Enrique Cárdenas está a punto de cumplir su sueño: ser candidato al gobierno de Puebla. Emula a Andrés Manuel López Obrador, se sube a su “democrática” motocileta y arranca desde el Centro Histórico su camino al registro como candidato.
Afuera de la junta local del Instituto Nacional Electoral (INE) lo esperan apenas 150 personas entre militantes del PAN y del PRD, ninguno de Movimiento Ciudadano. Al académico le hacen vacío los morenovallistas, y unos cuantos opositores le recuerdan su pasado: “viene de Morena”, le gritan cuando pasa a su lado.
El ex rector de la UDLAP llega acompañado de la plana mayor del PAN, de su líder nacional Marko Cortés, el secretario general Héctor Larios y Santiago Creel. Llegan con él Genoveva Huerta presidenta estatal de ese partido, así como de José Clemente Castañeda y Fernando Morales presidentes nacional y estatal de Movimiento Ciudadano.
Dentro de la sede del órgano electoral, Cárdenas dice que no tiene “cola que le pisen”, pero finge que existe unidad en su proyecto, sabe que fue uno de los acérrimos críticos al matrimonio Alonso-Moreno Valle.
Los militantes también lo saben, algunos han tomado pancartas para reclamarlo y para acusar la imposición del líder nacional: “Marko, respeta la memoria de Martha Erika y Rafael Moreno (…). No a la imposición”.
Cárdenas se concentra en los vítores de unos cuantos, del yunque sobre todo, pero sabe que lllega en la peor crisis del panismo poblano, dice que está arrepentido por haber criticado a Rafael Moreno Valle y Martha Erika Alonso, llega sin los operadores que hicieron triunfar al PAN, sin los morenovallistas.
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A Cárdenas le llevan un gallo que apenas sostiene y medio sonríe. La tradición del gallo panista la inauguró Rafael Moreno Valle cuando fue candidato al gobierno de Puebla en 2010, así cada quien levantó su gallo en símbolo de la victoria, Tony Gali y hasta Martha Erika Alonso.
La diferencia entre esos días con este es que ahora los grandes ausentes son los operadores estrella del morenovallismo como: Jorge Aguilar Chedraui, Mario Riestra, Blanca Jiménez, Luis Banck, Xabier Albizuri, mucho menos Eukid Castañón ni Roberto Moya.
Pero sí lo arropan los yunquistas Lalo Rivera, Rafael Micalco, Juan Carlos Mondragón, Juan Carlos Espina Von Roehrich, Guadalupe Arrubarrena y Francisco Fraile, el grupo político acostumbrado a las derrotas.
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A la salida, Marko Cortés hace una crítica velada al partido lopezobradorista y su candidato Barbosa por haber elegido a “su cartucho quemado”, promete que volverán a ganar la elección.
El ahora candidato ofrece sus primeras palabras. Se sube al toldo de una camioneta, recita un discurso insípido y no lanza ni una sola crítica a Miguel Barbosa o Alberto Jiménez Merino, tampoco contra Morena, partido que lo despreció en el proceso de 2018.
El académico prefiere hablar de la unidad y agradece a los partidos que lo hayan elegido por ser “ciudadano”.
"Haré el mejor esfuerzo para que seamos dignos de representarlos y por otra parte decirle a los ciudadanos organizados y no tan organizados que buscaremos representarlos de mejor forma posible y acercar la vida pública a los ciudadanos".
Se nota nervioso y exhibe que carece de oficio político, cuando le gritan “no queremos a alguien de Morena”, se intimida y prefiere terminar de tajo su discurso, se baja de la camioneta.
