Desde los monitores de la Torre de Petróleos Mexicanos (Pemex) se detectaba el robo de combustible, pero en vez de cerrar las válvulas de los ductos, las mantenían abiertas, dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Por ello ahora se cuida la distribución y se tienen 4 mil elementos vigilando, anunció.
Especialistas en el sector energético aseguraron que esta parte de la estrategia contra el huachicol tiene fallas y podría elevar los precios de las gasolinas por el costo de las pipas, pero la raíz del problema ha sido la “destrucción” a la Empresa Productiva del Estado en sexenios pasados que absorbieron sus recursos, con lo cual se dejó de lado la inversión en logística y en refinación.
En los últimos 20 años, las contribuciones que Pemex debe pagarle al Estado mexicano han representado el 40 por ciento de los ingresos totales del Gobierno federal, documentó Gonzalo Monroy, especialista en energía de la consultoría GMEC.
En contraste, en el Presupuesto para 2019 a la petrolera le quedaron 13 mil millones de dólares para inversión, de los cuales, 10 mil 300 millones son para producir petróleo, 2 mil 500 millones para refinación (el proyecto en Dos Bocas, Tabasco), y solo 125 millones de dólares van para la parte de logística, donde se tiene el actual problema.
“Todo lo que está pasando, y hay que subrayarlo, es un problema de Pemex. Las empresas que tienen su propio suministro y logística no están teniendo desabasto. Teniendo más inversión, pueden contribuir a la seguridad energética. Las que dependen de Pemex también fueron las primeras que se quedaron sin poder repartir”, comparó el experto.
En el centro, la estadounidense Mobil está trayendo su propio combustible por tren desde Louisiana; en Sonora, las G-500 distribuyen la propia; o en Baja California se importan por un poliducto desde Estados Unidos, ejemplificó.