Oliveria Montes se empoderó, dejó atrás el rol tradicional que las mujeres tenían que cumplir en Pahuatlán, Puebla y emprendió la lucha para defender su hogar, a sus hijos, los recursos naturales y su pueblo que se vieron amenazados por la instalación del Gasoducto Tula- Tuxpan.

Este 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, el cual se instauró desde hace 36 años y tiene la finalidad de reconocer la lucha que las mujeres de los grupos étnicos han dado para ser reconocidas, valoradas y visibilizadas.

En todo el mundo y en México, existen casos como el de Oliveria Montes que decidió dejar atrás su rol social, para levantar la voz, defender a su familia, su tierra pero también desterrar el machismo que predomina en su región.

Es un reconocida defensora de los recursos naturales de la zona limítrofe de los estados de Puebla e Hidalgo, justo donde se encuentra el municipio de Pahuatlán donde ella ha vivido toda su vida y sigue en pie de lucha desde el 2017 contra el gasoducto Tula-Tuxpan —un proyecto desarrollado por la empresa Transportadora De Gas Natural de la Huasteca— y creado como parte de la reforma energética promovida por el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto.

Ni la cabecera municipal ni los representantes políticos intervinieron durante la lucha legal que comenzamos en 2017, fue así que esto surgió como una lucha social de comunidades organizadas en las que varias mujeres, la mayoría madres de familia estaban conscientes del daño que dicha obra ocasionaría”, dijo a RAYAS.

Desde entonces, las zonas donde predominan las raíces indígenas otomíes, nahuas y totonacas que se verían afectadas por los más 286 kilómetros de tuberías, decidieron intervenir para evitar su construcción. Gracias a esta situación, se generó un ambiente que permitió la participación de las mujeres, que no dudaron en ejercer puesto que como madres de familia resultaron directamente afectadas.

Oliveria relató que las mujeres reclamaron a las autoridades y a los desarrolladores del proyecto las afectaciones directas hacia ellas y sus familias.

Como las madres de familia que somos, sabemos lo difícil que es llevar a cabo nuestras labores diarias sin los recursos necesarios. Ellas se dirigieron a los dirigentes de este mega proyecto y les decían: ¡Claro, como ustedes no tienen que cocinar! ¡Como ustedes no tienen que acarrear el agua desde lejos y traerla hasta la casa!, ¡Como ustedes no saben de carencias! ¡Como ustedes no sufren por alimentar a sus familias!”, citó la activista recordando los momentos en que sus compañeras alzaron la voz.

La lucha contra el machismo

La carencia de servicios, el rezago educativo, el machismo y más de 70 años de malos gobiernos han sido una barrera constante en el desarrollo de las comunidades indígenas, especialmente para las mujeres, lo que limita su participación en la toma de decisión, sin importar que sean ellas las más conscientes para detectar y brindar soluciones a los problemas de su entorno.

A pesar de todas esas barreras que llegan a surgir, se ha logrado un gran avance en cuanto a la participación y apoyo de las mujeres de la comunidad. Por eso luchamos para que no se pierda todo ese esfuerzo, todo ese trabajo, porque ha costado mucho llegar hasta aquí. Han sido 70 años de un sistema político opresor que nos ha rezagado y nos hemos revelado contra ello; se sigue dando en algunos hogares que los esposos no permiten que las señoras se dediquen a otras actividades o tengan acceso a la información, pero poco a poco las cosas han cambiado”.

Ser madre soltera no es fácil y Oliveria lo sabe, pues en su comunidad fue señalada y juzgada por llevar una vida “poco convencional”, pero a pesar de eso ha salido adelante al igual que otras de sus compañeras.

Para nosotras que somos madres solteras ha sido difícil pero siempre buscamos los medios para salir adelante y lo hacemos especialmente por nuestros hijos. Es importante que las mujeres de aquí nos apoyemos más, dejar atrás los miedos y envidias , pero sobretodo dejar de pensar en el interés social y empezar a trabajar por el interés colectivo, comenzar a pensar que si mi vecino o vecina está bien, yo también voy a estar bien, promover el respeto y entender que juntas podemos lograr maravillas”.

Desde su posición, la activista promueve que las niñas y jóvenes de la comunidad trabajen en pro de sus sueños y de la comunidad que les vio nacer, sin olvidar sus raíces y a estar orgullosas de su origen indígena, ya que eso implicaría la pérdida de conexión con la tierra y valores inculcados por sus padres.

Para ella, es imprescindible que las mujeres se unan para promover el bien común, dejar atrás los miedos y envidias para trabajar por el bienestar social, sin importar su procedencia u origen étnico, siempre pensando en el legado que se quiere dejar a las futuras generaciones.

Día Internacional de la Mujer Indígena

Desde 1983 se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, cuyo origen se remonta a una historia de lucha y valor que muchas mujeres en el mundo enfrentan a diario.

El 5 de septiembre de 1782 la activista aymara, Bartolina Sisa, líder del movimiento de rebelión aymara-quechua contra la explotación y abuso de invasores de origen español, fue asesinada a manos de los mismos.

Desde entonces, las mujeres que pertenecen a cualquiera de los pueblos originarios de Latinoamérica han luchado por obtener su lugar y reclamar su derecho para ser escuchadas y ser parte en la toma de decisiones que generen más y mejores oportunidades en sus comunidades.