Podría parecer evidente: haces dietas porque no te gusta tu cuerpo y no te gusta porque tienes mala autoestima. Pero no es tan simple.
Cada persona tiene una batalla diferente con su cuerpo, su peso, su apariencia, su atractivo. Crecemos en un mundo que muy temprano nos enseña qué es una caloría y que “a los gordos nadie los quiere”. Todo esto propicia un bombardeo constante al autoestima que termina en una vida de autorechazo. Hacemos de todo con tal de no ser quienes somos.
Hace algunos años, esta guerra en la que estaba con mi cuerpo me llevó a hacer cosas bastante extremas y algunas muy tontas: cremas reductoras, dormir envuelta en plástico para sudar, aparatos ridículos como el body shaker y como nada daba resultado, llegué al temible umbral de las dietas extremas. Algunas en las que el ‘plan’ era comer sólo zanahorias y tomar agua de jamaica y, como podrán imaginarse, estar al borde del desmayo varias veces. Después entré en una especie de depresión en la que me convencí de que no importaba qué hiciera, siempre iba a estar “igual” y que eso de la vida fitness no era para mí, que seguro tendría que ser muy inteligente para que no me juzgaran por mi apariencia. ¿Te suena familiar? Sé que esto puede ser la historia de alguien más, con sus respectivas adaptaciones.
El asunto de las dietas restrictivas y de este bombardeo es que nos hacen pensar solo una cosa: NO ERES SUFICIENTE. Y cuando “no eres suficiente”, lo estás haciendo muy mal. Elegir un estilo de vida fitness que resulte en algo poco saludable es poco más que contradictorio, y esto se debe a que la motivación viene del auto rechazo en vez de la búsqueda de salud física y emocional.
Las dietas restrictivas, las básculas en casa, la ‘inspiración’ en Instagram, constituyen una fuente de auto maltrato que hace el esfuerzo insostenible a largo plazo. Es decir, la gente hace dietas extremas de dos semanas para obtener algún resultado y luego vuelve a sus hábitos. ¿Sabes lo que esto le hace a ti metabolismo? ¿Y a tus emociones? Exactamente, eso que sentiste ahora.
Y entonces ¿cuál es el plan?
Empezar con mucha auto aceptación, aprender a ver a tu cuerpo como una maravilla que te permite existir todos los días, amar, estar con las personas que quieres, ser tú. Y solo después de esto, buscar a un profesional que te pueda orientar para que tu alimentación esté de acuerdo a tu requerimientos diarios de energía, a tu edad, y que te ayude a prevenir enfermedades crónico degenerativas. Después de esto, ir probando hasta descubrir una actividad física que te relaje y te ayude a estabilizar tus emociones. Se vale desde una caminata corta hasta escalar una montaña, lo que sea que te haga sentir bien. El ejercicio es el mejor remedio para bajar la ansiedad y curar la depresión, eso también te lo digo por experiencia propia. En resumen: ámate mucho, muchísimo. Lo suficiente para querer estar saludable y no para maltratarte comparándote con modelos y estereotipos. Cada ser humano tiene una belleza única que vale la pena descubrir.
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