24 de Abril del 2024

¿Cargas demasiada responsabilidad?

Por Betzabé Vancini / /

betza identifi

De los creadores de “es tu perro, tú lo bañas” ha llegado esta columna que pretende ayudarte a soltar una parte de esa excesiva responsabilidad que cargas sobre tus hombros.

Existe un término en inglés que no tiene un equivalente exacto en español y que se refiere a esas personas que ponen demasiado esfuerzo en todo al punto en el que se desgastan con tal de satisfacer expectativas propias y ajenas. A estas personas se les llama “overachievers” y podemos encontrarlos frecuentemente en el trabajo, en la familia o incluso, en el espejo.

Un/a overachiever es el tipo de persona que tiene una ligera obsesión por la perfección y que hace cosas -trabaja, completa, ayuda, apoya- incluso sin que se lo pidan. Es la persona a la que estás a punto de pedirle algo y te responde “ya lo hice y le agregue estas cinco cosas más” y acompaña la frase con una genuina expresión de felicidad. ¿Por qué? Porque los overachievers son -somos, ¡ups!- felices con el simple hecho de saber que cumplió cabalmente con su responsabilidad y que dio un extra.

Podríamos pensar que si son personas perfeccionistas y que además hacen cualquier labor con disposición y los hace felices ayudar, son las personas ideales en cualquier trabajo o en cualquier familia. Pero no. El lado oscuro de esta excesiva responsabilidad y disposición de estar para el otro conlleva un precio alto: fatiga, decepción, estrés, ansiedad, periodos depresivos, irritabilidad, sensación de soledad. Sucede que cuando nos hacemos demasiado responsables tendemos a no ver los límites y muchas veces terminamos liberando a otros de responsabilidades que sí les tocan y después sentimos que ni siquiera nos agradecen. Lo cierto es que, casi nadie va a agradecer algo que NO PIDIÓ. Y sí, muchas veces, este extra nadie lo pidió, se hizo por ganas o por gusto y en ese sentido, no tendríamos que estar esperando que lo agradecieran o siquiera que lo notaran. Dar ese extra es una elección personal.

Ahora, retomaré esa frase popular del inicio del texto “es tu perro, tú lo bañas”, para lo que me parece fundamental distinguir ¿de quién es el perro? Aquí algunos pasos para aprender a soltar las excesivas responsabilidades:

1. Si hay una situación ante la que quieras actuar, primero detente a preguntarte ¿Esto es mi problema?

2. Si la respuesta a esa pregunta es “no”, entonces pregúntate ¿de quién es problema?

3. Una vez identificado “el dueño del perro”, pregúntate ¿esa persona me está pidiendo ayuda?

4. Si no lo ha hecho, antes de ofrecerte a colaborar, pregúntate ¿quiero y PUEDO ayudar? Y si te la pidió, necesitas hacerte la misma pregunta. Es muy importante ser honesto/a contigo y reconocer si estás en posibilidades de ayudar o si sólo acabarás cargándote de responsabilidad innecesaria -que además, probablemente no te van a agradecer porque tú te ofreciste-.

5. Y si ya te embarcaste ayudando, sería importante que revises constantemente la motivación para hacerlo: ¿lo haces desinteresadamente o buscas algún tipo de reconocimiento? La primera es la ÚNICA motivación correcta.

Siempre es necesario tener en cuenta algunas consideraciones para que, por más generosa que sea tu ayuda, no acabes en pleito con tus compañeros, familiares o amigos, y de paso, no te agotes. Delimitar con claridad hasta dónde llega tu responsabilidad y hasta dónde ya le toca al otro, porque es muy frecuente que la gente te cargue la mano una vez que ven tu disposición. Y lo más importante: reconocer hasta dónde se agotan tus recursos -paciencia, capacidad física y mental- y tomarte un descanso. Tomar un tiempo para ti antes de atender a otros es fundamental para la salud mental.

Si fuiste de esos que dijeron “Yo siempre hago eso”, es muy probable que seas overachiever y tal vez es buen momento para soltar responsabilidades innecesarias y dejar que cada quien se haga cargo de lo que le corresponde.

Como siempre, estaré atenta a sus comentarios y preguntas vía Twitter @betzalcoatl

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