Partidos como los de ayer en Monterrey, te hacen ver que en el fútbol y en la vida, todo es posible. Este Puebla merece el reconocimiento y respeto de absolutamente todas las personas a las que les gusta el juego.
Y más allá de lo que pasó en la cancha, el verdadero mérito es que creyeron en ellos mismos cuando nadie más lo hizo. Y si me permiten la palabra, ese partido lo ganaron con muchos tamaños.
No dejaron de pelear hasta el minuto 90, aprovecharon el momento en el que Monterrey se vio clasificado y los subestimó. Vikonis apareció y se vistió de líder cuando el equipo más lo necesitó.
Termina el partido y el tipo recorrió toda la cancha en rodillas, agradeciendo el pase a la siguiente fase. Sin miedo a equivocarme, les puedo decir que el portero de la Franja se ha consagrado como una leyenda del club.
Y así como varios lapsos del torneo se criticó e incluso se pidió la salida de Juan Reynoso, hoy se le debe respetar y reconocer que, a su muy particular estilo, le ha dado una increíble alegría a toda una ciudad.
Sin hacer mucho ruido, ha clasificado a un humilde Puebla a los cuartos de final del fútbol mexicano. Sí, señores: un equipo que su delantero estrella resurgió a partir de aquel torneo de videojuegos, con una plantilla muy limitada y con una gran cantidad de jugadores a punto del retiro.
En efecto, lo del director técnico es para ponerse de pie y quitarse el sombrero.
Han superado las expectativas de absolutamente todos. Ahora, se la deben de creer, que ya no tienen nada que perder y mucho que ganar. Claro que a León se le puede ganar y si no, al menos morir de pie.
Enhorabuena a toda la afición del Puebla, hace mucho que merecían un triunfo de éstos. El equipo les está regresando un poco de lo mucho que dan y han aguantado.
Felicidades a jugadores, cuerpo técnico y personas de administración que han logrado lo inimaginable. No se conformen y vayan por más. Como diría Javier Hernández: “Imaginemos cosas chingonas”.
Señoras y señores: el Puebla está en la liguilla y háganle como quieran. Ha regresado al lugar que merece.