Aunque ya es presidente de México, Andrés Manuel López Obrador aún parece candidato a la presidencia. A 100 días de rendir protesta, el mandatario con mayor legitimidad en la historia de México, todavía utiliza un discurso combativo, exhibe a sus antecesores, critica a sus opositores y promete al por mayor que ayudará al pueblo.
En su segunda visita oficial a la entidad, por primera vez lanza las palabras que miles de poblanos esperaban: “Puebla es un estado que quiero mucho” y agrega, “celebro estar aquí en la víspera de rendir mi informe de 100 días”.
El amor que le tiene a Puebla es gracias a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, pues es poblana. A ella se refiere como una mujer inteligente, que hizo su carrera en la entidad y siempre le da buenos consejos.
Las miles de personas que se encuentran en el Centro Expositor no dejan de ovacionarlo, hasta parece el inicio o el cierre de campaña de un candidato que se vislumbra ganador.
Pero no es así, es un evento oficial del gobierno de México, de López Obrador quien hace entrega de sus Programas Integrales de Bienestar y que buscan apoyar económicamente a adultos mayores, jóvenes y personas con alguna discapacidad.
El tabasqueño tiene control absoluto del escenario, su discurso es fluido, no se traba y exalta las frases que quiere que queden claras, “acabar con la corrupción”, “no más huachicol”, “la cuarta transformación”, y “primero el pueblo”.
El presidente con espíritu de candidato advierte que no permitirá nunca más el fraude electoral y Puebla debe ser el ejemplo de la Cuarta Transformación.
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Adentro del Centro Expositor, los simpatizantes de Andrés Manuel festejan, se entusiasman por escuchar a su ídolo a quien elogian sin descanso, “me canso ganso” se escucha a lo lejos.
Afuera, hay 50 personas que piden justicia y sean reinstalados, la mayoría del sector salud quienes acusan despido injustificado.
Al interior del inmueble, los asistentes tienen pancartas a favor del presidente. Afuera, las mantas dicen: “AMLO nuestras familias tienen hambre, danos trabajo”.
Los beneficiarios de los programas gritan: “es un honor estar con Obrador”; los manifestantes, “Contrato sí, desempleo no”.
Solo en algo coinciden simpatizantes, inconformes y vendedores informales, todos llegan a la misma hora para ser testigos del arribo de López Obrador.
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Los poblanos demuestran su apoyo incondicional al presidente, a quien escuchan con atención, le aplauden y de quien quieren una foto o video a como dé lugar.
Andrés Manuel confiesa que parte de su gran amor a Puebla es por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, nacida en la Angelópolis.
Mi amor por Puebla tiene que ver con una gran mujer, por Beatriz, mi esposa”, en ese momento todos le aplauden.
De hecho, las muestras de amor solo son para el presidente y su esposa, porque el gobernador, Guillermo Pacheco; la alcaldesa, Claudia Rivera; y hasta a Albores son abucheados.
Los miles de poblanos apapachan al mandatario, él les devuelve el gesto, “Cómo quiero a Puebla que ya me piqué”, dice cuando ya han pasado 35 minutos de discurso.
Andrés Manuel se había negado a visitar el estado por el conflicto electoral que se vivió y que concluyó con la muerte de la gobernadora Martha Erika Alonso y su esposo, el senador Rafael Moreno Valle.
“Fue una tragedia”, confiesa el presidente, pero extrañamente no se atreve a nombrar a la extinta gobernadora por su nombre. Eso sí, a Pacheco Pulido le agradece por haber llegado en un momento difícil.
López Obrador se despide de los poblanos, “no los visitaré hasta pasando las elecciones, solo si hay algo urgente, vengo pero toco madera”, le aplauden.
“Viva Puebla, viva México”, cierra el tabasqueño.
A la salida del recinto, la euforia por estar cerca del presidente más votado continúa y decenas de personas se conglomeran en la camioneta de Andrés Manuel para tomarse fotos.
“Es el ángel de Puebla”, gritan.