No crean que soy insensible con lo sucedido en Tlahuelipan, pero con lo acontecido solo quedó demostrado el espíritu gandalla de muchos habitantes de este país.
¿Pudo evitarse? Sí, obviamente, si ya vieron los videos puede apreciarse cómo incluso los habitantes corren a los soldados y se burlan de ellos, así como en otros casos hasta los retan cuando les piden que se alejen de esa zona.
He oído las excusas más estúpidas para justificar el hecho de que esa gente haya estado robando, porque sí, por muy duro que suene, eso estaban haciendo, no estaban trabajando como usted o como yo.
Sí, pienso en el dolor de las madres que perdieron a su hijo, pero ¿dónde fregados estaban cuando a sus hijos les pareció bien ir y robar?
No, nos hagamos tontos es ese maldito afán de demostrar el famoso “me la pelan”, si así de vulgares son muchos. Se creen más listos que la autoridad, se brincan casillas y no les importa pisar a quien sea con tal de demostrar que es el fregón.
Y no, no es culpa del gobierno, ni de Peña Nieto, o ahora de López Obrador, ni de ninguno de esos personajes a los que acostumbran culpar, la culpa es de nosotros como sociedad, como padres ¿cuándo van a dejar de culpar a todos por sus acciones?. Asuman las consecuencias de sus buenos y malos actos.
Nosotros como padres tenemos la obligación de decirles a nuestros hijos, si están haciendo mal y en ese momento sancionarlos, ¡que sepan que hay una sanción!, ¡que las reglas están para cumplirse!, ¡que la figura que sea autoridad se respeta!
No importa el lugar si la riegan, se les hace saber. Hasta hace no mucho me daba más pena a mi regañar a mis bendiciones en público, pero oí por ahí que la vergüenza es la mejor sanción, pero ¡ojo!, no se trata de ridiculizar y humillar.
Como les he dicho más de una vez, si queremos que este país cambie, debemos empezar por nosotros, ya que ni el mismo Dios va a poder cambiar este país si nosotros no dejamos de lado esas pésimas costumbres que nos cargamos como sociedad.
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