” porque suma, convence y articula en términos de autoridad moral, independientemente de lo que dicte la estructura orgánica, a que se le tenga que decir “Jefe formal” o “Superior” porque así lo establece el organigrama, ya que en cuanto se deja de ocupar el cargo se acaba toda su autoridad.

Además, en Puebla y en la mayor parte de México, el verdadero Mando único solo existe en casa y va más allá de la estructura orgánica o autoridad moral, manda porque manda, a menos que Casa Aguayo sea la excepción.

Está más que probado que el que más grita y manotea en su oficina o ante sus subordinados, lo hace porque no lo puede hacer en su casa, salvo que viva solo y lo haga frente al espejo.

Versión no contada

Hablando de Mando único y de voz alta para dar las órdenes, corría el año 2011 cuando en una entidad ubicada en el norte del país un mando castrense encabezaba una reunión de seguridad y dictaba lo que se tenía que hacer en las próximas semanas.

De pronto sonó su teléfono celular y al voltear a ver la pantalla se dio cuenta de que quien estaba llamando era su esposa, inmediatamente su semblante cambió y sus habilidades en el manejo de la situación se vieron afectadas, como pudo colgó sin siquiera escuchar de que se trataba, y continuó con su labor como si no pasara nada.

Al sonar nuevamente y contestar por segunda ocasión, no alcanzó a desactivar el altavoz y todos los asistentes alcanzaron a escuchar las órdenes que le dictaban desde el otro lado del teléfono y tenían que ver con la compra del alimento para el gatito de la casa.

A eso le llamo “Mando único”, ese tampoco se comparte y también es indivisible, porque después de la llamada ya nada fue igual.

  

ANTERIORES