Una de las historias más increíbles en la historia del fútbol ha llegado a su final. Con la ausencia de Messi en las pruebas médicas del Barcelona, la crónica de una salida anunciada por fin se concreta: Leo quiere y va a salir del club.
Entendamos algo: el argentino no le debe nada a nadie. Si hoy el Barca es uno de los mejores equipos del mundo, es gracias a él. Y ojo, que, con su salida, no sólo pierde el equipo sino todo el fútbol español.
Tener a Leo Messi en tu liga significa tener al mejor jugador de la historia y, por ende, millones de personas viéndote. Además, tus aspiraciones a ganar aumentan drásticamente. Creo que es muy claro quién pierde más con este rompimiento.
Debe de ser cansado que temporada tras temporada, seas tú y diez más. Debe de ser cansado que, en cada torneo, haya una derrota tan grande y el único señalado seas tú cuando los verdaderos culpables son los hombres de traje.
Incluso, su decisión resulta inteligente: en tus últimos años de carrera, es mejor terminar en un equipo con grandes estrellas de fútbol y con uno de los mejores técnicos en el banquillo a un equipo improvisado y en renovación.
El Barcelona se debe a la Pulga. ¡Vamos! Que ni Maradona fue tan determinante como Lionel. La grandeza del club no se podría entender sin Messi; en cualquier equipo hubiera sido igual de grande.
Su salida hace que la pelota sonría. Me emociona más pensar a un Leo respaldado por De Bruyne, Sterling o Gundogan y acompañado por Kun Agüero, que un Leo con los juveniles Puig, Trincao o Pedri y acompañado por un gris Griezmann.
Además, se daría el encuentro final entre Guardiola y Messi: la dupla que cautivó al fútbol, que revolucionó la forma de juego y lo ganó absolutamente todo.
La mejor versión del astro argentino sólo la podremos ver en el Manchester City. Y por el bien del fútbol, y de todos los que amamos la pelota, ojalá que así sea.
Messi no le debe nada a nadie. Messi no debe de demostrarle nada a nadie. El fútbol español tendría que ponerle una estatua por todo lo que ha hecho por La Liga.
Aficionados del Barca: Sólo les queda ponerse de pie, agradecerle y aplaudirle al mejor jugador de todos los tiempos, aquel que los colocó en el mapa y los hizo grandes.