El partido del sábado por la noche, donde el Club América quedó eliminado, fue el reflejo de la realidad del equipo a lo largo de la temporada. Sin actitud, sin ideas, sin buenos futbolistas ni buenos planteamientos.
El más claro ejemplo fue que en un encuentro de matar o morir, donde tienes la ventaja en el marcador y un hombre de más, te sacan el partido en dos minutos y en tu desesperación, decides meter como “revulsivo” a Roger Martínez, un jugador que hace tiempo se quiere ir del club y no hace más que caminar en el campo.
Ese cambio fue una falta de respeto hacia la camiseta y la afición.
Ahí es donde se ve la desesperación de un técnico que, para variar, estaba expulsado del partido. Entiendo que el América no es el gran equipo de otros años (claro ejemplo es traer a Mauro Láinez como “refuerzo”), pero ahí es donde entra la mano del entrenador.
Este equipo no tiene una base de juego ni un estilo definido. Si hoy me preguntan a qué juegan las Águilas, no sabría qué decir. No se ve para nada. Antes, tenías a un par que te sacaban los partidos adelante, hoy no y ahí es donde se ven las carencias.
A diferencia de muchos otros clubs, América sí tiene la obligación de ganar y gustar. ¿Cuándo fue la última vez que le vimos un buen partido a esta plantilla? Me atrevo a decir que, en toda la temporada, no hubo uno solo.
Y con todo respeto, pero con esos jugadores, el director técnico de mi colonia también es capaz de ganarle partidos al Querétaro o San Luis. Los que realmente fueron importantes, terminaron por perderlos. Chivas y Los Ángeles terminaron por exhibirlos.
Y es normal, todo lo que un día está en la cima, tarde o temprano, tiene que bajar. Ya era momento de que el americanismo entendiera que el mejor momento de Miguel ha pasado, que se necesita un técnico nuevo, con una idea de juego que se base en lo que hay en el plantel (para que no haya pretextos en caso de fracaso) y que le dé una nueva cara al equipo.
Si debo de poner un nombre sobre la mesa, mi candidato número uno es Antonio Mohamed. Recuerden que, con un equipo muy similar al actual, logró que todo el Estadio Azteca coreara su nombre mientras levantaba el trofeo de campeón.
El Piojo debe de quedarse con lo que fue y entender lo que ya no será. En pocas palabras: debe de aceptar que ya no da para más.
Miguel Herrera se tenía que ir del América.
