23 de Abril del 2024

Municipios

Hijos contra padres; amenazas y violencia: minera siembra odio y ruina en comunidades de Puebla

- Foto: Especial

Habitantes de la Sierra Negra de Puebla afirman que sufren de desapariciones, asesinatos, golpizas y abuso sexual –en contra de niñas y adolescentes– por defender su tierra. Y es que, señalan, la presencia del Grupo Mexicano Ferrominero ha traído a integrantes de la delincuencia organizada. La instalación de la hidroeléctrica de Minera Autlán equivaldría a la destrucción de un pueblo entero: Pozotitla, Puebla; la empresa pretende dinamitar las montañas para la construcción de seis carreteras, así como de otros elementos “necesarios” para el funcionamiento de la obra.

Por Claudia Martínez Sánchez / SinEmbargo /

En el cerro el Tzitzintepetl se escucha como brama la tierra enfurecida. La soledad de la naturaleza, esa majestuosa tierra de amates, montañas y ríos en Coyolapa, Puebla, alberga a Pánfilo: el curandero de la selva. Su náhualt, es puro, arrastra las palabras con suave delicadeza y habla con entrañable amor de la madre tierra.

El Tzitzintepetl le susurra en los oídos. Los sonidos de la tierra lo persiguen entre sueños, lo regañan enérgicamente; han obligado al curandero de la selva, a beber los reclamos de la naturaleza. Por las noches, las rocas sumergidas bajo el agua hacen estridente escándalo en su cabeza; entonces, es cuando los ríos: Coyolapa, Atzala y Huitzila –dice Pánfilo– le gritan: “¡Ayuda!”.

Los indígenas de la parte baja de Zoquitlán respetan al curandero. Algunos saben de sus premoniciones, no recibe críticas por ser el chamán de la selva y menos por hablar con la tierra. Los habitantes lo conocen también por la cabellera de sus hijos; desde que nacieron, jamás les ha cortado una sola hebra de cabello. Es sagrado –dice el curandero–. Para Pánfilo y sus antepasados, a los niños, se les debe rasurar por primera vez a los siete años, dice que es la conexión con la madre tierra.

“Sólo así, la tierra va a poder hablar con ellos cuando crezcan, de lo contrario se pierde la conexión con el alma de los niños y con la voz de nuestra madre”, asegura en su creencia náhuatl.

Sus dos pequeños, tan libres, sonrientes y rebeldes como Pánfilo, saben que los amates de la selva tienen más de 300 años y que el río se comunica a través de los sonidos cuando cantan las rocas; sus hijos llevan los rasgos del curandero: ojos cafés rasgados, piel de bronce y nariz aguileña. A su corta edad, saben que su padre es un defensor de la tierra y que las montañas le han ordenado a su padre a hablar con los extraños, los que andan queriendo dinamitar los cerros y los ríos en Coyolapan; pero los hombres que andan con la hidroeléctrica no le hacen caso.

La montaña de la serpiente, Cohuatepetl, a regaños le ha comunicado a Pánfilo que le dará permiso a la hidroeléctrica de asesinar a los cerros y hasta de tragarse a los tres ríos enteritos; pero a cambio de 500 vidas de los asesinos de la tierra, sólo así, a cambio de 500 almas mal nacidas, la tierra podrá abrir paso a los extraños.

“No hace mucho entró un camión con gas, abordo iba esa gente que anda con la hidroeléctrica (Filial del Grupo Ferrominero Mexicano), la que viene a disque enseñarnos su modernidad, vimos pasar el camión, cuando a lo lejos en la altura del cerro, se formó un hongo; la tierra se los devoró completitos allá arriba. El camión explotó con cuatro almas adentro, así de la nada, y es que la tierra cobra venganza si no la escuchas”, dice Pánfilo, el curandero de la selva.

De la boca de los defensores de la tierra brotan miles de anécdotas en torno a la tierra náhua-mazateca, mientras las horas transcurren, la charla ensombrece la tarde con los relatos que comparten en torno a la hidroeléctrica; Martin Barrios Amaru, titular de la resistencia de la Comisión de Derechos Humanos Laborales del Valle de Tehuacán, como Amador Montalvo, líder de la resistencia en defensa de la tierra en Coyolapan describen el escenario de miedo y espanto que ha provocado la presencia de los trabajadores de la hidroeléctrica.

“La tierra está enojada. Aquí pasan cosas extrañas desde que llegaron a hacer sus averías los de la hidroeléctrica, a algunos de esos se los ha tragado el río, hasta las serpientes venenosas se ha llevado a varios, mientras que a nosotros no nos hacen nada”, relata Martín Barrios.

“Los trabajadores de la hidroeléctrica entraron a desmoronar a familias enteras, ahora padres e hijos se odian a muerte; hasta ganas de chillar me dan, sólo de ver todo el daño que la gente de la hidroeléctrica llegó a sembrar. Entre hermanos provocaron guerras campales, como Caín y Abel, y todo a cambio de dinero”, dice Amador Montalvo, líder de la resistencia en Coyolapa. Los de la hidroeléctrica, para desestabilizar a los líderes, manda recados con los más jóvenes de los hogares, para persuadir a los de la resistencia y abortar la defensa de la tierra, mediante los seres más queridos (sus hijos) los ponen en su contra y hasta llegan a amenazar a sus propios padres.

SinEmbargo

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