25 de Abril del 2024

Cuando no crees en ti… ¿es normal?

Por Rolando Ochoa Cáceres / /

panza identifi

¿Por qué me cuesta tanto creer en mí? Seguramente esta aparatosa pregunta te ha hecho pensar en demasía e incluso te ha desanimado hasta decir basta. Muchas veces hemos escuchado que es importante tener un autoestima positivo, amarnos a nosotros mismos y sí, creer en nosotros mismos pase lo que pase. Yo a veces me sorprendo de los consejos que doy a los demás pero que difícilmente tienen cabida en mi vida, ¿por qué ocurre esto?

Creer en uno mismo es un arduo camino ya que desde siempre nos han enseñado que lo importante está afuera de nosotros y que por lo tanto, todo lo que está en nuestro interior o es una cosa de la religión o algo demasiado cursi o romántico o ilusorio, inexistente. Por eso que cuando damos ciertos pasos nos tensamos tanto que a veces quisiéramos no vernos obligados a darlos, por ejemplo, el tener iniciativa en nuestras actividades o en nuestras relaciones.

Yo creo que, en mi caso, lo que más me perturba es el miedo al rechazo, de ahí que mis pasos han sido demasiado nerviosos y unos han salido bien pero otros me han creado muchas heridas. ¿Cómo puedo creer en mí si aun no me conozco en mi totalidad?

Los sacerdotes de la felicidad aclaman, vitorean y expresan que, hasta que se conocieron totalmente pudieron lograr sus sueños. La verdad es que, al ver esos videos o escuchar esas voces que, como he dicho antes, tienden a ser más de regaño que de motivación, me dejan la sensación de que eso es demasiado fácil y en mi caso, no lo es.

Supongo que creer en uno no es hacer morfosis como power ranger y ya te pones el traje de la felicidad y andas ahí repartiendo constelaciones de alegría diciéndole a todo mundo que sólo se trata de eso. Con lo que sí coincido es que el primer paso para llegar a creer en uno mismo es aceptarse.

He notado que la gente se asusta cuando me preguntan que cómo me siento y respondo, no muy bien, hoy me vi en el espejo y me sentí el hombre más horrible del mundo. Sé que los que me quieren me dicen cosas como que eso no es cierto, que es una mala percepción y que soy lo mejor de lo mejor. Y lo agradezco. El problema que observo en eso es que la gente inmediatamente lo relaciona con el autoestima y con la confianza en uno mismo. No es que siempre me sienta horrible, simplemente algunos días mi ánimo se transforma y acepto que, finalmente, no todos los días tengo que sentirme obligatoriamente feliz y súper sayajin con el séptimo sentido a todo lo que da y con el ego notable de Cristiano Ronaldo. No. Tampoco es que me pase todos los días (cuando era así, acudí a ayuda psicológica) en un estado lamentable pero esa forma de pensar y de sentir, de alguna manera, también me pertenece.

¿Cómo puedo creer en mí mismo teniendo esos pensamientos “negativos”? Hace poco me preguntaba si el auto sabotaje era normal en la mayoría de nosotros. No lo sé aun pero considero que en ciertos episodios de nuestra vida lo es. Yo convivo con eso todos los días, no me siento suficiente, a veces pienso que hago mal mi trabajo aun cuando mis jefes o compañeros de trabajo me dicen lo contrario, a veces pienso que toco mal el piano cuando quienes me escuchan me dicen que lo hago bien, a veces pienso que escribo horrible y algunos lectores me han manifestado su cariño por mis letras y, debo decir que para llegar a tocar el piano, a escribir e incluso a hacer lo que hago todos los días, me ha costado demasiada energía para hacer a un lado el auto sabotaje y probarme.

Cuando quería ser escritor, recuerdo bien, en los talleres a los que acudía, las arpías y los cuervos de la literatura (algunos ni siquiera publicados) solían decir que no iba a llegar lejos con mi escritura, que mis cuentos eran malos o que mis ensayos carecían de valor, etcétera. Creo que sólo recibía comentarios lindos por parte de una amiga que me acompañaba a aquellos talleres pero nada más. En aquel tiempo recordé que, antes de dar mi primer recital de música clásica, la que era mi pareja en ese entonces, antes de escuchar mi interpretación de Chopin decía que era muy equis el cómo tocaba. Un año me bastó para demostrarle y demostrarme lo contrario.

En una ocasión, un buen conocido me dijo que lo que tenia que hacer para conseguir una escritura idónea era descubrir mi voz, dejar de imitar, ser yo con mis letras. Eso me hizo pensar que durante toda mi vida siempre quise ser otra persona menos yo. La niñez no la cuento porque fue demasiado extraña pero en la adolescencia, cuando jugaba futbol, yo deseaba ser un Alessandro Del Piero revolucionado, después quería ser la reencarnación de Chopin, después un Kurt Cobain un poquito más alegre, después deseaba ser un noruego metalero, después una especie de Nicolás Alvarado en Puebla, después un mejor Cortázar y al final me quedé siendo nadie. ¿Por qué me rechazaba tanto?

Hace un poquito más de un año decidí retomar la escritura pero siendo yo sin pretender nada, es decir, alejarme de todo círculo literario pretencioso y descubrirme para comenzar a creer en mí. Recuerdo que algunos comentaron que lo que escribía eran tonterías al estilo libro de Sanborns y otros me preguntaban si para eso había estudiado una maestría en letras. Mi respuesta siempre ha sido el que no sé si lo hago bien o mal pero a mí me hace bien y me libera.

Si durante toda mi vida decidí ser otros ¿cómo puedo comenzar a creer en mí mismo? Y vuelvo a la respuesta: aceptándose. Uno no necesita forzosamente ser Brad Pitt para lograrlo todo y tampoco necesitas comportarte como Carlos Slim para ser millonario. Me sorprenden los libros manual que te dicen que con ciertos comportamientos vas a lograr lo que te ejemplifican. Cada uno de nosotros es único y cada uno dentro de sí lleva un éxito a descubrir.

Hace unos años me puse como meta aprender a tocar jazz en el piano y si bien no lo hago tan bien (recuerden que el peor crítico que tenemos es uno mismo) cada día que puedo concluir un ejercicio o que puedo tocar una pieza me sorprendo porque, desde que me acepto y me permito ser, me frustro menos. Mi idea no es ser Thelonious Monk o ser como esos pianistas que tocan mil horas al día. Mi idea es disfrutar y darle tiempo a mis actividades para no chocar, frustrarme y dejar de creer en mí.

Así que cuando sientas que no puedes o que ya dejaste de creer en ti recuerda que todo lo que tenemos en la mente nos permite preconcebir y concebir realidades y por lo tanto, si tenemos en la mente basura, el mundo lo veremos como un total basurero. Recuerda que las pausas son positivas. Recuerda que sí, efectivamente, sonreír es fácil y es lindo pero la melancolía o la tristeza nos suelen llevar a la descarga emocional para mantenernos en equilibrio y recuerda que eso de que una actitud lo es todo tiene razón pero esa actitud debe ir acompañada de altas dosis de honestidad, por ejemplo, si me piden hacer veinte mil lagartijas pero odio el ejercicio ¿por qué habría de hacerlas, para quedar bien con los demás y que digan “wow, qué actitud tan positiva”? No, sólo sé tú y notarás que haciendo o no haciendo la gente siempre tendrá una opinión hacia ti la cual puede ser relevante o irrelevante en la medida que tú lo quieras.

Yo aun no creo en mí mismo en totalidad pero el comenzar a conocerme como si fuera un total desconocido me ha sido una receta con tintes sumamente agradables.

Publicidad